El Bolívar de Lamata

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El cine venezolano ha sido un tanto parco con relación al cine histórico. Es más, el súper tema de la Independencia (1810-1823), apenas ha sido abordado por nuestros cineastas. Es complicado llevar a la ficción hechos y personajes que forman parte de toda una mitología alrededor del Estado cuya solemnidad riñe con las licencias creativas que los artistas pudieran incurrir, y con ello, incordiar, al Poder.

El Bolívar de bronce es casi un Dios, y los dioses deben mostrarse inaccesibles al común de los mortales. Además, alrededor de un Dios se construye una fe, y ésta impide cualquier ejercicio desacralizador. Ni siquiera el Gabo se mostró irreverente hacia el Mito Bolívar cuando llevó a cabo su recreación literaria en el “General en su Laberinto” (1989).

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¿Es entonces Lamata el primero en mostrarnos a un Bolívar humanizado? Sí y no. No hay duda que su propuesta alrededor de un Bolívar jovial, mujeriego y un tanto inconsistente en lo que se refiere a su integridad política y moral le acerca a una gran mayoría de venezolanos comunes de la Venezuela de hoy. Aunque por otro lado, ese exceso de espontaneidad, nos lo muestre más cercano a una caricatura que hace del recuerdo histórico una completa burla.

El Bolívar que Lamata nos presenta reduce al caraqueño al ámbito del oportunista. No hay grandeza histórica en las actuaciones del Libertador en la adversidad, no hay intensidad dramática creíble alrededor de Roque Valero, el actor que le da vida a Bolívar.

Lamata escogió el año 1816 porque quiso mostrarnos a un Bolívar sólo ante la adversidad. Derrotado por Boves en 1814 y sin el apoyo inglés, su errancia por el Caribe era la de un proscrito y no la de un altivo Libertador. Además este Bolívar, si uno es capaz de leer entre líneas, hace el principal énfasis en la igualdad racial y la revolución a favor de la liberación de los esclavos negros y los pardos. Este Bolívar “democrático” que solicitó apoyo a Petión, el Presidente de Haití, es el Bolívar popular que encaja a la perfección alrededor de los postulados del actual régimen.

El Bolívar de Lamata confluye alrededor del Bolívar chavista, y es hasta normal que esto sea así, ya que Lamata se ha dejado financiar por el Estado venezolano renunciando a sostener cualquier impase que ponga en cuestión la vigencia de sus proyectos. Y además, entiende, que el pasado como propaganda, le sirve al régimen pro bolivariano con el que se identifica.

Es bueno acotar que la campaña que se inició luego del desembarco en Ocumare de la Costa en 1816 terminó en un estrepitoso fracaso y que la actuación de Bolívar en la misma fue muy poco heroica. Su pretendido, mando indiscutible, fue una completa ficción, y desde entonces, militares como Piar y otros tantos, dentro de su propio bando, se convertirían en enemigos irreconciliables.
Finalmente, habría que señalar que existe un hartazgo entre la población del país acerca de Bolívar. La gente, la ciudadanía, ya sea por instinto o convicción, sospecha que éste Bolívar de Lamata está al servicio del régimen, y que éste Gobierno representa un completo fraude. La baja audiencia de espectadores así lo confirma. Recuperar a Bolívar bajo un mínimo decoro histórico sigue siendo una apuesta a futuro, y lo más importante, recuperar a un Bolívar amplio y generoso al servicio de la unidad, la paz y el progreso de todos los venezolanos, un imperativo.

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