«Secreto de confesión», fidelidad religiosa en juego

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La película venezolana Secreto de Confesión llega a las salas de cine del país desde el 13 de diciembre, largometraje de acción y suspenso escrito y dirigido por Henry Rivero, quien realizó la cinta Puras Joyitas, que logró ser una de las películas más taquilleras en el 2007.

La historia se centra en un atormentado policía que arriesga su vida investigando a una red de crimen organizado que involucra a un senador corrupto, sospechoso de contratar a un enigmático asesino para eliminar a los testigos de una masacre indígena. El filme da un giro sorpresivo cuando el asesino entra a un confesionario y le revela a un sacerdote que planea matarlo.

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Son más de 90 minutos donde el público será testigo de un juego psicológico entre el asesino y el clérigo, quien se debate entre violar el sigilo sacramental para salvar su vida, o validar la confesión y morir como mártir.

La historia es protagonizada por Juan Pablo Raba, Marlon Moreno, Luigi Sciamanna, Eglantina Zingg en su primera participación en el cine, Leónidas Urbina, Daniel Alvarado, Jorge Cao, Carlos “Pity” Camacho, Alejo Felipe, Vicente Peña, Dimas González, Dayra Lambis y Haydee Faverola. La producción ejecutiva fue de Juan Pablo Raba, Edgar Ramírez, Julián Giraldo, Henry Rivero, Carolina Angarita B., Felipe Ardila E., Wilson Gómez, con producción de Rodolfo Cova.

«En esta película quisimos aprovechar la oportunidad y el apoyo que me dio el CNAC y los inversionistas, quienes están proclives a que uno experimente, a que se busquen cosas artísticas, por eso violentamos, si se quiere, las reglas formales del género policial», expresó el director.

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Enfatizó que ha estudiado mucho el género, «soy un fans, pero cada vez que me enfrento a un nuevo proyecto me pregunto qué se ha hecho, y luego me meto una inversión de docenas de películas, libros, teatro y hasta pinturas, todo lo que corresponda para uno buscar referentes e inspiración».

– ¿Trabaja para complacer al público o su inquietud creativa?

– Es muy delicado ese balance. Uno tiene ideas y necesita contarlas con mucha pasión, pero somos responsables completamente con el hecho comunicacional. Una película implica una responsabilidad de tiempo, esfuerzo y mucho trabajo, esa palabra es clave, esto es un proceso de 10 años de idea.

– ¿Cómo fue el rodaje?

– Fueron ochos semanas de rodaje, siete en una primera etapa, porque hicimos una primera versión de la película, que la tengo guardada en el closet, la cual presentamos a unos distribuidores y a un público reducido y no nos sentimos a gusto con el resultado, porque no estábamos honrando el esfuerzo de más de 200 personas que a lo largo de los años han apoyado este proyecto. Se rodó en el 2011, soy socio de Juan Pablo Rada junto con Edgar Ramírez en la productora. A Juanpa (Raba) siempre estuvo vinculado en el proyecto, y él es muy amigo de Marlon Moreno, a quien le presentó la historia y aceptó de inmediatamente.

-¿Cómo logró trabajar con Luigi Sciamanna?

– No recordaba dónde lo había visto, solo sabía que es rolo de actor. Cuando llegué a Venezuela, porque llevo años viviendo en Colombia, dije que no existía película sin Luigi interpretando al senador, me dijeron que era muy difícil, pero igual insistí y le enviaron el guión. Lo hicieron y luego nos citó a una reunión.

Al encuentro llegó con los brazos cruzados, le enfaticé que iba tener la posibilidad de construir el personaje en todo su espacio, su búsqueda y compromiso artístico. Me recordó que había hecho Puras Joyitas donde notó que no hubo mucho esfuerzo, pero le dije que eso había sido hace seis años.

Fueron dos horas, quedé extenuado, pero aceptó, y terminamos con un abrazo. Hicimos un trabajo hermoso de construcción de personaje, tanto así, que su presencia en la película es un catalizador, razón por la cual hicimos una nueva versión.

La religión

«Mis padres no me bautizaron, eso fue un trauma, porque los niños decían que yo era el hijo del demonio. Mis pesadillas eran que entraba en la iglesia y la mano de Dios me sacaba, como si tuviera el pecado original. En sexto grado no hice la primera comunión, mi maestra me hizo entender que podía rezar el Padrenuestro. Ahora como adulto, para mí el Padrenuestro es un mantra, me da paz, y me acostumbré a que todos los 31 de diciembre lo rezo. A partir de ahí empezó una relación de asombro con lo que significa la relación católica, porque me parece que como sistema de creencias filosóficas, paradigmáticas, dogmáticas, es algo muy importante. En 1999 tuve la imagen de un Cristo crucificado de espaldas a nosotros, esa imagen me quedó, a partir de ahí nació la idea de pensar qué pasaría si un asesino va donde un cura y en secreto de confesión revela cosas. La reflexión es sobre qué harías tú, hasta dónde eres capaz de mantener una creencia o ser fiel a un dogma».

 

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