Hay de todo en la avenida Vargas

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Una de las arterias medulares de nuestra ciudad lleva el nombre de un gran médico venezolano: José María Vargas. Pero tal y como era costumbre en tiempos pasados, a la avenida se le llama por el apellido.
La avenida Vargas comienza en la Libertador, a la altura de la urbanización La Concordia. Termina en otra de gran importancia por su conexión con la Ribereña: la avenida Uruguay; y atraviesa la meseta de Barquisimeto entre norte y sur.
Allí, en la Vargas, pasan muchas cosas al mismo tiempo.
Quizás, lo más palpable de la rutina que allí se genera, es el caos vehicular que día tras día se hace peor por causa de la cantidad de autobuses y rapiditos que la toman como ruta de servicio.
Hagamos el viaje de norte a sur. La primera estación de esta travesía congestionada que radiografía en corto lo que es Barquisimeto en la actualidad, es el Hospital Central Antonio María Pineda.
Diagonal al mayor centro de salud está la plaza José María Vargas y frente a ésta la plaza Alfredo Sadel.
Ambos espacios públicos dan entrada visual a una larga isla ornamental para la cual imprimen un serio esfuerzo que deriva en la presencia mantenida de plantas de colores.
Avanzando hacia el sur, abre su espacio la plaza Los Ilustres, sitio empleado por estudiantes, transeúntes, comerciantes e indigentes para actividades diversas. Su acera es también parada de transporte público. También en la acera este, donde está el Colegio de Médicos, y donde abundan los vendedores de golosinas, minutos de celular y cigarrillos al detal.
El encuentro con la avenida Venezuela abre un canal más para la circulación. Ahora son tres por cada lado, que no necesariamente es sinónimo de descongestión vehicular.
Uno de los detalles problemáticos de la Vargas y que convoca la actuación inmediata de las autoridades locales, es desorden del servicio del transporte público.
Parece que todas las rutas quisieran pasar por la avenida Vargas. Andan por allí las rutas 10, 8, 7, 3, 13, 6, 301, 12 y un sinfín de líneas de rapiditos que conectan el oeste con el centro y el este, y también el norte.
Entre las carreras 27 y 28 abundan las tiendas de materiales médicos, también las agencias de lotería. Un poco más adelante, hacia las carreras 22 y 23, se encuentra la huella de los famosos restaurantes de comida rápida. Sobreviven pizzería Vargas, El Palacio de los Perros Calientes, y el Palacio de las Hamburguesas. No así El Cubanito, cuyos mesoneros traían hasta el carro el pedido.
En la carrera 18 el drama se dibuja a diario en cientos de rostros que esperan transporte público para sectores de la parroquia Juares y también del oeste de la ciudad. Largas filas son posibles de observar en horas pico.
La ciudad habla a través de la avenida Vargas, con sus múltiples usos (comercial, residencial, entre otros). Sólo hay que escuchar e implementar medidas que redunden en una mejor calidad de vida de quienes hacen vida frecuentemente en esta avenida medular.

Fotos: Ricardo Marapacuto

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