En Venezuela: La violencia convertida en un problema de salud pública

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La violencia se ha convertido en un problema para la salud pública, debido a la magnitud que ha alcanzado en las últimas décadas. Millones de personas mueren cada año por causas atribuibles a la violencia, la mortalidad representa solo la parte más visible, ya que por cada muerte violenta se producen decenas o cientos de lesiones de diversa gravedad.

Existe la violencia física, la psicológica y la sexual. Sus causas pueden variar y dependen de diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la vida de la persona, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la presión del grupo al que pertenece, lo cual es muy común en las escuelas, así como el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía.

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La Organización Mundial de la Salud estima que, 1 de cada 4 a 9 personas en los países en desarrollo sufre cada año lesiones por actos violentos, y que el 2% del total de la población mundial está discapacitada como resultado de lesiones ocasionadas por accidentes o violencia.

La violencia, en todas sus manifestaciones, es un problema de salud pública que involucra a todos los países en todos los continentes. Los números que reflejan el problema son contundentes. Según el Informe Mundial sobre Salud y Violencia, editado por la OMS, 1,6 millones de personas pierden la vida cada año por actos violentos, más de 199 mil tienen entre 10 y 29 años, y unos 57 mil niños de entre 0 y 4 años son asesinados en el mismo período. Globalmente la violencia es la principal causa de muerte entre los 15 y 44 años; son hombres el 14 % de estos muertos y mujeres el 7%.

También los datos indican que no hay país que tenga índice de violencia contra la mujer menor al 10%, y que en algunos alcanza hasta el 69%.

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La violencia, a pesar de no constituir una enfermedad en el sentido tradicional de su comprensión, donde el elemento etiológico-biológico desempeña como regla un papel fundamental, en sentido social, constituye un problema de salud y un importante factor de riesgo psicosocial, dada la magnitud del daño, invalidez y muerte que provoca, con consecuencias múltiples y diversificadas en el nivel social, psicológico y biológico.

En Venezuela, la violencia se ha hecho el pan de cada día, desde las escuelas hasta en las calles, desde la sociedad que no puede controlar sus impulsos al ir al volante y hasta el Estado mismo, en cada estrato social se presenta el crimen, la intimidación y además un terror generalizado a la inseguridad que se vive a diario.

Además, supone una enorme carga para las economías nacionales, con un costo de miles de millones de dólares anuales en atención sanitaria, vigilancia del cumplimiento de la ley y pérdida de productividad.

Ruptura de la normativa social

Hisvet Fernández, psicóloga social, explicó que los seres humanos, tienen por naturaleza la agresividad, como un mecanismo de defensa histórico para poder sobrevivir, el problema comienza cuando dicha conducta no tiene normas consensuadas y criterios, que impidan que la agresividad se convierta en una violencia extrema.

“En cualquier sociedad en la que se rompa la normativa social, las leyes se hacen demasiado flexibles, los parámetros y límites no están claros, y ello es el detonante para que la violencia comience a brotar de manera desenfrenada. En Venezuela se han perdido esos límites, estamos en un proceso en el cual la garantía de convivencia pacífica se ha ido perdiendo.

Las personas viven con niveles de estrés, angustia, precariedad y vulnerabilidad que lo convierten en individuos presas fáciles de la agresividad y la violencia como acción social inadecuada para las relaciones humanas”.

En 1996 la Asamblea Mundial de la Salud, declaró que la violencia es un importante problema de salud pública en todo el mundo. Constituye un problema de salud, que además de ser un factor de riesgo de muchas enfermedades y problemas, está determinado por múltiples interacciones sistémicas de carácter biológico, psicológico y social, que se entrelazan en una red de interacciones contenidas en la actividad humana.

Los más vulnerables son los jóvenes y mujeres, sobre todo en los sectores más pobres. Nuestro país, actualmente muestra las cifras de violencia más trágicas y alarmantes. Alrededor de 700 niños han sido víctimas de balas perdidas en los últimos 10 años, mientras que anualmente, la cifra de fallecidos en acciones violentas alcanza los 20 mil. Son prácticamente partes de guerra, en un país que no se encuentra en conflicto bélico, sino en una guerra de violencia interna que se ha salido de control.

