A 20 años de la Carta Democrática, el hemisferio americano enfrenta sus mayores desafíos #18Oct

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Cuando se suscribió la Carta Democrática Interamericana en 2001, los Jefes de Estado y de Gobierno del hemisferio tenían como misión un mecanismo que reforzara los instrumentos que tenía entonces la Organización de Estados Americanos para la defensa activa de la democracia.

Sin embargo, el acontecer político en la región ha sido muy activo en lo que va del nuevo milenio, y el establecimiento de gobiernos de corte autoritario, así como el auge de tendencias de este tipo, colocan al instrumento en el centro de la atención por los cuestionamientos que a diario surgen en cada uno de los países del continente

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En efecto, 20 años atrás el único gobierno totalitario en el hemisferio era el de Cuba, mientras que actualmente el de la isla sigue intacto y se le han sumado en la tendencia autoritaria los de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, mientras en otros países hay tensión por las dudas que presentan nuevas gestiones de gobierno (caso de Pedro Castillo en Perú) o el auge de tendencias contrarias a la democracia tradicional, como Chile o Colombia, o incluso gobiernos que no rechazan a regímenes considerados autoritarios, como sería el caso de México y de Argentina.

Precisamente, el presidente del país azteca, Andrés Manuel López Obrador, aseveró en julio de este 2021 que no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, como en su opinión podría ser una Celac (la Comunicad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) transformada.

En junio de 2009, Manuel Zelaya fue depuesto de su cargo como presidente de Honduras

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La Carta Democrática se aplicó por primera vez en 2002, durante la salida momentánea del gobierno del presidente Hugo Chávez, oportunidad en que la Asamblea General de la OEA publicó una resolución que condenaba la salida del mandatario; luego se utilizó para condenar el golpe de Estado que depuso a Manuel Zelaya en Honduras. El organismo se invocó también en Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Perú.

La Carta Democrática establece que cuando se constate que se ha producido la ruptura del orden democrático, se tomará la decisión de suspender a dicho Estado miembro del ejercicio de su derecho de participación en la OEA con el voto afirmativo de los dos tercios de los Estados miembros, algo que es visto por algunos sectores críticos del organismo como un factor que ha impedido activar el mecanismo, lo que ha sucedido ante las reiteradas denuncias contra Venezuela o Nicaragua.

Por ello han surgido planteamientos como que el mecanismo cuente con una suerte de tribunal que sea el que dictamine los fallos de acuerdo a las investigaciones que realice y también que se otorgue capacidad procesal de denuncia a organizaciones políticas, cívicas y sociales de los países, ampliando las sanciones para los países infractores.

Internacionalistas consultados por TalCual  tuvieron coincidencias al reconocer su importancia, y en atribuir a los gobiernos de los países miembros, más que a deficiencias propias del mecanismo, que con este compromiso por parte de los países del continente no se esté evitando el auge de regímenes autoritarios.

Falta voluntad política para la Carta Democrática

Para Juan Francisco Contreras Arriechi, presidente del Colegio Venezolano de Internacionalistas, el balance de estos primeros 20 años del mecanismo no es muy positivo y explica que la Carta Democrática Interamericana ha tenido sus altas y bajas y actualmente es objeto de señalamientos por parte de líderes populistas de la región que acusan al instrumento de injerencista.

Sin embargo, resalta que la Carta ha sido uno de los grandes triunfos de la democracia en la región y es muy importante no solo para definir qué se entiende por democracia sino para determinar la calidad de la misma en los diferentes países que están adscritos al mecanismo.

«El tema político en América Latina está de alguna manera cuestionado por ese surgimiento de líderes que intentan perpetuarse en el poder y para quienes la Carta Democrática representa una especie de camisa de fuerza que, por supuesto, les resulta incómoda. En ese sentido, creo que hay una situación complicada temporalmente porque intentan crear una organización paralela a la OEA que responda más a los intereses de estos líderes populistas que están en la región», expresó Miguel Ángel Contreras Arriechi en alusión a la propuesta de López Obrador y a intentos anteriores como la Unasur.

A su juicio, la proliferación de regímenes autoritarios ha sido uno de los fallos de la OEA y, al respecto, señala que tendría que haber una mayor voluntad política para aplicar la Carta Interamericana.

