#Opinión: Noél Rodríguez Por: Alexis J. Guerra C.

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Planteamientos

Por estos días se hizo público y oficial el anunció del hallazgo de los restos de Noel Rodríguez, casi treinta años después de ser detenido, el 29 de junio de 1973, en Caracas, durante el primer gobierno de Rafael Caldera, del partido Copei; por el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA).

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Como si de la proyección de una vieja película se tratara, comenzamos a rebobinarla, para ubicarnos por los pasillos de la Universidad Central de Venezuela, en el Liceo Briceño Méndez y en la Primera Carrera del sector de Pueblo Nuevo, en El Tigre, en la década de los años sesenta, cuando me resultaba usual su figura y su saludo, si entrar en detalles, en el marco de una circunspección y seriedad tal, que ya hablaba de su personalidad.

Noel Rodríguez, nació el 11 de marzo de 1946 en el Valle de Pedro González, estado Nueva Esparta, hijo de la señora Zenaida y Gregorio Rodríguez.

Se residenciaron en la Cuarta Carrera Sur, sector donde también vivía la familia de Gabriel Puerta Aponte. Formaron parte de esa camada de margariteños que para esa época, cuando comenzó el “boom” de la explotación petrolera en el oriente del país, recalaron hasta la mesa de Guanipa, donde ya comenzaba a erigirse la ciudad que luego Miguel Otero Silva, retrataría en Oficina N° 1. Mis padres también formaron parte de esa avanzada insular que pobló la sabana, al lado de taladros, balancines mechurrios y tanques petroleros.

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En los años 60, resultó difícil sustraerse del ambiente en el cual se desarrollaba el proceso de formación educativa, influenciado por lo que ocurría tanto en el recinto del Liceo como en la calle, en medio de la clandestinidad. El PCV y el MIR, como partidos promotores de la guerrilla urbana y rural, en 1962, fueron ilegalizados.

Ya en el Briceño Méndez, nos tocó vivir con intensidad las jornadas de protesta y solidaridad por un hecho que nos inauguraba en esas lides y que conmocionó a la región. El 4 de mayo de 1962 ocurrió la masacre del Liceo Miguel José Sanz, de Maturín, perpetrada por las bandas armadas de AD, en la cual fueron asesinados los estudiantes Alberto Millán Marcano y José Rafael Guerra, ambos militantes de la Juventud Comunista JC.

Noel Rodríguez se graduó de Bachiller dos años antes de nuestra promoción y se fue a estudiar Economía en la Universidad Central de Venezuela. Corría 1965, era la época en que se reorganizaba el Frente Guerrillero Antonio José de Sucre, dirigido por Luís F. Soto Rojas, Trino Barrios y Moisés Moleiro. Por nuestro lado, con el aval de haber sido presidente del Centro de Estudiantes del Liceo, una vez inscritos, infructuosamente, buscamos en la FCU y en la Residencia Estudiantil (Leningrado) al Comandante Henry, seudónimo del contacto entre la JC, la UCV y la guerrilla. Finalmente, desistimos.

A Noel, era común verlo en los pasillos de la Facultad, cercanos a Humanidades, en mi camino hacia el Edificio de Arquitectura donde funcionaban las aulas de Administración y Contaduría. Pasillos que un día vimos forrados con aquel afiche que decía: “Desde hoy, nuestras aulas serán las montañas del oriente venezolano”, suscrito por un Presidente de la FCU- ULA. Años después se convertiría en delator de los organismos de seguridad del Estado.

En 1969, el 31 de octubre, el gobierno de Rafael Caldera ordena mediante la “Operación Canguro” el allanamiento a la UCV. Las protestas en la ULA, igualmente condujeron a su allanamiento. Domingo Salazar, estudiante de Medicina, perdió la vida fusilado por el cuerpo de cazadores, el 18 de noviembre de ese año. En el seno del PCV, los líderes más prominentes, Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, entre otros, impulsan la tesis de la Paz Democrática, convencidos del fracaso del movimiento guerrillero; y luego, en 1970, fundan el Movimiento al Socialismo, MAS, ocho años después de la creación del MIR, bajo el objetivo de conducir al pueblo venezolano por medio de la revolución nacional hacia el camino del socialismo.

Son algunos hitos de una época cruenta en la cual el poder democrático no se diferenció de la dictadura a la hora de la represión en defensa del poder. Aún hay espacio para el balance de cuánto significó para el país. Entre tanto, se anuncia el retorno de los restos de Noel a El Tigre, donde su figura alta, de tez morena, erguida sobre sus principios irrenunciables, seguramente desandará sus pasos por la Primera Carrera, en el transitar eterno.

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