Ante una mayor debilidad de la cúpula roja, más poder para la cúpula militar. Desde hace casi 18 años ha sido así. Cuando se abrieron las puertas de los cuarteles también se desataron todos los males que los uniformados pueden propinarle al país. Un teniente coronel que conspiró desde que ingresó – por los caminos verdes – a las aulas de la Academia Militar, sirvió para que una camada de mediocres uniformados se adueñaran del país, con la bendición de Los Castro, a quienes se les paran “firmes y a discreción” al tiempo que obedecen, sumisamente, las decisiones tomadas en La Habana.
Están penetrados hasta los tuétanos por el imperio castrista y eso le parece normal a los altos mandos, quienes han sido corrompidos como una estrategia de control que llevó adelante el difunto, con todo el descaro y sin el menor escrúpulo. El extinto los puso donde habían muchas lechugas verdes para que comieran de su mano. Una vez domesticados en el chiquero de la corrupción ya eran simples fichas de un dictador, que los nariceó hasta el fin de sus días. El teniente coronel sabía de qué lado cojea la casta militar…
Hoy estamos en las garras de un civil –no muy civilizado él – cuya permanencia en el poder, cada vez más precaria, lo ha lanzado a los brazos de una cúpula militar que lo quiere todo, incluso aquello, para mantenerlo en Miraflores. Por eso, cada capricho verde oliva es recompensado con una Gobernación, una embajada, un ministerio o una compañía más o menos anónima.
Lisset Boon en TalCual nos proporcionó una valiosa investigación en torno al pujante empresariado militar, que chupa de la teta del Estado y tiene boca muy grande, unos dientes extremadamente filosos y una ambición desmedida. Desde que el chofer -supremo reposero- de Metrobús se posesionó han sido creadas muchas compañías tan castrenses como castristas. Veamos.
En Agosto 2013 surge Banfab bajo la dirección del coronel Darío Baute. En Septiembre del mismo año fundan Agrofanb con el contralmirante José Gregorio Aguilera a la cabeza. Emitra es la empresa militar del transporte dirigida por la también contralmirante Maribel Parra. El general de división Pedro Luis Álvarez conduce el sistema de comunicación de la FANB, cuyas siglas son Emcofan y el coronel Osvaldo E. Coronado Bianchi dirige Tvfanb. Luis Miguel Pérez Russo dirige la empresa mixta militar de proyectos de tecnología Tecnofanb. Constrafanb y Cancorfanb son lideradas por el general de división Juan de J. García Toussaint. Atahualpa Fernández está al frente de Agua Tiuna y Camimpeg. Una PDVSA paralela, que se ocupara de todos los minerales que están en el subsuelo, que ellos explotarán “patrióticamente”.
La alta oficialidad enchufada está en la propia macolla, aunque la mayoría carece de los conocimientos básicos para gerenciar, decorosamente, las compañías que han puesto en sus inexpertas manos. Como ha ocurrido en Guayana, convertida en un cementerio de acerías y de otras empresas, todas quebradas y destruidas por la corrupción, que es lo único en lo que pueden cantar victoria los uniformados enchufados. Su tarea, sin duda, es demoler lo que existía.
Hoy los venezolanos somos víctimas del naufragio y del descalabro castrense, absolutamente previsible cuando se ponen al mando de cualquier organización. Son, pues, capitanes de un Titanic que se hunde de manera inexorable. Todavía la promoción que egresó con el difunto está desmantelando lo que quedó de país, después del tsunami perpetrado por el teniente coronel, que les dejó como herencia un territorio llamado Venezuela, al que deben terminar de pulverizar. Con razón militares institucionales y patriotas dicen que “antes el uniforme era un honor, ahora un horror”. Y, “a confesión de parte relevo de pruebas”.
