En la vía Carora piden un alto al hampa

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Habitantes de los caseríos La Falda, Maracay y Las Campanas, cerraron la vía a Carora en ambos sentidos, este lunes en la mañana, solicitando seguridad. Ayer uno de los residentes fue herido de bala cuando intentaron robarle la moto: “La moto no encendió y, por esa razón, el delincuente le disparó a nuestro vecino”, declaró Ana Aldazoro.

Antes de las 7.00 de la mañana, cerraron el paso de vehículos particulares y unidades de cargas pesadas. Se trató de un verdadero caos vehicular que tenía alrededor de tres kilómetros de colas en cada canal de circulación. Al lugar de la protesta, apenas llegaron algunos funcionarios de Polilara, los mismos que estarían haciendo falta en los pueblitos de la zona.

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“No observamos patrullajes en las comunidades. Tenemos mucho tiempo afectados por la delincuencia, sin embargo, las autoridades no hacen nada por defendernos. Si protestamos hoy es, precisamente, cansados de la inseguridad, de la dejadez que muestran las autoridades frente a esta situación”, agregó.

Mientras tanto, María Escobar, otra de las manifestantes, informó que incluso los niños son presas del hampa. A su sobrino de ocho años, le robaron la bicicleta que utilizaba para trasladarse hasta la escuela. Lo lamentable del caso, es que son muchos los infantes atacados en medio de los poblados para despojarlos de este medio de transporte y no tienen otra opción más que caminar hasta dos kilómetros para llegar a los centros educativos.

“Nos da miedo que el hampa se apodere por completo de las comunidades rurales. Así como existen dispositivos para custodiar a la ciudad, es justo que en los sectores foráneos contemos con protección. No hay un módulo policial ni punto de control por parte de la Guardia Nacional. Ojalá con la protesta de hoy (ayer) sirva de reflexión a los gobernantes”, expuso Escobar.

Al parecer, los antisociales que perturban La Falda, Maracay y Las Campanas, provienen de los caseríos Guadalupe y Botiquín. En este sentido, los vecinos alertan a los organismos de seguridad y advierten que, de ser necesario, volverán a cerrar la vía que conduce al municipio Torres hasta tanto sean atendidos como lo desean.

En motos
La mayoría de delincuentes que frecuentan la carretera Lara-Zulia y los caseríos de los alrededores, lo hacen desde motos, escondidos entre los árboles o quebradas. No hay horario para el hampa que afecta a las comunidades campesinas. Desde muy temprano, llevan a cabo los atracos a mano armada, atemorizando a amas de casas, niños y estudiantes.

Este lunes, los manifestantes aseguraban que antes de marcharse al lugar de trabajo o sitios de estudios, son atacados por los antisociales quienes actúan libremente, sin la mínima sanción por parte de las autoridades.

Varios de los habitantes, exhortaron al gobernador Henri Falcón para que envíe policías a las zonas más afectadas a objeto de dar tranquilidad a las familias que tienen hasta más de 50 años de residencia en esos lugares pero, es desde hace unos años para acá, que la inseguridad les afecta en gran medida.

Además abogaron por los conductores de la vía Carora, a quienes les tiran objetos en pleno viaje para que se detengan y luego atracarlos. La situación se repite a pesar de los puntos de vigilancia vial ubicados a lo largo de la carretera.

Se trata de una ola de inseguridad que, de no contar con la asistencia de los expertos, seguirá perjudicando a inocentes, a residentes y foráneos. De hecho, a la altura del pueblo de Arenales, donde turistas de otros estados acostumbran hacer una parada para almorzar, la situación es peor.
“No conforme con atracar a las personas, en algunos casos, los despojan hasta de los vehículos. Nos sentimos muy preocupados por el tema de la inseguridad nos afecta a todos por igual: en el campo o la ciudad, es necesario que se reformulen las estrategias para abordar el hampa”, acotó otro de los manifestantes quien por temor a posibles represalias no ofreció su nombre.

Se suman preocupaciones
Además de la situación de inseguridad que aqueja a las comunidades rurales que colindan con la carretera Lara-Zulia, están los apagones diarios, los cuales generan mayor estado de zozobra. Esperan que la crisis eléctrica nacional se resuelva lo antes posible y, de esta manera, cuenten con la luz para iluminar los caminos y realizar los quehaceres del hogar.

Aparentemente, la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) tiene conocimiento de las caídas de tensión en el sector El Avioncito, sólo que no ocurren mejoras en el servicio: “Pagado a tiempo pero arrebatado cuando más lo necesitamos… en las noches”, agregó la vecina María Escobar. Las familias, por su parte, toman las previsiones necesarias y en los humildes domicilios no faltan las velas para iluminar una vez que falla la electricidad.

Por otra parte, los vecinos hablaron de la necesidad de mejorar las vías de acceso a los caseríos. Desde hace años, esperan por la rehabilitación vial, tanto en bacheos como en pavimento nuevo para aquellas zonas donde nunca han sustituido la simple tierra amarilla. Asimismo, resulta imprescindible aumentar el suministro de agua a través de las cisternas.

Explican que si bien se surten del vital líquido mediante los “viajes” de las cisternas, la mayoría de veces, resulta insuficiente para abastecer todos los grupos familiares. Logran llenar unas cuantas “pipas” (recipientes) que no alcanzan para llevar a cabo todos los quehaceres y además cumplir con los hábitos de higiene.

Sin olvidar, las carencias que presentan en materia de viviendas. El Gobierno nacional ha promovido planes habitacionales alrededor del país en los últimos 14 años, no obstante, hace falta beneficiar a numerosas familias de los caseríos La Falda, Maracay y Las Campanas.

En pequeños domicilios hechos con bahareque, así como humildes ranchos de zinc, sirven de residencias a los grupos familiares que esperan la Misión Vivienda ofrecida como último comodín durante el Gobierno actual.

El artículo 82 de la Constitución, establece con claridad el derecho que tienen los venezolanos de una vivienda digna y el Estado está en la obligación de socorrer especialmente a las familias de escasos recursos económicos.

De allí que los habitantes de las zonas rurales se aferren a la esperanza de que el Estado construirá las casas que hacen falta. A poco tiempo de la época de lluvias, por ejemplo, crece la preocupación de las pequeñas, medianas y grandes inundaciones en la vía Carora: los sencillos domicilios no resisten los aguaceros.

Asimismo, piden la atención en materia de salud y educación. Rehabilitar las instituciones educativas de los pueblitos más humildes, así como construir espacios para la cultura y deporte, son parte de las necesidades que cuentan los campesinos.

Seguidamente, cuentan acerca de las calamidades que atraviesan para recibir atención médica. Lo ideal es que existan ambulatorios bien equipados en las zonas más apartadas de la civilización a fin de atender las emergencias en adultos y niños, así como poner en práctica consultas prenatal para las mujeres de los caseríos.

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