#LosEscenariosdelPaís: El escrache como forma de protesta social

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Desde hace algunas semanas, dentro del clima de protesta que vive el país, se ha producido un fenómeno nuevo en nuestra cultura política, denominado “escrache”, hasta ahora una palabra ajena a nuestro vocabulario, y surgida en los países del Cono Sur, especialmente en Argentina como forma de protesta directa en la calle, casa o trabajo, contra algún funcionario o familiar de la dictadura de Jorge Videla (1976 – 1983). Posteriormente, el término escrache se popularizó en Uruguay y Paraguay.

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En la Argentina de los años 90, las leyes del Punto Final y la Obediencia Debida que absolvieron a los represores, generaron una ola de indignación nacional. Fue así como surgió la agrupación de derechos humanos  «Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio» (HIJOS) para denunciar la impunidad, que impedía restañar las heridas dejadas por la dictadura.

HIJOS promovió la protesta en cualquier sitio donde se encontraran los represores, incluso en sus casas. A partir de 2003, durante el gobierno de Néstor Kirchner se anularon las leyes de impunidad y el escrache fue disminuyendo en intensidad, porque se reabrieron numerosas causas, siendo condenados más de 400 represores. Aún hoy hay abiertas causas a funcionarios de la dictadura.

Venezuela, que hasta hace pocos años era un país de inmigrantes, ha visto crecer el número de emigrantes de manera dramática. La diáspora de connacionales es inmensa. Los expertos señalan que  representa entre el 9 y el 10% de la población. Unos cuantos de estos inmigrantes se ha dado a la tarea de “escrachar” a numerosos funcionarios y ex funcionarios chavistas y sus familiares en la calle, en restaurantes, tiendas, principalmente en Europa y Estados Unidos, como forma de solidarizarse con la protesta nacional. Los videos han incendiado las redes sociales y se ha generado todo un debate sobre su conveniencia.

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Los estudiosos del éxodo migratorio en Venezuela como la profesora Anitza Freitez (2011) señalan que la causa principal de los venezolanos para salir del país ha sido la crisis política, teniendo sus picos después de periodos electorales como 2004 y 2006, y más recientemente en 2014, año en el que se produce una salida record de venezolanos. Estamos hablando entonces que estos migrados han sido forzados a irse por la difícil situación política y actualmente económica del país. Muchos de nuestros compatriotas se encuentran en una situación difícil en el exterior y  su circunstancia en numerosos casos se parece más al exilio que a una migración planificada y voluntaria.

A pesar de entender el sentimiento  que los mueve, y su deseo de participar de alguna manera en la protesta, condenamos el escrache porque no es ético y no se corresponde con los principios de justicia y tolerancia que deben prevalecer en una democracia. Son medios de protestar más efectivos la denuncia permanente de la situación del país en cada uno de los espacios donde se desenvuelvan los compatriotas y las protestas pacíficas en las sedes de las embajadas o consulados. El escrache deshumaniza a víctimas y victimarios. No se puede criticar la intolerancia y el resentimiento que se estimula desde el poder y actuar de la misma manera.

El caso argentino resulta interesante porque el país austral se ha convertido en un modelo para las naciones que han pasado situaciones de violencia y polarización social. Hubo justicia para las víctimas y castigo a los represores en el marco del respeto al Estado de Derecho. Esto facilitó la reconciliación. Hoy en día existe un gran movimiento a favor del respeto a los derechos humanos y una sociedad civil fuerte, trabajando a favor de la memoria histórica para que hechos como este no se repitan nunca más.

Un cambio de gobierno no resolverá nuestros problemas si no se avanza en la reconstrucción del tejido social, seriamente dañado por la violencia criminal y política. La demanda de la sociedad venezolana para el futuro será justicia, paz y reconciliación, no venganza, odio y exclusión. El primer paso para allanar este camino, sin duda, debe ser una ley de Amnistía, ese es el camino que recorrieron los países hermanos para consolidar sus sistemas democráticos. Democracia, justicia y perdón, deben constituir las bases de la Venezuela futura.

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