Raúl Azparren: Hay que vivir el hoy y prepararse para el mañana

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Nuestro invitado al Desayuno Foro de EL IMPULSO esta semana fue el señor Raúl Azparren, a quien siempre relacionamos con la Fundación Sociedad Amigos de Barquisimeto (Fundasab), la Red de Instituciones Larense, Proinlara, Fundación Amigos del Casco Histórico de Barquisimeto y todo hecho vinculado a la preservación de los espacios. Actualmente forma parte del Consejo Consultivo de la Ciudad.

Aunque se confesó tímido, se refirió con detalle y elocuencia a sus vivencias, claramente influenciadas por la postura altruista de sus padres, don Raúl Azparren y Ana Teonila Mías de Azparren, maestra de escuela, ambos barquisimetanos. Su apellido es de origen vasco, pero es barquisimetano de pura cepa. Nació el 3 de julio de 1942 en la casa materna que estaba en la carrera 19 con calle 23. Una partera asistió el alumbramiento, tal y como solía ocurrir en esa época.

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Es el quinto de siete hijos. Le antecedieron tres hembras y le sucedieron dos hermanos varones. Sus hermanos son Sonia, Noe, Turnela, Raiza, Esaú y Maite. Su mamá le llamaba “el mayor de los varones”, por eso se llama igual que su padre.

Contó que don Raúl inició su vida productiva ayudando en una sombrerería. Luego trabajó en el Correo de Barquisimeto, incluso, llegó a ser director de esa entidad. Más tarde, se asoció con unos empresarios caroreños y barquisimetanos y fundaron Bazar Mundial.

“Mi mamá era la coordinadora de la casa. Era la aliada de mi papá. Lo respaldó en todas sus actividades”.

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Travesía escolar

Como su madre era maestra, la educación primaria fue clave. Las hembras estudiaron en el Colegio Inmaculada Concepción. Mientras que el niño Raúl realizó una travesía por diversos institutos. Comenzó en el kinder de Crebella Parra, en la carrera 18 con calle 23. Luego su mamá se lo llevó a la escuela en la cual trabajaba que se llama Inés Lucía Yépez. Allí realizó una evaluación. Primero lo pasaron a segundo grado y casi inmediatamente a tercer grado.

De ese colegio pasó a la escuela Acosta Ortiz que estaba en la 20 con la 13 para iniciar el cuarto grado pero por algunas diferencias con la maestra la mamá decidió llevárselo al Grupo Escolar Simón Rodríguez, donde hizo cuarto y quinto grado. Posteriormente, a su mamá le asignan como lugar de trabajo el Colegio Mariano Martí (fundado por monseñor Benítez), donde Raúl concló la educación primaria.

“Estuve ahí hasta el segundo año de bachillerato. Los demás años los realicé en el Liceo Lisandro Alvarado, de donde egresé como Bachiller en Física y Matemática en el año 58”.

Etapa universitaria

Si bien no supo qué lo llevó a estudiar Ingeniería Eléctrica, cree que posiblemente tuvo que ver con esa inquietud de su madre por repararlo todo, puesto que su papá era el intelectual de la familia y por lo general era el joven Raúl quien cambiaba los bombillos cuando se dañaban.

A los 17 años cursó el primer año de la carrera en la Universidad Central de Venezuela (UCV). En el trayecto se entusiasmó y junto a unos amigos decidió irse a Estados Unidos.

Se fue a la University of Southern Mississippi donde realizó un programa de enseñanza de inglés por diez semanas.

Al terminar el programa y otros cursos se inscribió en la Universidad de Alabama, de la cual egresó como ingeniero eléctrico en el año 64, con 22 años.

Recién graduado recibió una oferta de trabajo de la Creole para laborar en la planta de Amuay pero tras conversar con su papá se decidió por un puesto de trabajo en la Energía Eléctrica de Barquisimeto, otrora Enelbar, que era una trasnacional. Azparren fue el primer ingeniero venezolano de la compañía. Allí permaneció durante 30 años. “Enelbar se estaba adaptando a los cambios, al desarrollo de la ciudad, la creación de Comdibar y Fudeco, además de las universidades. Con cinco meses en la empresa me tocó participar en la instalación de dos generadores totalmente automatizados.

En el 65, con la llegada del gas, cambian las perspectivas de Enelbar,es así que me tocó recibir la primera turbina a gas de la ciudad”.

