Desde que fue habilitada la distribución de comida casa por casa, a través de los CLAP, las protestas han ido de la mano con esta nueva estrategia para solventar la crisis o como dicen miembros oficialistas “frenar la guerra económica”.
Semanalmente en todo el país se registran manifestaciones por parte de un pueblo hambriento que no recibe la dotación prometida por el gobierno, no consigue productos regulados en las largas colas y no cuentan con la base económica para adquirir los artículos “bachaqueados”.
El estado Lara no escapa de esta realidad. En el día de ayer los protagonistas fueron los miembros de la comunidad Carrizal, ubicada en la vía Duaca, quienes se dispusieron en cerrar la avenida principal porque están cansados de que “ el gobierno y los especuladores jueguen con su hambre”.
Tan solo recibieron una sola vez las bolsas de comida del CLAP, hace ocho meses ya. El detonante que molestó a toda aquella población, fue que el día de ayer en una bodega de la zona, supuestamente, Empresas Polar, la surtió de harina de maíz, no obstante, para concretar la venta, cada comprador debía, obligatoriamente, cancelar un combo que traía: una perrarina, un vinagre y la harina.
“El que no la compraba no le vendían, el combo eran de 1.800 bolívares. Teníamos que desembolsillar una gran cifra para cancelar, en su mayoría, productos que no necesitamos y de esa manera obtener el kilito de harina que no nos dura ni tres días. Nos entierran esa mercancía a juro, en mi caso ni siquiera tengo mascotas”, informó Natalia Ayar.
Existe otro factor que afecta a los residentes de la zona. Leonardo Chirinos asegura que en la comunidad no existe una supervisión de ninguna especie a las bodegas, negocios o casas que disponen de mercancía para vender. “Todos hacen y deshacen a su gusto y conveniencia. Incluso colocan avisos con los precios especulativos y nadie dice o hace nada. Todo el que monta una taguara dice que es privada y hace lo que les da la gana, en vez de apoyarnos lo que hacen es hundirnos más”.
En la comunidad se ven afectadas más de 600 familias quienes han tenido que resolver comprando una harina en 3.000 bolívares, una masa en 700, azúcar en 4.000 y pasta en 3.000. “Así es que uno come aquí”.
No obstante, la gran mayoría no cuenta con recursos para hacerle frente a aquellos precios. Chirinos informó que tiene a su cuidado un hermano con Síndrome de Down a quien en esta semana ha tenido que alimentar solamente con pan, al no alcanzar el dinero para comprar alimentos revendidos. Otros en la zona resuelven sus comidas con arepa de maíz y auyama, no obstante manifiestan que muchos comienzan a presentar un cuadro de desnutrición.
“Yo era gordo y miran cómo me he puesto, me estoy acabando”, reiteró Humberto Barbará, miembro de la comunidad. Quien destina la mayor parte de sus ingresos a apoyar a los más necesitados. Como él, hay otros que a pesar de que pasan hambre, aportan su dinero y poco alimento a aquellos que los necesitan por condiciones de salud y edad.
Entre ese grupo de desamparados está María Paricio, una madre soltera con 12 hijos. Los niños logran comer como máximo dos veces al día, gracias a la ayuda de los miembros de la comunidad, sin embargo, han tenido días que se van a la cama tan solo con un vaso de agua.
“Casi siempre resuelvo con un sopita de auyama, pero se me ponen triste cuando ven que no pueden comer mucho”, comentó la madre. Para este año los niños al no contar con uniforme no iban a continuar sus estudios, no obstante, Paricio está en la espera de una ayuda ofrecida por la Lopna.
“Si nos están hablando de una bolsa de solución no pueden entregar solo un producto. En la zona hay comunidades que se benefician semanalmente de eso porque ellos si se enojaron y fueron a fiscalía y todos lados. Comenzaremos a luchar hasta que nos incluyan a nosotros también, y si es de cerrar la vía todas las mañanas, así lo haremos”, puntualizó Ayari.