#OPINIÓN Por la puerta del sol (35): Democracia perfecta es la de las abejas #1Jun

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La abeja es emblema del orden y del trabajo. En la mitología védica las abejas  encarnan un gran papel. Como productoras y conductoras de la miel representan a la luna y como chupadoras de miel al sol. El carácter religioso o si se prefiere mitológico de estas, subsiste en las creencias populares. Como en la tradición helénica, latina y alemana, la abeja personifica la inmortalidad del alma, de allí surge la creencia de que la abeja misma es inmortal.

Libros hay en los que se considera a la abeja como un hálito, céfiro o viento  que cambia de lugar pero que nunca muere; que reúne y esparce la miel y los aromas pero que desaparece sin morir. Pocos insectos como este han ejercido tanta influencia en la sagacidad de los grandes pensadores desde los tiempos antiguos hasta nuestra época. Aristóteles fue un gran estudioso de las abejas, Aristomaco se dedicó a estudiarlas por cincuenta y ocho años y Filisco paso toda su vida en los bosques escudriñando las costumbres de los notables insectos, luego se unieron otros  como Shirach, Torley, Hunter, Huber etc. Sus  estudios han enriquecido considerablemente el caudal de nuestros conocimientos sobre esta interesante especie.

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Las abejas son insectos sociales que viven en una colmena, cuyo gobierno es una democracia perfecta. En ella nadie manda, pues todos obedecen a leyes inmutables, allí no hay anarquía, desorden,  huelgas, pereza ni desocupados. Los millares de individuos que viven en la colmena son guiados por esa fuerza misteriosa de unión que Mauricio Maeterlink llamó “El espíritu de la colmena” que los hace trabajar a todos sin descanso en beneficio de toda la comunidad. A la reina le toca la misión única de poner huevos toda su vida (vida que corrientemente no pasa de cinco años)

Tres clases de individuos encierran el total de los habitantes de la colmena: La reina, las obreras y los zánganos.

Hexámetros perfectos son las celdillas (casas) de la colmena donde son depositados por la reina  de 50.000 a 60.000 huevos por año. El  propio tiempo de construcción de las abejas  ocurre especialmente en la primavera de Mayo a Junio. A la abeja reina le toca depositar un huevo en cada celdilla. Los zánganos son los individuos machos de la colonia, el que fecunde a la reina la fecunda para toda su vida. Los pretendientes de la reina suman entre 600 a mil zánganos.

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Los zánganos carecen de aguijón y de trompa para recoger el néctar de las flores, su misión es la de fecundar a la reina en el momento del vuelo nupcial -Bajo la brillante techumbre van contentas , ebrias den néctar y polen de las flores, mudo se concentra el amor en el vuelo delicioso de la reina y el zángano de reproducirse hasta el final-  Los zánganos no poseen cestas en las patas para transportar el polen,  cuyo trabajo pertenece a las obreras provistas por la naturaleza de instrumentos de trabajo que benefician a toda la comunidad.

La mandíbula y lengua de las obreras les sirve de sierra, de gancho, de tubo absorbente, de tenaza o pinza de acuerdo a la tarea que deban realizar, tienen cepillos en las patas y en una de estas cestica para recoger el polen. Entre este grupo se encuentran las nodrizas encargadas de cuidar y alimentar las larvas y ninfas, las damas de honor de la reina encargadas de nutrirla, limpiarla, ventilarla, renovar el aire de la colmena y quitar a la miel la humedad, son arquitectos, escultoras y productoras de cera, constructoras de las celdillas de los panales, son recolectoras, buscadoras del néctar de las flores, resinas o propóleos, de agua y de sal, son productoras del ácido fórmico elemento conservador de la miel, limpian la colmena, evitan cualquier contaminación del ambiente, velan día y noche por la seguridad de todos, ahuyentan a los enemigos, guían a la reina para que ponga los huevos en cada celdilla, regulan los nacimientos según las necesidades de la comunidad. La tarea de las obreras es tan intensa que su vida llega apenas al mes y medio, en cambio la vida de la reina dura de tres a cinco años.

La ciudad de las abejas se autoabastece a sí misma, nunca carece de alimento para todos. Las previsoras obreras guardan la miel en celdillas especiales para cuando llegue la crudeza del invierno. Las celdas de un panal tienen dos destinos: el almacenamiento de la miel y del polen durante el invierno y la cría de las larvas. La miel almacenada no se toca nunca, a menos que haya una enorme necesidad. Allí nada se hace al azar o para alguien especial, allí lo hecho es por igual para todos los miembros de la comunidad.

Igual que el hombre las abejas luchan contra el tiempo. Son el mejor ejemplo de trabajo comunitario de uno para todos y todos para uno, su sabiduría sorprende, ellas conocen sus reglas y límites y los respetan. El hombre tiene aún mucho que aprender de los ejemplos de la naturaleza cuyo anormal e irracional comportamiento no solo arremete contra el mismo hombre sino contra los animales y el medio ambiente.

Sin polen y sin néctar se acaba el trabajo de las abejas y por ende la vida del planeta…Salvemos el mundo de las abejas que nos mantiene la vida floreciendo y productiva la naturaleza. Salvémonos y  ¡que la muerte espere!

Amanda Niño de Victoria

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