Las voces de Penélope – Don Juan Villoro

Reflexionar sobre los tiempos que vivimos implica también pensar sobre cómo los escribimos. Ambas cosas conllevan la subjetividad que tanto miedo dio en el pasado y que hoy se acepta como parte del sujeto que las realiza, sujetado a su vez por innumerables redes  de significación, de las cuales somos prisioneros.
Pensaba en la enorme complejidad que ello implica mientras oía al mexicano Juan Villoro, manos al aire, disertar con la rapidez de una máquina de hacer palabras, sobre el ejercicio del periodismo y el de la escritura literaria. Asunto que lo obligaba a uno a correr al mismo paso al recordar que si bien ambas son expresiones de los tiempos que cruzan y acusan, incluso sus desvaríos, son distintas pero se tocan en las orillas en las circunstancias de crisis agudas en las sociedades. El texto periodístico se escribe bajo presión del tiempo y el espacio, recordaba quien no sólo es periodista sino poeta y escritor de narrativa y teatro. El periódicono sólo servirá al día siguiente “para envolver pescado” , sino que ahora los  “batacazos” ya no son ofrecidos por el periodista sino por aficionados que estaban allí y a través de las imágenes del celular, de su grabación de audio o de un simple tuit, informan al resto del mundo.
Esto no sólo habría movido el momento en que se conoce una noticia sino la manera en que luego se procesa. “¿Hacia dónde ha de ir el periodista para abandonar el terreno seguro?  El mundo de los hechos está allí pero la realidad del periodismo está en el texto sobre los hechos” , se pregunta y responde Villoro, quien lo ha demostrado fehacientemente a través de sus crónicas añadiendo que “le tocará al profesional reconstruirla, a partir de historias personales, un acontecimiento que conmueve a todos, aprovechando un elemento a todas luces subjetivo, como lo es la “empatía” emocional con el lector, que ha adquirido, gracias a la rapidez ofrecida por las tecnologías, información suficiente para saber si se le miente o se refrita una información”. En fin, que importa poder contarlo como no sabe contarlo el testigo que dio el pitazo.
De igual manera han cambiado la manera de abordar las entrevistas, las cuales han de llegar al entrevistado por donde éste menos lo espera. A  contramano de lo que muchos creen, “Mientras más concretas son las preguntas, mucho mejores son las respuestas.El periodista, va de Safari, va de cacería y sabe el valor de la presa que atrapa”.
Estos tiempos han sustituido la reflexión y el estudio por el oportunismo y la ligereza. Lástima que los estudiantes de periodismo casi nunca oyen hablar a “los” Juan Villoro. De su respeto por maestros como Monsiváis, el aporte de los narradores radiales populares a la crónica deportiva, de su pasión por la escritura que permite saber contar la realidad sin embellecerla y de su admiración por la pervivencia del libro, capaz de convivir con otras plataformas, porque “las manos que lo entregan son lo más importante de un libro”.