A las 10:10 de la mañana comenzaron a sonar las campanas de la iglesia. Anunciaban que ya era el gran momento para celebrar en comunidad una fecha especial que año tras año cobra gran valor.
En el pueblo de Santa Rosa celebraron a su patrona, la misma por el cual esta entidad lleva ese nombre.
Santa Rosa de Lima fue una bienaventurada de su época, quien dejó una huella indeleble en la historia.
Ayer fue su día y la mejor manera de conmemorarlo fue con una misa dedicado a la santa.
El joven José Luis Piña integrante del Ministerio de Música y de la Pastoral Juvenil de la parroquia Santa Rosa de Lima, comentó que la fiesta litúrgica es una solemnidad a una mujer que trascendió y que por ello fue elevada al altar de los altares.
“Fue una mujer quien nació en una familia humilde y muy pero muy numerosa. Desde pequeña sintió el llamado de Dios. Luego de prepararse y hacer la confirmación le nace la vocación a la vida religiosa”, explicó el laico comprometido.
“Santa Rosa decidió quedarse en su casa por la cantidad de hermanos y por consideración con sus padres quienes estaban enfermos. Convirtió su hogar en un asilo. Hizo sus votos religiosos allí en su casa, jamás fue a un convento. Su espiritualidad fue la de las hermanas dominicas”, comentó José Luis Piña.
Entre otros datos resaltantes está que a la santa le gustaba cultivar rosas en su jardín.
Hacía oración permanentemente, era entregada a los ayunos, murió cuando tan sólo tenía 31 años y entre otras cosas se dice que esa penitencia constante fue la que la llevó a morir tan joven.
“En Lima, Perú, las colas para ir a verla eran interminables. Su apostolado lo llevaba desde su casa. Las personas tenían fe en que ella era una intermediaria de Dios.
“Fue la primera mujer proclamada santa en América Latina y según los estudios esta es la primera parroquia en llevar el nombre de ella, lo que nos alegra y motiva a seguir su ejemplo”, acotó.
Imitar las virtudes de esta santa, escuchar la palabra de Dios y se testimonio con lo que se practica, llevar en el corazón la caridad y la humildad, eso fue lo que hizo Santa Rosa de Lima y la invitación es a que nosotros también lo hagamos.
Fotos: Simón Alberto Orellana
