Del Guaire al Turbio Causa sin cauce

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Del Guaire al Turbio

Causa sin cauce

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El Sorocho maduró en presidente Pírrico Írrito. Muy apropiadamente al palacio de las flores llegan más flores y las que irán llegando, porque ésa no deja sin cambur a ningún allegado, cuando presidió aquello lo convirtió en un jardín. ¿Vuelve la era de los de la 4ª república y sus barraganas? ¿No los iban a freír en aceite? Repiten en el gabinete bastantes de los heredados del ilegítimo y los nuevos no tienen nada de nuevos, de manera que todo seguirá igual, o quizás sea mejor decir: de mal en peor.
Las aguas se encauzan, pues, en una serena turbulencia. Suena muy incoherente e incongruente y lo es. ¿Qué no lo es en este mundo nuestro?. Hoy celebramos el Día del Trabajo y no se trabaja. En este país tampoco se trabaja en los días menos festivos del año, Jueves y Viernes Santos, justamente cuando Jesucristo pasó los mayores trabajos. Nada tan urgente para los venezolanos como una buena y sólida educación para niños y jóvenes, pero a cada rato se reducen los días de clases por duelos, elecciones, amén del deterioro continuo de las escuelas. En vez de abrirlas cerramos aulas. En vez de “sembrar el petróleo” lo regalamos. En vez de cultivar la tierra para obtener los productos básicos, los importamos y los dejamos podrir. En vez de diversificar la economía destrozamos la industria y el agro con invasiones y expropiaciones de los centros productivos. Los obreros industriales se quedan sin empleo. En los terrenos donde sólo puede prosperar el pasto para criar ganado, se comen las reses para sembrar lo que nunca crecerá. Se reparten créditos que los agraciados se embolsillan y no los pagarán jamás. Se crean compañías fantasmas que reciben buen dinero para hacer obras que ni siquiera llegan a empezar. Se reparten títulos de propiedad y hasta llaves de viviendas que ni en planos están dibujadas.
¡Pobre pueblo! No se atreve a votar en contra porque tiene alguna de esas patrañas en la mano y la esperanza de que algún día poseerá su techo. ¡Pobre pueblo! Le atan el voto con electrodomésticos, botellas de ron y unos billetes en los autobuses que lo llevan a marchas, concentraciones y a las urnas electorales. ¡Pobre, pero qué pobre pueblo! Víctima de la mentira y la idealización de un hombre que sólo era de barro podrido.
Y es a este pueblo –que no me leerá, palabras al viento- a quien yo quiero hablarle en este Día del Trabajo, fiesta también de San José Obrero. ¡Basta! Si media Venezuela –o más- reaccionó ya, tú, otra mitad, vilmente engatusada, tienes que reaccionar también. Es un buen día para la reflexión: tienes que aspirar al trabajo bien remunerado, no a las dádivas que propician tu vagancia. Necesitas empleo, no limosnas; que puedas comprar tu casa con tu salario, no que te la regalen para perder tu independencia. Que no destruyan las fuentes de producción donde la necesidad de mano de obra es tu futuro. Que respeten la propiedad privada porque tu mismo serás uno de esos propietarios; la educación libre, sin adoctrinamiento político, para que tus hijos no terminen obedeciendo como mansos coderos sin capacidad de discernimiento. Necesitas comprender cuál es la causa justa, verdadera, honesta, que te dará libertad y protagonismo de persona digna, sin sometimientos ni imposiciones de caudillos. Necesitas ambiciones sanas y nobles de crecimiento humano y espiritual, no la esclavitud a regímenes políticos dictatoriales disfrazados de democracia. Ganar elecciones con fraude no legitima ningún gobierno.
Yo te propongo la causa de recuperación de los valores que hacen grande a un pueblo: la libertad plena para ejercer tus deberes y derechos, el respeto al otro en su propiedad y sus opiniones, el derecho a disentir con quienes ofician el gobierno y poder manifestarlo; el derecho a la propiedad, a la educación, que debe ser supervisada por el Estado pero jamás impuesta; el derecho a la inviolabilidad del hogar, a la seguridad en las calles, a practicar la religión propia, a la salud preventiva y curativa, a la libre circulación en el territorio nacional y a viajar al extranjeros sin restricciones para el cambio de moneda. Necesitas un país tuyo, no el feudo de unos pocos que presumen ser tus representantes pero no velan por ti sino por sus propios intereses. Todo esto es una causa que busca un cauce para realizarse. Cauce eres tú si vuelves la espalda a los hipócritas. San José Obrero te bendiga y te dé ánimos.

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