En la adversidad necesitamos de su fortaleza

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En los momentos de dolor físico o/y espiritual siempre emerge el firme deseo de llorar amargamente; a veces nos encerramos, creyendo que esta actitud es la que va a ayudarnos a salir airosos de esa situación. Quedarnos solos es necesario, pero también ese encuentro con un familiar o amistad que nos levante de esa situación que vivimos.

Quisiera poder mostrar mi cercanía en tu dolor y sufrimiento, de esta manera te quiero acompañar sin decir palabras acomodadas o un buen discurso. Simplemente estar, estar allí. Así como yo estoy le pido a Jesús, el Señor también te acompañe y conceda fortaleza en ese momento de tristeza, soledad, depresión, desesperación. Siente la mano suave de Jesús que te acaricia y te consuela en este momento de dificultad. El viene a darte todas las fuerzas necesarias para que sigas adelante.

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Es bueno convencernos que toda adversidad es pasajera, sólo debemos pedir la ayuda de Dios para poder continuar. Un día Jesús estaba descansando en el mar montado en una barca con sus apóstoles. Mientras dormía sobrevino una fuerte tempestad que sacudía con fuerza la barca, los apóstoles le dijeron a Jesús: «Señor, sálvanos que perecemos». Él les preguntó: “¿Cómo no tienen fe?» Levantó su brazos y calmó la tempestad, porque los recursos humanos podrán agotarse, no así el poder del Señor.

¿Cuál es la enseñanza de este viaje para los discípulos?, ¿qué nos enseña a nosotros? En la vida existen pruebas y tempestades, aun cuando obedezcamos las órdenes del Señor, como lo hicieron los discípulos: persecuciones, astucias del enemigo, falsas doctrinas, burlas y sufrimientos. Pero debemos ir a su encuentro con fe, pues está siempre con nosotros. Él ama a los suyos, tiene compasión y lo puede todo, porque él es Dios todopoderoso y está presente, sin salir de la barca de nuestra vida; sólo pidamos nos ayude a confiar más y más.

Oremos juntos: Señor, siento que mi confianza en ti todavía titubea, siento que por cualquier adversidad se tambalea mi fe. Te suplico me ayudes en estos momentos por los cuales paso por dificultad y las desavenencias, el dolor y el sufrimiento. Simplemente te pido que te metas en la barca de mi vida y sé tú quien la dirijas a tierra firme en los momentos de fuertes tempestades, porque yo solo no puedo mi Jesús; confió plenamente en que tú estás conmigo, mi vida te la presento, dirígela tú dándole fortaleza, consuelo y esperanza de que pronto lograremos la calma y la paz.

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