“El problema de la violencia en Venezuela se le escapó de las manos al Gobierno, no ha tenido las estrategias para controlarla. El sistema de justicia no funciona, vemos cómo desde los liceos se manifiesta la violencia, en los hogares, en las calles, en las cárceles, como una ventana de la realidad del país donde las autoridades son los delincuentes. El deterioro es grande y es necesario tomar medidas para que esta situación cambie”.

Una política nacional que desarrolle un proyecto de país sin violencia es fundamental para la resolución de esta problemática social, que rescate lo mejor de la sociedad y cultura venezolana, con tendencia a la armonía, indicó Fernández.

“Se debe tener una política nacional donde todos los factores sociales y políticos se pongan de acuerdo en desarrollar y respetar un proyecto de país sin violencia. Disminuyendo la polarización política, respetando la diferencia, dos puntos que no se están haciendo en el país. Se ha estimulado el odio a la diferencia, hecho terrible para la sociedad, pues con las condiciones de vida precarias, el estrés generalizado y la agresividad ante cualquier situación, influye en los niveles de violencia colectiva”.

La salud pública se caracteriza sobre todo por la importancia que concede a la prevención. En lugar de aceptar sencillamente la violencia o reaccionar ante ella, su punto de partida es la sólida convicción de que el comportamiento violento y sus consecuencias pueden prevenirse.

“La igualdad de condiciones, de oportunidades para tener una vida digna, son factores que deben tomarse en cuenta para combatir la violencia, somos un país con una población que tiene tendencia a la armonía y un cambio es posible, a pesar de estar en un punto de gravedad. La esperanza no se puede perder, como hemos caído en una etapa oscura, podemos salir de ella con un esfuerzo mancomunado y con el trabajo de todos los factores sociales”.

A nuestros hijos, los ciudadanos más vulnerables de cualquier sociedad, les debemos una vida sin violencia ni temor. Para garantizarla hemos de ser incansables en nuestros esfuerzos por lograr la paz, la justicia y la prosperidad no solo para los países, sino también para las comunidades y los miembros de una misma familia. Debemos hacer frente a las raíces de la violencia. Solo entonces transformaremos el legado del siglo pasado de lastre oneroso en experiencia aleccionadora.

Datos y cifras

• La violencia produce 1,5 millones de muertes al año. Esto corresponde a más de 4 mil muertes al día.

• Los suicidios y homicidios representan más del 80% de las muertes relacionadas con la violencia en nuestro país. De los muertos por la violencia, poco más de la mitad los son por suicidio, más del 35% por lesiones ocasionadas intencionalmente por terceros, y más de un 11% como consecuencia directa formas de violencia colectiva.

• El 90% de las muertes debidas a la violencia se producen en países de ingresos bajos y medios. Los países con mayores niveles de desigualdad económica tienden a presentar mayores tasas de mortalidad por violencia, y dentro de cada país las tasas más elevadas corresponden a quienes viven en las comunidades más pobres. Por cada muerte debida a la violencia hay decenas de hospitalizaciones, cientos de consultas a los servicios de urgencias y miles de consultas médicas.

• La violencia afecta principalmente a personas jóvenes, económicamente productivas.

Los homicidios suponen una fracción importante de las tasas globales de mortalidad de los hombres de 15 a 44 años. Por cada joven que muere por la violencia se calcula que hay entre 20 y 40 que sufren lesiones que requieren tratamiento hospitalario.

• El impacto sanitario de la violencia no se limita a las lesiones físicas. Entre los efectos a largo plazo se encuentran los trastornos mentales, como la depresión, los intentos de suicidio, los síndromes de dolor crónico, los embarazos no deseados, el VIH/sida y otras infecciones de transmisión sexual. Los niños víctimas de la violencia corren mayor riesgo de abusar del alcohol y las drogas, de ser fumadores y de tener comportamientos sexuales de alto riesgo. Esto puede ocasionar, aunque sea muchos años después, enfermedades crónicas como cardiopatías, cánceres e infecciones de transmisión sexual.

• La violencia es prevenible y se puede reducir su impacto. Las estrategias prometedoras o de eficacia demostrada para prevenir la violencia van dirigidas a causas subyacentes, como el bajo nivel educativo, la parentalidad incoherente, la concentración de la pobreza, el desempleo y las normas sociales que respaldan la violencia. Son necesarias investigaciones que evalúen los resultados de estas estrategias en los países de ingresos bajos y medios.

Fuente:
Organización Mundial de la Salud
Fotos: Archivo

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