Como reza la máxima de la vida, cada quien es dueño de sus actos y por supuesto responsable directo de todas y cada una de las decisiones que tenemos a bien adoptar, sean estas de manera individual o de carácter colectivo, cuando formamos parte participamos y fijamos posición en cuerpos colegiados, donde se debaten los temas que son propios de las organizaciones, sean de tipo empresarial, político, deportivo, comunitario o de cualquier índole.
Hago esta afirmación, porque en este proceso de regresión, retroceso y degredo del concepto y práctica de la política en Venezuela, a la cual nos ha llevado la mal llamada Revolución Bolivariana que lidera Hugo Chávez desde hace más de catorce años, hemos observado cómo la inversión de valores y la sustitución de la capacidad y el talento por el servilismo y la incondicionalidad, han venido tomando fuerza, al punto que desde el estado y los poderes públicos totalmente enrojecidos y partidizados, se ha hecho realidad el asalto del poder, por la fuerza de una legalidad cómplice, con techo de vidrio, que amparada en el alistamiento de los altos mandos militares en las filas del supuesto socialismo, están destruyendo los pocos espacios democráticos y plurales que les queda a la sociedad venezolana; pero al compás y al son de esa peligrosa orquesta, parecieran tocar y bailar los dirigentes con mayor responsabilidad de orientación y conducción en la Mesa de la Unidad Democrática, quienes de espaldas al serio y magnánime compromiso con la Patria Democrática, libre y plural que soñamos la mayoría de los venezolanos, reincidimos en los errores, que nos han llevado a sucesivas derrotas. Los Paraqueima, Ojeda, Núñez, Escarrá, Didalco, De Lima etc, etc, no cayeron del cielo, fueron investidos y ponderados por los errores cometidos.
Frente a ello, quiero resaltar que no podemos seguir incurriendo en equivocaciones y debo subrayar, que el gran tema del momento que la MUD está obligado a debatir de cara a toda la sociedad Democrática es la ausencia presidencial.
