La política es de todos

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“¿Qué estas esperando?, encabeza la marcha a Miraflores” o “dale pues, coge el fusil y vete pa´l monte”, escribió esta semana @carlosblancog en su artículo ¿Apurado? ¡Coge tu fusil!
El autor de alguna manera increpa a los dirigentes de la oposición por ser como unos generales que dejan a su suerte a quienes les corresponde comandar.

Sin duda esa no debe ser la actitud de una dirigencia que apenas meses antes le pidió a todo un pueblo la confianza de votar por ellos para salir del régimen; logrando con esta actitud que tal vez en las próximas elecciones alguien les diga: “¿A votar?, anda tú a sacar al Gobierno en elecciones”.

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Por otra parte, paradójicamente muchos de esos líderes de la oposición que invitan a otros a coger el fusil como única respuesta a su incapacidad de conectarse con la gran mayoría del país, son los primeros en meterle el pie a quienes pueden empezar a aparecer como liderazgos emergentes.

Son esas mismas personas las que colocan agendas personales, y quizás partidistas, por encima de intereses generales. Así no solo traicionan a quienes confiaron en ellos para dirigirlos, sino que son hipócritas al invitar a otros a asumir roles protagónicos para luego ser ellos mismos los primeros verdugos. De esta manera solo contribuyen a debilitar aún más sus liderazgos ya bastante debilitados.

Lo cierto es que la política tiene múltiples formas, y más aún caminos. En ese sentido, sus espacios son ilimitados y por lo tanto las formas de aproximarse a ella y actuar. La política no es de unos pocos, de hecho es de todos, y como tal cada quien puede actuar en torno a ella de la manera que considere sea más apropiada, según sus capacidades, vocación, e intereses.
Para unos hacer política es pertenecer a un partido, para otros escribir una columna, hay para quienes es discutir en un café la noticia del día o desde una cola protestar. El terreno para hacer política es muy amplio, solo requiere del interés más allá de lo personal para que pueda germinar.

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Y si el terreno de la política es amplio, y lleno de posibilidades, ¿por qué cuesta tanto que el país encuentre una salida? Por una razón sencilla, porque la lucha de hoy no es política, la misma se ha reducido a una lucha por el poder, que si bien es parte de la primera no la es toda. Y, a diferencia de la política, el poder si es un espacio limitado en el que no caben todos.

Visto así, tiene pleno sentido cómo los líderes de la oposición se asustan con liderazgos emergentes, pues significa que el pastel deberá ser dividido entre más personas. El secreto es entonces asumir un liderazgo circunstancial que le permita a ese líder acceder al poder, y a quien no le guste que agarre el fusil (que sabe no hará).

La misma lógica anterior aplica para el escenario nacional más allá de la oposición. En Venezuela la política se ha complicado porque hay es una lucha por el poder, el cual no quiere ser compartido en tanto que se crea se tiene más fuerza que el adversario.

En esas ilusiones de superioridad se han enfrascado en una guerra de trincheras los dos sectores. El saldo es un país arrasado en el que ex ciudadanos convertidos en personas desesperadas tratan de extender su mano pidiendo ayuda a alguien que los guie, pero cuya única respuesta es un manotazo que les dice: “Ten paciencia”.

Por este camino alguien dejará que la política sea de todos y efectivamente cogerá un fusil.

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