Steve Jobs, “un gran amante” que solo tuvo un amor: Apple

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Un bocado a la manzana. Es un título evidente para escribir sobre Apple, la marca de moda entre los consumidores. Da mucho juego. Vale igual para hablar desde el origen de la firma de Cupertino hasta sobre cómo le come mercado la competencia. Y ese arranque es el que elige para contar su parte de la historia Chrisann Brennan, quien fuera pareja de Steve Jobs y madre de su primera hija, Lisa. Otra cosa será ver si estas memorias saltan de una lectura en tableta a la pantalla frente al sofá en formato culebrón.

Chrisann salta ahora a escena para contar cómo fue su vida con Jobs, cuando acaba de cumplirse el segundo aniversario de su muerte tras años de lucha contra el cáncer. Caracteriza al que fuera su compañero sentimental como una persona con una espiritualidad muy agresiva. Hasta aquí nada nuevo, porque es conocido que el cofundador de Apple era un perfeccionista, muy exigente con los suyos y que luchaba hasta el final por lo que creía. De lo que no se había hablado es de cosas muchos más íntimas.

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La que se dice fue la primera novia de Steve Jobs cuenta que fue un gran amante, lo que es lo mismo que decir que era muy intenso al hacer el amor. Tampoco es un secreto que Steve Jobs dedicó su vida a Apple, su verdadera otra mitad, su gran creación y también su gran vicio. Por cierto, de la hija con Brennan tomó el nombre que utilizó para identificar el primer ordenador con interfaz gráfico que vendió Apple, hace tres décadas. Las dos Lisa nacieron en 1978.

Ahora Brennan cuenta en las memorias como la relación personal entre ambos se deterioró rápido durante los primeros años de vida de la incipiente Apple. “Nunca salimos a cenar”, afirma la autora. Cuando la compañía ya estaba en marcha, lo hicieron un poco más amenudo. Pero apunta que solía ser muy “sarcástico” con los camareros. El trato que Steve Jobs dio a sus empleados nunca destacó por su amabilidad, más bien por ser autoritario.

Apple crecía, y también lo hizo el compromiso de Jobs hacia la compañía. “Era como si tomaran la vida el uno del otro”, cuenta en la memorias, cuyos derechos compró el New York Post, el tabloide de Rupert Murdoch, que está publicando algunos extractos. El libro saldrá a la venta el próximo 29 de octubre. Brennan lamenta que el comportamiento de Jobs no mejorara cuando dejó de ser adolescente ni con el éxito después de la compañía.

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Las diferentes historias que se están publicando sobre Steve Jobs coinciden en una cosa: asumía que todo el mundo debía dar lo mejor de si mismo y por eso les exigía el máximo. Las escenas que Chrisann Brennan relata del restaurante también revela que el patrón de Apple no se conformaba tan fácil. Y ese es precisamente el éxito en el que se apoya el fabricante del iPhone, del iPad y de los Mac, dar al público el mejor producto, como si fuera algo exclusivo.

Como caracteriza Brennan, Jobs era “un crítico compulsivo” y un obsesionado por la perfección. Estaba siempre en busca de la excelencia. Era algo que no podía controlar, comenta, y eso le convirtió en un déspota. La primera novia del cofundador de Apple concluye diciendo por ello que Steve Jobs fue un genio que nunca logró adaptarse al mundo imperfecto. “No sabía controlar muy bien cómo crecía su poder”, resume. “La excelencia”, concluye, fue lo mejor de Steve Jobs, pero la “usó como arma”.

 

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