La diplomacia y el internet

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La diplomacia como arte y técnica de las relaciones internacionales, en su doble aplicación bilateral y multilateral, y como instrumento de comunicación en la comunidad, siempre estuvo regida por el imperativo del secreto. Desde el sonido de los tambores, con sistemas de señales como medio de transmisión de informaciones, pasando por el telégrafo, el teléfono, la televisión y los ordenadores; la diplomacia siempre utilizó los sistemas de información y comunicación, en la necesaria relación de los Estados, y sus representantes diplomáticos y consulares.

Uno de los padres de la Diplomacia, François de Callieres, embajador de Luis XIV en 1716 afirmaba «el secreto es el alma de la diplomacia». Cuando me desempeñé como diplomático en 30 años de carrera utilizábamos el uso de regletas y cifrados hasta las computadoras actuales, con sistemas de claves.

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La confidenciabilidad se rompió con las filtraciones que hizo WikiLeaks, al revelar el contenido de más de 250.000 mensajes de la diplomacia estadounidense. En el siglo XXI la información y la comunicación y así también el trabajo de los diplomáticos, no es monopolio de los gobiernos o de los poderes económicos, sino que está expuesta a la observación global, participativa, múltiple, accesible y libre. Internet, que es la «red de redes», revolucionó todos los órdenes la comunicación. Todos estamos inmersos en la globalización con las nuevas tecnologías de la comunicación.

Hoy el poder más que en términos de riqueza o fuerza se expresa en la información, comunicación y el dominio del ciberespacio. Estos tiempos reclaman una nueva dimensión moral en la circulación de la información. Internet representa frente al poder establecido la necesidad de su transparencia, por eso la actitud que algunos gobiernos quieren darle carácter subversivo. Mientras más veraz sea la información y la comunicación, la sociedad podrá tomar mejores decisiones, y podrá vigilar mejor los actos de sus gobiernos y las actividades de sus representantes. La imprenta y los libros rompieron fronteras universalizando el conocimiento, generaron revoluciones como la americana y francesa. Ahora con Internet se prepara una nueva revolución mundial, colectiva, porque no solamente el espacio virtual es para la expresión sino también para la vigilancia, y la pluralidad. Más que una democracia representativa y participativa es necesaria una democracia ecológica o cognitiva. Es un principio fundamental en la conducta humana que cuando las personas se sienten observadas se comportan de una mejor manera.
Vivimos la era de la comunicación, 5.5 miles de millones siguen la radio, 4.5 televisores abren la ventana del mundo, 3.5 teléfonos móviles y dos mil millones de computadoras permiten la autopista de la información y la comunicación alternativa. Las redes participativas de la web 2.0, el espacio cibernético en las sociedades democráticas y el respeto de los derechos humanos permiten realizaciones extraordinarias como fue en el proceso de la Primavera Árabe. En todas las plazas de El Cairo, de Túnez, de Trípoli, habían pancartas con agradecimientos al Facebook y al Twitter. Desde el punto de vista ético ningún país  puede deformar ni apropiarse del espacio cibernético, fundamental para la circulación de la información. Los  millones de usuarios de las redes socialessobrepasan la voluntad de los gobiernos y de los Estados. La revolución de Internet no la frenarán, pero hay que ponerla en buenas manos.

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@jcpinedap

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