La magia de la Navidad siempre se enfoca en los más pequeños de la casa. La tradición de entregar regalos y juguetes el 25 de diciembre es una costumbre que pasa de generación en generación.
Cientos de cartas se escriben al Niño Jesús, con la ilusión intacta y la inocencia de los niños venezolanos, quienes esperan encontrar debajo del arbolito o en sus zapatos cercanos al pesebre, las peticiones que desde comienzos del mes de diciembre han realizado para celebrar la Natividad del Señor.
Familias enteras se unen y mantienen la ilusión de los pequeños, que desde temprana edad son inculcados con esta hermosa tradición.
Sea cual sea la tradición familiar, los pequeños no solo solicitan un obsequio material, pues sus padres los han enseñado a pedir amor y unión entre sus seres queridos.
Cabe resaltar que cada país como cada familia tiene su cultura y tradición, por lo que infunden a los pequeños que el 24 de diciembre en la noche, llegará a la casa el hijo de Dios con aquel obsequio que tanto anhela.
El Niño Jesús es una devoción cristiana a la figura de Jesucristo cuando era niño. En algunas partes del mundo, especialmente Latinoamérica, es quien trae los juguetes a los pequeños de la casa. Esto ocurre sobre todo en la casas de familias que resaltan la parte religiosa de la festividades decembrina. Los niños dirigen su carta de peticiones al Niño Jesús.
Con la llegada de la Navidad, los pequeños son los principales protagonistas de este mes festivo, ya que reciben innumerables regalos que fueron solicitados a través de una carta, donde se agradece todo lo recibido y se solicita aquello que quieren obtener por su buen comportamiento.
Padres y representantes de los más pequeños, consideran que lo importante no es creer en uno o en el otro, ya que en todo caso la experiencia de Navidad se vive en el corazón de cada hombre que se forma.
Resaltaron que igualmente la importancia de la Natividad esta en mantener a la familia unida, a través de las fiestas y el compartir durante esta época importante, sin importar cuánto se gaste.
Fotos: Simón Alberto Orellana