#Opinión: Dados cargados (I) Por: Manuel Salvador Ramos

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No nos es cómodo escribir sobre una temática tan saturada de controversias y equívocos, ni mucho menos es fácil aludir supuestas debilidades o inhibiciones de la dirigencia democrática, dado que nos identificamos plenamente con los objetivos tácticos y estratégicos que contextualizan las luchas libradas y los combates que esperan.
No obstante, el peso de la conciencia nos lleva a puntualizar algunos aspectos inherentes al reciente proceso comicial, con el ánimo de contribuir a que se tenga claro cuál es el nivel del enérgico llamado de reclamo que la ciudadanía debe plantearle al denominado Poder Electoral.
Partamos de una premisa muy definida: no estamos aludiendo la consumación de un fraude masivo, al estilo del desarrollado por aquel Consejo Electoral que el 2 de diciembre de 1952 trastocó cifras y le otorgó al partido de gobierno, el FEI, las cifras que correspondían a URD; ni tampoco parecido al “apagón” que puso fuera de servicio las computadoras de la Comisión Electoral Federal en las elecciones que el 6 de julio de 1988, en México, le regalaron el triunfo a Carlos Salinas de Gortari.
En base a ello, enfatizamos que siempre hemos sido reacios a asimilar esas leyendas urbanas que hablan de cables submarinos y de hackers importados, pero aún así estamos conscientes, como lo está cualquier venezolano, que además de la desvergüenza y el cinismo que permitió la más brutal praxis del ventajismo que hayamos conocido como sociedad, el propio CNE, ya como órgano administrativo, puso en práctica un conjunto de iniciativas a través de las cuales se materializó la manipulación electoral.
¿Qué sentido tuvo el establecimiento de una “estación informativa” sino el de represar los volúmenes de votantes?; ¿cómo se permitió que los llamados Coordinadores de Centro, simples activistas del PSUV pagados por el CNE, abusaran descaradamente de su papel y tomaran para sí funciones que correspondían a los Miembros de Mesa?; ¿puede justificarse, dada la cacareada “tecnología electoral”, que al dañarse un porcentaje significativo de máquinas (en Amazonas llegó al cuarenta por ciento), éstas no fueran sustituidas con la debida prontitud o, en todo caso, se optase por los mecanismos sustitutivos legalmente previstos?; ¿cómo se aceptó la adulteración grosera y flagrante del llamado voto asistido?; ¿qué puede explicar la conducta de funcionarios del CNE y de personeros del inefable Plan República, cuando impedían a los Miembros de Mesas el cierre de las mismas por no haber votantes en la fila luego de cumplirse el horario pautado?
Si quisiésemos agregar una guinda complementaria a este postre de truculencias, ahora vemos cómo el CNE, violando normas establecidas por la propia institución, otorga el cambio de residencia a los turistas- candidatos que el oficialismo presenta como aspirantes a Gobernadores en Anzoátegui, Aragua, Guárico, Monagas y Táchira. Seguramente aprenderemos un poco más en materia de leguleyismo revolucionario, cuando a través de algún malabarismo proveniente del circo jurídico se busque justificar esta nueva muestra de ventajismo y parcialización.
El conjunto de preguntas precedentes no solo acucia a este humilde escribidor, sino que ha sido el interrogante angustioso de millones de venezolanos. Es por eso que hablarles y explicarles a ellos sobre estos tópicos y sobre los urgentes e indispensables correctivos que deben exigirse al presuntuoso Poder Electoral, es una obligación de la dirigencia política.
Quienes solicitan tal mensaje no son voceros del abstencionismo ni miembros de grupos que aúpen guarimbas; son los ciudadanos que depositaron el cúmulo de sus esperanzas en una causa viva y que no declinan ni en su fe democrática, ni en su confianza en los dirigentes fundamentales que le han dado sentido y permanencia a instancias como la MUD, por ejemplo. No debe confundirse la incisiva y hasta dura crítica con la rebeldía simplista de los tradicionales inconformes, por lo que a todo evento deben evitarse peyorativizaciones que descalifiquen la legitimidad de las angustias y la autenticidad de los reclamos. Volveremos sobre el tema.

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