El amor

Al llegar de Estados Unidos, en el año 66, se casó con una compañera de trabajo. De esa unión tiene tres hijos, una hembra llamada Mariana y dos varon, Raúl y Esaú. Tiene dos nietos de parte de su hija. Luego se divorció y se casó con Ediluz Baáez, con quien atesora un matrimonio de 35 años.

Su padre, un defensor de la ciudad Don Raúl Azparren fundó la Sociedad Amigos de Barquisimeto. No se perdió ningún momento estelar de la ciudad. Amén de sus estrechos vínculos con EL IMPULSO, que era su segunda casa.

“Juancho Alvarado le decía a mi papá que él salía más en EL IMPULSO que el avioncito”, risas. Su papá se interesó siempre por el desarrollo de la ciudad y uno de sus primeros pasos en esa misión fue la constitución de una comisión para acelerar la creación de la universidad de Barquisimeto a finales de los 40.

Eso devino en la fundación de la Sociedad Amigos de Barquisimeto en el 55, avalada por todos los sectores de la sociedad larense. El objetivo era el bienestar de los ciudadanos.

“Mi papá y quienes conformaban la comisión pensaban que, en comparación con Valencia, Barquisimeto se estaba quedando atrás en su desarrollo. Se unieron y trabajaron por muchas más obras en pro de la ciudadanía, entre estas, el pedagógico, el politécnico y la universidad”.

Todo el mundo se volcó a esos proyectos; autoridades, empresas y sociedad. EL IMPULSO tenía una página que informaba diariamente lo que acontecía en relación al politécnico. Rómulo Betancourt recibió unas 25 mil cartas para que Barquisimeto fuese la sede de ese instituto, relató.

En el período 69-73 don Raúl, tras figurar como concejal, fue electo presidente del Concejo Municipal. Es en ese momento que Raúl entra a la directiva de la Sociedad Amigos de Barquisimeto por iniciativa de Ildemaro GuillénAcompañó las presidencias de José Rafael Mendoza Mendoza y Vicente Furiati.

Tras la muerte de don Raúl, asume la presidencia de Fundasab el doctor Castillo Mantilla.

Mencionó que de esas buenas relaciones entre la Energía Eléctrica, dirigida por el entrevistado y el Concejo Municipal, presidido por Omar Montero, surgió que la municipalidad de Iribarren fuese la única del país sin deuda eléctrica, gracias a un contrato de concesión que establecía que todo el consumo de las dependencias municipales se sumaba y el resultado era el impuesto que la compañía le pagaba todos los meses al concejo. El otro compromiso de la empresa era que el alumbrado público era gratuito. “Las cosas funcionaban chévere”, sonrió.

-¿A qué se debe el deterioro de la ciudad hoy en día?

-Siempre opino que crecimos muy anárquicamente. El crecimiento hacia el oeste y hacia el norte no fue planificado. Los barrios salían de la noche a la mañana.

Los grandes planificadores eran los invasores. Eso inició a principios de los 70. Una ciudad de cien mil habitantes creció exponencialmente y se perdió el arraigo, además, la calidad de los dirigentes municipales también cambió. Todos tenemos culpde la destrucción de los valores históricos y nunca hemos hecho el ejercicio de mea culpa. De la demolición del edificio del correo, que representó el inicio simbólico de la construcción de la 20, nadie dijo nada. En el Casco Histórico quedan muy pocas cosas.

-¿La misma Fundasab ha perdido peso, no suena, no tiene eco, pareciera que la ciudad no tiene dolientes?

-No tuvimos las autoridades municipales que nos supieran guiar, que fuesen receptivas a los requerimientos de la sociedad.

-¿Qué falta entonces en Barquisimeto porque Carora y El Tocuyo conservan su arraigo?

-En los últimos 16 años la crisis ha sido bárbara. No ha habido a quién recurrir, no hubo instancias para plantear nada.

-¿El Concejo Municipal oye a la fundación para algún plan?

-No. Alfredo Ramos sí ha sido receptivo, nos ha recibido. Antes de eso, nada. Ahora estamos trabajando en la recuperación del cementerio Bella Vista. Una de las batallas que ha librado

Fundasab es la defensa por el Valle del Turbio. Retomaremos esa agenda. Actualmente existe el Consejo Consultivo de la Ciudad, tiene dos años pero aún no se aprecia un resultado concreto.

-¡Es que están pensando en el Barquisimeto de 500 años!

-Creo que tenemos que pensar en las dos cosas. Vivir el hoy y prepararte para el mañana. Si no ties un buen hoy, no vas a tener un buen mañana por lo que las dos cosas tienen que ir de la mano. El Consejo Consultivo tiene que ocuparse de esto.

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