Recientemente las diatribas, acusaciones y conflictos que han caracterizado la política venezolana en los últimos años, han trascendido de nuestras fronteras para instalarse en un escenario de integración regional muy importante como es el Mercosur. ¿Por qué Venezuela en un modo tan poco “diplomático” declaró unilateralmente que asumía la presidencia pro tempore del Mercosur?, ¿por qué la mayoría de los países del bloque rechaza esta acción? En las próximas líneas responderemos estas interrogantes.
El Mercado Común del Sur fue creado en 1991 por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, como un mecanismo de integración subregional para impulsar el desarrollo de economías competitivas en sus países y ampliar las relaciones comerciales entre éstos.
En 2006 durante el gobierno de Hugo Chávez se planteó el ingreso de nuestro país al bloque, con el visto bueno de Brasil y Argentina, en ese entonces aliados irrestrictos del Presidente. No obstante, todo se paralizó por no contar con la aprobación del Congreso paraguayo. Posteriormente en 2012, cuando se produjo el juicio político al Presidente paraguayo Fernando Lugo, el país guaraní fue suspendido del Mercosur por iniciativa del Brasil, y Venezuela pudo ingresar al bloque.
La normativa de Mercosur establece que los Estados miembros asumirán la presidencia pro tempore en orden alfabético. Esto constituye un mecanismo rutinario y por ende, luego de ejercer Uruguay la presidencia, le corresponde a Venezuela.
El problema es que la geopolítica subregional ha cambiado por completo y actualmente dentro de Mercosur el único socio incondicional de Maduro es Bolivia, que se encuentra aún en proceso de adhesión.
Argentina y Paraguay cuestionan seriamente la situación de la democracia en nuestro país y las presuntas violaciones a los derechos humanos. Por su parte, Brasil argumenta que Venezuela tenía cuatro años para adaptar sus normativas internas a Mercosur y esto aún no se ha producido, razón por la cual no puede ejercer la presidencia. Finalmente Uruguay expresa que la norma debe ser cumplida y Venezuela debe asumir la presidencia. Por ende, desde el 11 de julio cuando se produjo la reunión de cancilleres del organismo, Brasil, Argentina y Paraguay manifestaron su desacuerdo con el traspaso a Venezuela y no se llegó a tomar ninguna decisión.
El 30 de julio la cancillería venezolana “le notificó” a los países miembros que Venezuela asumiría el ejercicio de la presidencia pro tempore, alegando que de acuerdo a su normativa no se establece expresamente que todos los países deben estar de acuerdo con el traspaso.
El detalle que omite la cancillería es que las normas de Mercosur establecen claramente que todas las decisiones se tomarán por consenso, y justamente consenso es lo que no se ha logrado hasta ahora, razón por la cual nuestro país no asumirá la presidencia independientemente de lo que exprese la cancillería.
Estos conflictos públicos poco comunes en mecanismos de integración constituyen la expresión del aislamiento internacional del gobierno de Nicolás Maduro y la torpeza y poco profesionalismo con la que se han manejado las relaciones internacionales.
Venezuela con un modelo económico retrógrado marcha en reversa de lo que es hoy América Latina, y más allá de que ahora los presidentes de Brasil y Argentina no sean de izquierda, es el interés económico lo que predomina sobre las ideologías políticas.
Es un contrasentido que un país con una economía arruinada al borde una crisis humanitaria, forme parte de un organismo como Mercosur, cuyo pilar fundamental es la apertura económica y la competitividad, para garantizar el bienestar de sus ciudadanos.
Después de más de una década de negociaciones, finalmente Mercosur está a un paso de lograr un ansiado acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, y es probable que la posición antimercado de Maduro constituya un gran obstáculo para concretarlo.
Es posible que el favor que le hizo Lula Da Silva a Chávez en 2012 al permitir la entrada de Venezuela a Mercosur termine por dinamitarlo. Ya el presidente Macri durante la toma de posesión de Pedro Pablo Kuczynski, en Perú, ha señalado que Argentina debe integrarse a la nueva y pujante alianza pacífica, de la cual forma parte el exitoso país andino.
Todo apunta a que mientras nuestro país está hundido en el abismo, los cambios geopolíticos en América Latina continúan, sin que el gobierno lo advierta.
