Reflexion – Murió mi amigo Enrique

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Dedicado especialmente a Rosario, su esposa y a toda su familia.

Si, hoy 15 de septiembre, hace exactamente un mes, la plaga del pecado, fundada por un ser celestial en los mismos atrios del Cielo, llamado Lucifer, al revelarse contra los designios de Dios, se llevó a mi amigo Enrique. Y hago énfasis en que el fundador de la muerte es este ser, que luego se llamará Diablo o Satanás, por cuanto está muy generalizado en la humanidad asignarle la culpa a Dios cuando un ser querido se nos muere y eso es un lamentable error.

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Sin embargo, es deber de todos aquellos que creemos en Dios y quienes nos llamamos cristianos, tratar de entender, que cuando Dios permite sucedan las cosas, aún, la tragedia de la muerte, busca ubicarnos en el camino de la Salvación y la Vida Eterna, por cuanto ese es su anhelo. No en vano se hizo humano en la persona del Unigénito Jesucristo para morir en la cruz del calvario y rescatarnos de perdición eterna. Era la única forma de acabar con esta tragedia que vive este miserable planeta.

A mi amigo Enrique, Raul Gutiérrez, en una interesante disertación antes de sacarlo para el cementerio, lo llamó, acertadamente, un “Job moderno”. Refiriendo que su enfermedad, a la vista de nosotros los humanos no se le encontraba sentido. Por cuanto mi amigo era un hombre sano, cuidaba con esmero su salud, buena alimentación, era temperante, hacía deporte, exitoso en sus negocios y con su hermosa familia tenía un trato muy especial. Y sobre todo, era “temeroso de Dios”. Lo interesante de todo esto, es que a pesar que Enrique también tenía estas inquietudes espirituales, pudo discernir el propósito de Dios cuando permite que cosas como estas pasen en nuestra vida. Y esto se evidenció, cuando al final de su vida no se abrogó el derecho de juzgar a Dios y entregó su corazón con profunda sinceridad a la voluntad divina.

Una semana antes de su deceso, le confesó a este hermano que lo visitó, que “ahora sí comprendía lo que Dios ha tratado de decirme”. Y al pastor Jairo Duarte, el día anterior a su muerte le confirmó: “Estoy muy claro pastor, que los más importante en la vida del ser humano es su Salvación”. En lo que a este servidor concierne, desde que se le detectó el primer problema respiratorio cuando regresó de los EEUU, se comunicó conmigo y comenzamos una mayor y estrecha relación amistosa y no se cansaba de hablarme del gran anhelo que tenía, que toda su familia conociera de este Evangelio de Salvación. Guardaba permanentemente en su corazón, esa noble esperanza. Por lo demás, seguro estoy, que en su hora más difícil “caviló” en su pensamiento, la expresión de Job cuando estuvo en el zenit de su sufrimiento. “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios” Job.19:25,26.

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“Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar «en región y sombra de muerte», le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría en la promesa de la venida de Aquel que es «la resurrección y la vida» para hacer «volver al hogar a sus hijos exiliados» LIBRO. Maranatha: El Señor viene. Elena de White. ¡En esto, creyó mi estimado amigo Enrique!.!Le volveremos a ver! ¡Hasta el martes Dios mediante.

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