Planteamientos – Los emprendedólares

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Son hijos de la política cambiaria que se aplica en Venezuela. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, los orígenes de ésta se remontan a la irrupción del petróleo en la economía venezolana. El rentismo petrolero es el caldo de cultivo para la avidez por el lucro fácil que en buena parte ha alimentado el surgimiento de empresarios a la sombra del Estado. Los ejemplos sobran, a lo largo del siglo XX y en lo que va del actual.
La diferenciación entre el sector petrolero y el resto de la economía, por efectos de la generación de los ingresos fiscales, una vez creado el Banco Central de Venezuela, en 1940, condicionó el establecimiento de una política diferencial de cambio. Con la nacionalización del principal producto de exportación, en 1976, desaparece el dólar petrolero y se fija el precio único de 4,30 para dicha divisa.
La época del “ta barato dame dos” se prolongaría hasta el 18 de febrero de 1983. El llamado “viernes negro” marco el colapso. Se estima en 22.700 millones de bolívares, el monto de las divisas que salieron al exterior, según los registros acumulados hasta el último día de la libre convertibilidad bolívar – dólar. De ellos, cerca de 2.500 millones correspondían a obligaciones del BCV, en tanto que el resto a operaciones del sector privado llevadas a cabo en los meses precedentes.
Los grandes beneficiarios de esas operaciones de fugas de divisas, representan el germen de la clase que luego se multiplicaría, mediante los ilícitos cambiarios, para dar origen a lo que hoy pudiera denominarse: los emprendedólares.
Del capitalismo emprendedor, tan en boga hoy, hicieron referencia por allá, a mediados del 2007, tres economistas estadounidenses: William J, Braumel, Robert E, Litan y Carl J. Schran, en un libro titulado: “Capitalismo bueno, capitalismo malo. La economía del crecimiento y la prosperidad.” Que se haya tardado un lustro en asimilar tales lecciones en contra del capitalismo oligárquico, del capitalismo de Estado y del capitalismo burocrático propio de las grandes empresas, es parte de la otra cara de la historia empresarial.
Esa otra historia que se emparenta con la llamada “economía subterránea” que se desenvuelve paralela y de manera subyacente en el ámbito de la globalización mediante las redes que materializan el narcotráfico, la venta de órganos, el tráfico de armas, la trata de blancas y el lavado de dólares. Sin que el Estado, independientemente de su nacionalidad, haya podido implementar idóneos mecanismos de control para generar este tipo de emprendimiento fraudulento y especulativo, cuyo volumen de dinero, en términos de las transacciones que realiza y las ganancias que arroja, en mucho supera las cifras de la economía formal.
Esta suerte de espécimen que prolifera en el mundo de los negocios tiene el talento suficiente para operar allende las fronteras venezolanas y comienza a reproducirse en países latinoamericanos que presentas condiciones similares a nuestro país: niveles de inflación, regulación de precios internos, restricciones cambiarias, y problemas para importar. El mercado “blue” (así califica el exclusivismo argentino a lo que se denomina negro) del dólar paralelo promueve la “fuga de talentos albicelestes” hacia Uruguay.
Estos emprendedólares incluyen en su portafolio un plan de negocios con los “raspacupos” que contratan. La red incluye contactos en otros países, traslados y entrega de facturas ilegales para soporte de los gastos “ficticios” relacionados con consultas médicas, viajes de turismo y compra de equipos electrónicos. Ilustrativo es el caso de los vuelos charter organizados bajo el amparo de altos funcionarios, a su paso por el Ministerio de Interior y Justicia, con la complicidad de agencias de turismo merideñas. Un par de años atrás, la denuncia por parte de Gerardo Regardíz, ex Secretario de Seguridad, bajo el gobierno de Florencio Porras copó los medios regionales y nacionales. El caso reciente del narcotráfico que involucra a guardias nacionales habla de emprendedores que asimilaron el lema: “el dólar es mi divisa”.
Según reza el credo del emprendedor, la “creatividad” y “audacia” puesta al servicio de una oportunidad, de una idea, lleva a su “apalancamiento,” pero muchas veces utilizando los privilegios del poder gubernamental. No sólo existe el capitalismo emprendedor, el socialismo como tal florece en nuestros predios.

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