Cuando el generalísimo Francisco de Miranda zarpó de Nueva York el 2 de febrero de 1806, en el Leander, un bergantín de 180 toneladas, armado con 18 cañones y provisto de toda clase de suministros, incluso una imprenta, llevaba cerca de 200 hombres reclutados en Estados Unidos, para una empresa conocida por pocos: la liberación de la América hispana comenzando con Venezuela.
Venezuela amaneció el 30 de noviembre de 1945 con la noticia del destierro de Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y otros 14 altos exfuncionarios. La información emanada de la Junta Revolucionaria Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela fue confirmada por El Nacional, diario que desplegó la noticia en primera plana con una fotografía y los nombres de los extrañados.
Aquella soleada tarde del 29 de septiembre de 1912, luego de una nerviosa espera, el ensordecedor ruido que produjo el aparato del aviador norteamericano Frank Boland, despertó aun más la curiosidad de la exaltada muchedumbre.
Muy entrada la noche de aquel 13 de septiembre de 1986, el Dr. Rafael Caldera llegó puntual al salón del Hotel Barquisimeto Hilton Internacional, donde fue recibido con gran expectación en un nutrido aplauso que parecía no cesar.
Barquisimeto luego del terremoto de 1812 era entonces una aldea de casas de ladrillos y techos rojos, otras de barro y cañabrava, construidas en la meseta del Turbio, con su río de aguas grisáceas que se precipitaba por un lecho -no tan ancho-, regando el vasto valle.