#RevistaGala Entre pesebres y nacimientos: Celebrando la llegada del Niño Dios

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Dentro de ese mar de costumbres decembrinas que solemos tener los latinoamericanos, la más bonita y significativa es el pesebre, una tradición tan sentida y propia como nuestro gentilicio, una hermosa manera de rememorar y honrar el nacimiento más importante y valioso de todos los tiempos, celebrando el día en el que la humanidad conoció al amor más grande, incondicional y compasivo jamás sentido. A Continuación, la historia de una mujer que año tras año llena cada esquina de su hogar con el mensaje de esperanza que trae consigo el nacimiento divino

Sin duda alguna, el pesebre es una de las tradiciones católicas de Navidad más hermosas que nosotros como venezolanos podemos tener, una manifestación de fe y amor que nos llena de regocijo y pone en evidencia una vez más la inmensa bondad de Dios, quien sembró en el vientre de María la semilla de la vida para traer a este mundo a nuestro Redentor, a ese pequeño milagro que al convertirse en hombre entregó su propia alma por salvar la nuestra, ofreciéndonos además la promesa de la gloria eterna, de la compasión sincera y de la misericordia sagrada.

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Y es que en pocas palabras, un pesebre es un adorno u objeto decorativo que se expone durante las fiestas navideñas en hogares, iglesias y sitios públicos, para representar el nacimiento de Jesucristo, manifestación que hoy día se hace de infinidad de materiales, estilos, colores, formas y tamaños, y que ocasiones incluye además de San José, la Virgen María y el Niño Jesús, otros personajes como los Reyes Magos, El Arcángel Gabriel e, incluso, pastores y animales. Sin embargo, más allá de esta definición netamente teórica, se esconden un montón de fuertes emociones y sentimientos profundos que vienen implícitos dentro de cada una de las piezas de esta innegable representación carnal de la fe.

Coleccionista de Belenes

Desde la entrada de aquella casa grande, linda y acogedora, se respiraba esa esencia característica de la Navidad, pues un aura alegre, festiva y familiar se podía sentir al traspasar el umbral de la puerta. Al adentrarnos un poco más en aquel encantador lugar, nuestra mirada comenzó a enloquecer, paseándose entre infinidad de adornos y detalles que, sin duda alguna, lo convertían en una suerte de oda a esta preciosa época del año, un homenaje a sus costumbres, tradiciones y significados.

Una vez allí, nuestra anfitriona, Elizabeth Suárez de Villavicencio, médico especialista en cirugía general y una mujer cuya amabilidad, calidad humana y simpatía se hacían sentir, nos presentó su más preciado tesoro: Una colección inmensa, espectacular, variada y envidiable de pesebres que, con sus diferentes estilos, colores y tamaños, nos hicieron sentir paz, júbilo y una emoción que cuesta describir con palabras, pues esas pequeñas representaciones del nacimiento de Jesús, eran, en realidad, verdaderas obras de arte.

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Así, entre el verdor de su encantador jardín, una meriendita rica que animó la tarde y la maravillosa sensación de estar rodeados de imágenes religiosas, Elizabeth nos contó que su afición por los nacimientos nació como consecuencia de su amor por la época decembrina; época en la que disfruta muchísimo decorar el hogar con los adornos característicos de la fecha. “La primera Navidad de casada, hace 17 años, mi esposo y yo colocamos como 4 pesebres, a partir de ese momento cada diciembre y cada vez que viajábamos comprábamos uno nuevo e, incluso, muchos amigos  familiares nos comenzaron a regalar hermosos belenes, hasta que de repente caí en cuenta de que ya tenía más de 50, lo cual me llena de felicidad porque para mí no hay nada más gratificante que estar rodeada de esa sensación que brindan los nacimientos, su significado y ese optimismo esperanzador que suelen contagiarnos”.

“Los belenes son una exaltación de la cultura rural y pastoril. Los niños que viven en las grandes urbes, lejos del campo, observan embelesados el arroyo, los rebaños y los pastorcitos”

“En la Nochebuena de 1223, San Francisco de Asís montó por primer vez un belén para conmemorar el nacimiento de Jesucristo, en una cueva próxima a la ermita de Greccio, Italia”

 

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