Tocuyito: Embarazo precoz y pobreza

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En días recientes pude leer una nota de prensa en la cual la comunicadora Ana Isabel Laguna abordaba los preocupantes datos que sobre el embarazo precoz se están manifestando en Carabobo.

Entre aquellos datos podemos ver, por ejemplo, que para el 2010 las edades en que se registraba el embarazo precoz eran entre 15 y 16 años en promedio y ahora, en 2016, se da en niñas de entre 10 y 11 años. Aunque el fenómeno obviamente es nacional, la nota de prensa deja al descubierto que, según datos de la Unidad de Sexualidad y Salud Reproductiva para Adolescentes, ubicada en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera, estas niñas provienen en su mayoría del municipio Libertador (Carabobo).

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No es necesario tener las estadísticas a la mano para saber que ésta es una realidad del tamaño de una catedral. En todas las comunidades de nuestro municipio, principalmente las más deprimidas económicamente, sin distingo de raza, ideología o religión, cada vez más niñas tienen bebés en sus brazos. El drama social se acentúa. Las madres prematuras ven trastocados sus proyectos de vida, las circunstancias económicas dificultan la alimentación de los bebés y, en definitiva, toda la sociedad fracasa cuando la pobreza engulle nuevas víctimas.

Esos datos estadísticos son públicos. Las autoridades a nivel nacional, regional y local saben que Venezuela tiene la tasa de embarazo precoz más alta del continente, también las elites académicas y el liderazgo mediático han constatado esa realidad. La pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué no hay acciones frente a este problema? la respuesta es también reveladora: No hay interés en comprender el embarazo precoz como un problema de salud pública.

Cuando tocan el tema alcaldes, gobernadores o funcionarios públicos, líderes de opinión, empresarios o representantes religiosos solo escucho la misma aburrida y vacía letanía de justificaciones: “Es que la familia ha perdido los valores”, “es culpa del reguetón”, “es consecuencia de la TV y las novelas”, “es que falta Cristo”… Lo que en definitiva si hace falta son políticas públicas.

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Algunas tareas pendientes son: hacer frente a la ausencia de educación sexual formativa en las escuelas, la dotación de preservativos y entrega de píldoras anticonceptivas de emergencia conforme a normas estandarizadas y supervisadas, promover la sexualidad responsable entre los jóvenes y, además, proveer servicios optativos y gratuitos de esterilización para que las niñas eviten llenarse de hijos producto de contextos socioculturales adversos.

Adicionalmente, es imprescindible que iniciemos un debatepolítico largamente postergado en Venezuela: la despenalización del aborto y el reconocimiento del derecho a decidir el momento de la maternidad a la mujer. ¿Una niña de 12 años debe ser necesariamente madre si queda embarazada? ¿Sin ninguna alternativa? El debate debe darse. No podemos seguir tapando el sol con un dedo. En Tocuyito podemos dar la discusión, ojalá la larga lista de voceros del conservadurismo valenciano, defensores de apellidos y estirpe, de pecho partido de tanto golpe en misa, pudiera hablarle a tantas niñas convertidas en madres del “don divino de la maternidad” sin bajar la mirada.

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