#Opinión: El voto emocional Autor: Sira Vargas Rodríguez

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En este país la ignorancia lleva a pensar con las emociones y no con la mente racional.
Eso es pereza mental, solamente con contar uno más uno es igual a dos, ya supone un esfuerzo para mucha gente. Entonces, no se toman el tiempo para reflexionar sobre lo que están viendo, o viviendo, para hacer un análisis de la realidad y entonces se dejan arrollar, llevar por algún grupo.
Otros piensan y de ellos toman sus argumentos, sean válidos o no, solamente por no contrastar los hechos. Se debe hacer uso del libre albedrio, sino la persona pierde su fuerza, ese don que Dios le dio. No se puede perder la identidad ya que dejamos de ser nosotros mismos, por lo tanto nuestra opinión vale y para opinar debemos discernir, evaluar, analizar. Es decir, usar nuestra capacidad de pensamiento. El corazón se debe usar solamente en una primera oportunidad. Por ejemplo, cuando conocemos a alguien, hay una voz dentro de nosotros que nos dice que esa persona no es digna de confiar, tiene algo malo que no determinamos. Luego de ese primer momento, entra la mente racional y nos fijamos en otras cosas. La mente racional tapa lo que dice la intuición, pero debemos escuchar esa voz, taparla es un riesgo, porque ella representa el conocimiento ancestral. También cuando nos proponen un negocio o una actividad, rápidamente la intuición nos habla. Es un momento muy rápido, ya que la mente consciente entra de inmediato y la intuición se va.
En cuanto al voto, es una acción racional, debe prevalecer la mente consciente, para que podamos discernir entre el bien y el mal. Debemos comparar, evaluar a las personas que se proponen para un cargo. Si tengo honestidad, se supone que el líder quien yo quiero que me represente debe ser honesto. Si me gusta la tranquilidad, la paz, le daré mi confianza a alguien a quien le guste la paz. La comparación debe hacerse entre las diferentes opciones así como también con nosotros mismos, ya que ese gobernante se meterá en nuestra vida diariamente a través de los medios, por lo tanto se va a tener de invitado permanente. Debo “convivir” con ese líder, entonces su filosofía debe agradarme porque es como tener una pareja. Si admiro la honestidad y mi pareja es deshonesta, no podré vivir con ésta, porque choca con mi filosofía, mi forma de pensar o mis principios. Los principios no se pueden ceder, por lo tanto, no me puedo convertir en deshonesta para poder vivir con alguien. Esto es lo que ocurre cuando tomamos decisiones apresuradas sin valorar lo que soy, lo que pienso y siento para poder elegir a quien va a compartir conmigo.
Se ha observado desde siempre que los venezolanos nos dejamos llevar por las características físicas externas o las percepciones falsas que tenemos de los candidatos. Nos enganchamos en su carisma y nos olvidamos de la razón por la cual se está postulando. No los necesitamos modelos o payasos, sino gerentes. Eso es lo que debemos evaluar. El candidato que va a ejercer un cargo público de responsabilidad en el beneficio de una ciudad, estado o país debe tener un perfil y debemos acercarnos a revisarlo para ver si podrá ejercer con eficiencia. Repito, ejercer la gerencia. Por lo tanto, debe tener una preparación, estudios que le sirvan de soporte o de andamiaje para tomar decisiones que involucran políticas para el progreso y mantenimiento de una población. Además, debe tener experiencia para el cargo al cual se postula, preferiblemente, porque si elegimos a alguien sin suficiente experiencia tendrá que comenzar por aprender y allí se perderá un tiempo valioso. Debe tener características de líder, por lo tanto, debe ser visionario, pionero, arriesgado en lo que cabe, ser ejemplo, modelo para el resto. Ser modelo para el resto es ser correcto, honesto a toda prueba porque va administrar dinero público. También debe ser respetuoso, con capacidad de trabajar en equipo, ya que la gente autocrática, arrogante, megalómana, no escuchará opiniones de los que saben, o no sabrá aprovechar los talentos de los componentes de su grupo, porque cree que es un Dios, que no se equivoca, y que los otros no valen nada. Debe ser reservado, prudente porque una persona “bocona” que diga todo lo que piensa sin medir consecuencias, que agreda al otro, no puede ser buen líder.
Por lo antes expuesto, debemos evaluar usando nuestras capacidades mentales para dar el voto en cualquier elección, porque esa persona nos representará, será el líder que nos guie. Ese gerente va a tomar decisiones por nosotros, así que deseamos que esas decisiones sean correctas, que nos lleven al progreso que anhelamos, a la visión de país que necesitamos. No deseamos un líder que nos avergüence ante el mundo, que resalte por lo negativo, sino por lo positivo. Veamos le modelo del alcalde de Medellín. Ha dado mucho que hablar porque esa ciudad en su administración pasó de ser una ciudad de narcotraficantes, violencia a un ejemplo de progreso.

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