Jennifer Lawrence: Los juegos del hambre es tan lucrativa que no tenemos que actuar nunca más

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«La verdad es que no llevo la cuenta, pero creo que la recaudación se acerca a los 2.000 millones de dólares ya», asegura Nina Jacobson, productora de «Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 2», mientras se encoje de hombros y deja escapar media sonrisa. Inmediatamente después, el director, Francis Lawrence, puntualiza que esa cifra ya ha sido superada. Entonces Jennifer Lawrence suelta una exclamación de asombro, como si la noticia le hubiera pillado por sorpresa en el mismo Hotel Villa Magna de Madrid, dónde la protagonista y el resto del equipo de la famosa saga acudieron a despedirse este martes, antes de su estreno en España el próximo 27 de noviembre, de la cuarta y última parte. «El hecho de que sea tan lucrativa hace que no tengamos que actuar nunca más», aseguraba entre risas la actriz.

Quién le iba a decir a Suzanne Collins, cuando se le ocurrió la idea de «Los juegos del hambre» haciendo «zapping» entre un canal que emitía un «reality show» y otro con imágenes de la invasión de Irak de 1990, que su historia iba a tener un éxito tan descomunal, tanto en las librerías, como en los cines. La escritora publicó el primer volumen de su trilogía en septiembre de 2008, con solo 50.000 ejemplares impresos, pero se llevó la primera sorpresa cuando, poco después, su editorial tuvo que duplicar la tirada hasta en dos ocasiones. La novela entró rápidamente en la lista de «The New York Times» de los libros más vendidos, donde se mantuvo 102 semanas consecutivas. Sus derechos fueron adquiridos después en más de treinta países y sus ventas han terminado superando los 23 millones de copias en todo el mundo en distintos formatos.

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La adaptación cinematográfica siguió la misma senda triunfal casi desde el principio. Su primera película se convirtió en un auténtico fenómeno en las taquillas, con Lawrence alzándose imponente sobre el resto del elenco de actores, con un papel, el de Katniss, que convertido ya en todo un icono para la juventud. Un personaje tan humano y complejo, como salvaje, que en la primera parte de la saga se rebelaba ante el siniestro y sangriento juego de supervivencia que la clase dirigente había convertido en «reality show», para diversión de la gente pudiente de Panem. Un drama lleno de violencia (no tanta como en el libro, pero abundante) que se mantuvo cuatro semanas consecutivas en el número 1, después de estrenarse en abril de 2012, recaudandonada menos que 400 millones de euros. Un fenómeno que no se veía desde «Avatar».

Precuelas y secuelas

Los más de 2.000 millones obtenidos hasta ahora, sin que se haya estrenado aún en algunos países como España, anuncian que esta última parte de «Los juegos del hambre», filmada al mismo tiempo que la tercera durante 152 días de rodaje en Atlanta, París, Boston, Berlín y Brandenburgo, va a tirar por tierra todas las previsiones y varias marcas.

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Por eso resulta extraño que no se haya pensado ya en secuelas o precuelas. «A menos que Collins decidiera escribir algo más, no hay ningún plan de momento. Había tres libros maravillosos y hemos hecho cuatro películas. Nos gustaría hacer otras cosas juntos, pero tenemos la sensación de que hemos contado la historia completa», cuenta Jacobson, que ya exprimió la gallina de los huevos de oro sacando dos filmes, en vez de uno, de la tercera novela. «El último libro tenía mucho terreno para cubrir y pensamos que, teniendo en cuenta los personajes y la historia, hacían falta dos películas para hacer justicia al libro», justificaba la productora, obviando los más que previsibles beneficios comerciales que se intuyen tras esta decisión.

En este capítulo definitivo -que tuvo que superar la muerte del actor Philip Seymour Hoffman en los últimos días de grabaciones-, vemos a una nación en guerra y a Lawrence enfrentándose con uñas y dientes al presidente Snow, interpretado de nuevo con brillantez por un Donald Sutherland al que tan solo le hace falta una pequeña mueca para generar una amenaza atroz o levantar un dedo para incendiar el mundo. «Creo que las cuatro partes son muy distintas y exploran diferentes temas. En esta última película, la más épica de todas, nos encontramos claramente con las consecuencias de la guerra y lo que eso significa», explica el director Francis Lawrence.

La rebelión de Lawrence

Desde que se estrenó la primera parte, hace poco más de tres años, la carrera de Jennifer Lawrence ha sufrido un ascenso vertiginoso con varios éxitos en taquilla, un Oscar por «El lado bueno de la cosas», recibido en mitad del rodaje de la segunda entrega («En Llamas»), y unos cuantos ceros en su cuenta bancaria, que la llevaron a ser la actriz mejor pagada del año pasado con 46 millones de euros. «Ser parte de esta película es un privilegio enorme. Había leído los libros y estaba muy inspirada por el personaje que más tarde interpreté», confesaba la intérprete ante los medios de comunicación, defendiendo que esta «no es en absoluto la típica película para adolescentes, ya que trata de temas muy profundos y transmite un mensaje muy importante».

Fue tan reveladora para la actriz la experiencia de meterse en la piel de Katniss («lo mejor de la película es la fuerza y la atracción que exhala su protagonista, que devora literalmente a su pareja, el joven Josh Hutcherson», podía leerse en la crítica de 2012 de Oti Rodríguez Marchante en ABC) que Jennifer Lawrence asegura que incluso se inspiró en ella para publicar, el pasado octubre, un ensayo en el que pedía la igualdad salarial en Hollywood para hombres y mujeres. Un escrito que despertó el apoyo de varios de sus colegas y en el que decía cosas como: «¡Estoy harta de buscar el modo ‘adorable’ de expresar mi opinión y seguir resultando simpática! ¡Que le jodan a eso!».

«Desde luego que no puedo compararme en la vida real con una heroína que quiere una rebelión para salvar al mundo, pero, sin embargo, estas películas me han dado una gran oportunidad, porque me han dado voz, para luchar por este tema que, como mujer, me importa muchísimo», exponía ayer la protagonista, que reconocía, sin embargo, preocuparle otras batallas importantes: «El tipo de rebelión que a mí me gustaría despertar ahora es la del medio ambiente. Tratar de concienciar a los más jóvenes de que sólo tenemos un planeta y de que el cambio climático es real, no es un mito. Si no hacemos nada vamos a acabar con la Tierra».

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