Alfonso Saer: Intensidad al cierre

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Sacudón tremendo. Un vigoroso despertar en el tercio final proporcionó un triunfo que vuelve a evitar el punto de quiebre. Amarrado en cinco tramos por Paolo Espino, Cardenales se soltó con toda intensidad, hizo diez en tres episodios coronó con seis en el octavo. Por enésima vez el relevo fue puntal para mantener cerca al rival. Luego, batazos claves como el de Robert Pérez para igualar en el séptimo, el de Guilder Rodríguez para destapar el ataque del octavo, el de Orlando, allí mismo, después de no poder tocar la bola, y un segundo petardo productor de Luis Valbuena, con noche inspirada de tres fletes. Nada de eso habría ocurrido sin el manejo certero de Pedro Grifol. Sus apagafuegos solo permitieron cuatro hits en cinco tramos y el estratega movió la banca con eficacia. Tocó con el cuarto bate Retheford en el séptimo, luego de que éste la sacara un inning antes, y le dio un turno vital como emergente a Navarro, quien negoció boleto que acercó la pizarra 4-3. Entre el sexto y el octavo Alfredo Pedrique utilizó inútilmente siete tiradores, todos vapuleados por la rebelión crepuscular.

 

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El libreto se repitió una vez más. Abridores inconsistentes y luego bomberos muy efectivos. Justin Cassel sacó los tres primeros episodios sin tolerar inatrapables, bien ayudado por tres jugadas al campo de Jiménez, Retheford y Solarte. En el cuarto, como casi siempre, se le acabó la gasolina y un cuadrangular de Héctor Giménez puso a Caribes arriba 3-1. En la siguiente entrada terminó de desenfocarse y Grifol recurrió a Montoya, quien retiró un tercio de ese inning y de seguidas el sexto. Apenas si Víctor Moreno le toleró un cuadrangular a Gustavo Molina, para darle la quinta carrera a Caribes. El sustituto tomado de los Tigres se repuso y retiró cinco en fila. Del otro lado, Espino fue un dictador y solo toleró tres indiscutibles en cinco episodios. Solo que la suerte del encuentro la iban a decidir los relevistas. En ese octavo el descalabro de los orientales vio pasar once por el plato, mientras Orlando, Valbuena y José Yépez despachaban conexiones claves. Por ahora Cardenales esta a medio juego de la final, escoltando a Caracas sin perder de vista a Magallanes. Un equipo cuyos abridores difícilmente permiten menos de cuatro o cinco anotaciones en sus breves salidas, requiere en la mayoría de los casos resolver los partidos a batazos. De hecho, Anzoátegui, recibió 22 carreras en los dos daños recientes frente a los crepusculares. Los problemas en el pitcheo de apertura se van resolviendo día a día. Mañana comenzará para los pájaros rojos la última ronda de la semifinal. En lo que se supone otro lleno hasta las banderas el derecho Ken Ray tratará de lograr el asalto del segundo puesto frente a los Leones. El avance a la instancia culminante esta cerca, pero son cuatro juegos a librar batallas a sangre y fuego. De momento, Grifol y su tropa van día a día.

 

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