Venezuela continúa buscando la manera de deslastrarse del tipo de liderazgo heredado de la Independencia, caudillistas y de corte militar. Durante breves períodos se han asomado rostros civiles, con talante democrático, cuyas convicciones eran las de cualquier líder convencido que la Democracia es el mejor sistema de gobierno, a pesar de sus imperfecciones. Ésta, como toda tensión histórica, se trata de un vaivén de fuerzas, un encuentro entre la modernidad y un orden que conserva los valores del pasado.
Todo proceso de transición histórica trae consigo inevitablemente esta tensión, pues se trata de la confrontación del status quo de ciertas élites contra la voluntad de grupos de personas que buscan encontrar su espacio en la sociedad. Esto es algo mucho más complejo que un simple tema generacional, de tendencia política, o inclusive de intereses económicos, se trata de la confrontación de modelos de vida, cada uno con sus patrones culturales y valores propios.
Es en este contexto en el que los verdaderos liderazgos son esenciales. Un líder es aquel que es capaz de señalar una situación futura deseada y lograr que los demás lo acompañen en la búsqueda de ésta, con el agravante que generalmente aquellos a los que se les señala un futuro distinto están satisfechos con las circunstancias presentes o no creen posible que haya una realidad diferente a la que ya conocen. Es por lo anterior que asumir roles de liderazgo en procesos de cambios profundos se convierte en una tarea solitaria al inicio, pues se trata de “hacer ver al que no quiere ver”.
Afortunadamente para el país, contamos con más líderes de esta naturaleza de los que pensamos. Quien puede dudar que en cada comunidad, que en muchos gremios y sindicatos, en organizaciones de la sociedad en general, así como en la mayoría de los partidos políticos, hay liderazgos de este tipo. Así quedó evidenciado recientemente en el Foro Acción Civil que tuvo lugar en la ciudad de Maracaibo, donde al tratarse el tema del transporte público la competencia académica, la experiencia sustentada en la técnica, y la practica gerencial pragmática y realista, se asomaron como formas de liderazgo novedosas. La tarea para fortalecer la Democracia, es dejar que estos, como otras tantas formas novedosas de liderar procesos, surjan y se fortalezcan.
#Opinión: Del caudillismo a la democracia. por: Diego Lombardi
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