Para recordar:
“Te pido, por favor, que permitas que, en tu reino, mis dos hijos se sienten en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”
(Mateo 20:21)
El verbo enchufar, tiene que ver con la acción de conectar. Todos los días conectamos artefactos eléctricos o electrónicos, para extraer, o aprovechar la energía que los mueve; eso sí, cuando la tenemos con nosotros. Pero dentro de los sinónimos, de cualquier archivo Word, hay un verbo que nos llamó la atención y es: Acomodarse; que a su vez, tiene dos “sentidos”: Situarse o emplearse.
Hay quienes hacen dinero con su esfuerzo. Pero, cuando en Venezuela se dice que alguien está enchufado, es aquella persona que está sacándole provecho económico al gobierno, estando o no empleado por este. Y eso puede ocurrir a cualquier nivel, en alguna organización política, religiosa o comercial. Es decir, alguien que esté acomodado: Ganando extras o prebendas sin hacer nada, o sin producir mayor cosa.
Cada vez que hay elecciones, aumentan los que quieren enchufarse ¿Por qué será?¿Cómo se puede probar a un enchufado o algún corrupto? Lamentablemente, los que tienen cargo, como los “enchufados”, no hacen las declaraciones juradas de patrimonio. Sólo los vemos que cambian de status económico de la noche a la mañana, haciendo pecar a propios y extraños, cuando tienen: Casa nueva, carro nuevo, joyas, hablan con voz alta en teléfonos caros, como para dársela de…, y paremos de contar.
Según el texto inicial, hablar de “enchufados” es muy viejo. En el Nuevo Testamento, según Mateo 20: 21-28, mientras Jesús les hablaba a los discípulos, de lo que él y ellos iban a sufrir, antes de su muerte, fueron interrumpidos por una madre.
Aunque acá no se usa la palabra “enchufarse” o “conectarse”, la madre de ellos, quería acomodar a sus hijos, o los “niñitos” le pidieron a que la mamá abogara ante Jesús. En realidad, no entendían nada y se ve a las claras que creían que Jesús iba a levantar un reino terrenal; pero repetimos: Había dos que querían “enchufarse”.
La historia dice así: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo(Jacobo y Juan, según Mateo 4:21) y postrándose ante Jesús pidiéndole algo, y Élle dijo: ¿Qué quieres? Ella le contestó: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”. Allí Jesús le dijo que no sabía lo que le pedía, porque ya les había hablado de su martirio, muerte o humillación.
“Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad”. (Cualquier parecido con la realidad en esta tierra, incluyendo nuestro país, es pura coincidencia).
Servir, no es lo que hace la mayoría de los políticos, gobernantes, reyes, dictadores de esta tierra o de Venezuela. Muchos están defendiendo “su cambur” (su puesto), sólo velan por sus intereses, o están “pescando en río revuelto” los que quieren enchufarse, y ninguno puede dar su vida en rescate por el mundo, ya eso lo hizo Jesús por nosotros y Él es el único que puede perdonar pecados, salvar o redimir. Sólo el rescate lo podía hacer el mismo Dios, Cristo, el Creador de esta humanidad.
Tal vez por ello Jesús señaló: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
Nos preguntamos ¿Desde cuándo ha habido enchufados en nuestro país? ¿Cuándo ha habido mayor número de ellos? Aunque las respuestas importan, lo más relevante es entender que Jesús señaló que su servicio iba más allá de lavarles los pies a los discípulos. Él les dijo “que había venido para dar su vida en rescate por muchos”.
Ahora bien, si aceptamos la redención, seguramente estamos prestos a agradecerle a Dios (Padre), por habernos dado a su Hijo Unigénito para que al creer en Él, nadie se pierda y así disfrutar de la patria celestial y la vida eterna (Juan 3:16).
Eduardo Iván González González
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