REFLEXIÓN – Para discernir

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El pecado debe ser algo tan, pero tan horroroso a los ojos de Dios, que tan solo pensar y meditar lo que tuvo que hacer nuestro Creador para poder erradicarlo y sentenciar a muerte eterna al autor, al que llaman Diablo y Satanás, nos asombra y constriñe. Nos deja, literalmente hablando, anonadado. El omnisciente, omnipresente y omnipotente se hizo pecado en la persona del Unigénito Jesucristo, tomó la forma humana, bajó a este pervertido planeta para morir la muerte más espantosa que pueda sufrir una persona, solo, para darnos el perdón de nuestros pecados y otorgarnos el acceso a la Salvación y a la Vida Eterna. Era la única manera de rescatarnos de perdición. Esto es algo que no tiene lógica humana, es una verdadera locura.
Es por ello, que los altos dignatarios judíos de la época, los sacerdotes, los escribas y fariseos. Los encumbrados miembros del Sanedrín incluyendo al muy afamado Saulo de Tarso, no podían aceptar que ese individuo fuera el tan esperado Mesías. Y eso, viéndolo desde la órbita humana, en realidad no se podía aceptar. Los mismos discípulos al ver como sanaba leprosos con tan solo decirlo con su boca. Cuando a la distancia curaba enfermos, resucitaba muertos, levantaba paralíticos, los mudos hablaban, los sordos oían y perdonaba pecados, era absurdo aceptar que tuviera que morir ominosamente en una vulgar cruz como malhechor. Eso no podía concebirse en la mente de un pueblo, cuya historia estaba llena de orgullo, arrogancia y prepotencia.
El gran problema que afrontaron las personas que lo rechazaron y aún lo rechazan hoy, es que no quisieron ver el panorama completo. El cual estaba bien explícito en el Antiguo Testamento y en el Nuevo también. El orgullo de considerarse un pueblo especial, bendecido y próspero a lo largo de su existencia, veló el discernimiento espiritual y se apartaron de la Salvación. Textos bien puntuales no entran en la mente obnubilada por el orgullo y la suficiencia propia. Y Pablo, se los decía a ellos y ahora nos lo dice a nosotros. Por cuanto todavía en la actualidad, los cristianos seguidores de Jesús persisten en conductas que riñen con la esencia de Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. El orgullo propio y la auto suficiencia están por encima de la humildad de corazón. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” 1Cor.2:14.
Ahora, discernimiento amerita que sometamos nuestra voluntad, mente, pensamiento y corazón a la influencia divina. Que dispongamos toda nuestra alma a la influencia del Espíritu Santo en petición y ruego permanente. De otro modo no vamos a lograrlo. Salomón lo hizo y halló gracia a los ojos de Dios. “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto” 1Rey.3:9,10. “Mientras permanezca consagrado, el hombre a quien Dios dotó de discernimiento y capacidad no manifestará avidez por los cargos elevados ni procurará gobernar o dominar. Es necesario que haya hombres que lleven responsabilidad; pero en vez de contender por la supremacía, el verdadero conductor pedirá en oración un corazón comprensivo, para discernir entre el bien y el mal” Libro Conflicto y Valor. Elena de White. ¡Hasta el martes Dios mediante! Próximo ARTÍCULO “HALLOWEEN” [email protected]. William Amaro Gutiérrez

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