«A pesar de que en los últimos años el secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha intentado que no sigan surgiendo regímenes autoritarios, hay países que ven esa actitud con recelo y esto se debe a que intentan cuidarse las espaldas porque se trata de gobiernos que incumplen lo que se establece allí, así que el mecanismo podría aplicárseles a ellos», expresó Contreras Arriechi.

Para Félix Arellano, en cambio, la OEA ha logrado posicionarse como un organismo muy importante en la dinámica hemisférica.

«Es una organización paradigmática en la defensa de los derechos humanos, que tiene una agenda muy diversa como toda organización internacional y que en el área de los grandes temas de derechos humanos se ha consolidado y fortalecido con la Carta Democrática Interamericana; aunque en otras áreas, como educación y salud, no tenga actualmente tanta relevancia», expresó el también profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Con respecto al avance del autoritarismo en la región, Félix Arellano indicó que la OEA no tiene vida propia, ya que es el resultado de las directrices de los gobiernos de los países miembros, que definen su funcionamiento.

«La actitud de los gobiernos, por lo general, ha sido la de estar concentrados en defender su soberanía y autodeterminación y recordemos que activar la Carta Democrática requiere un mínimo de votos necesarios, y por ello los países del Caribe han jugado un papel clave, porque tradicionalmente han votado en bloque. Son 15 votos y hay que tener presente también que para lograr aprobar un tema en el Consejo Permanente de la OEA se requieren 18 votos, por lo que se puede decir que quien controla el Caribe ejerce control sobre el organismo», explicó Arellano.

Reforzar las instituciones incidirá en efectividad de la Carta Democrática

Contreras Arriechi sostuvo que la gestión de Luis Almagro ha sido positiva para la organización y aseguró que logró subirle el perfil a la OEA. «Creo que Almagro ha estado cumpliendo sus funciones, y dentro de esas funciones figura el tratar de que se respete la Carta Democrática», señaló.

Estima el internacionalista que para que la OEA avance en sus objetivos y el mecanismo de la Carta Democrática sea aplicado con toda su rigurosidad, se requiere más voluntad política por parte de los Estados miembros del organismo.

«La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte IDH son órganos de la OEA y dependen de ella, lo que habría que hacer es reforzar esas instituciones y darles mayor peso y capacidad de imponer penas. Hay países, empezando por Venezuela, que decidieron salirse del sistema porque le resultaba incómodo que se investigara, y lo hicieron alegando el tema de la soberanía, argumentando principios del siglo XVI, cuando de lo que se trata es de investigar temas de derechos humanos, lo que demuestra que no hay intención de respetar a estas organizaciones», explicó.

Félix Arellano, por su parte, indicó que Luis Almagro ha sido más arriesgado y más activo, por lo que para quienes alegan la defensa de la soberanía resulta un caso atípico.

«Por su actitud, Almagro resulta molesto para algunos gobiernos; él tiene un nivel de protagonismo al que no estaba acostumbrada la organización, porque generalmente los secretarios generales se caracterizaban por tener un primer período de silencio buscando garantizar la reelección y luego ponían un mayor énfasis en el segundo período, patrón que siguió Miguel Insulza. Entonces, como Almagro ha utilizado la normativa para la denuncia y generar alerta ,molesta a gobiernos conservadores y autoritarios», detalló.

Cree Arellano que plantear reformas sustantivas en cuestiones claves no tiene mucha viabilidad, porque existe mucha rigidez por parte de los gobiernos que integran el organismo.

«Es necesaria una mayor participación del ciudadano en materia de derechos humanos y democráticos; organizaciones políticas y civiles pudieran presentar casos más activamente, pero no está dada la coyuntura política porque no están dadas las condiciones para una transformación de la OEA. Actualmente, pretender profundizar en los pilares del organismo, como el sistema interamericano y la defensa de la democracia, choca con una coyuntura que no es la más favorable», añadió.

Ola «rosada»

Ambos internacionalistas también tienen coincidencias en cuanto al avance de líderes y movimientos orientados hacia el extremo autoritario del espectro político de la izquierda, que tratan de dotar con un barniz democrático sus actuaciones y que por ello se les refiere como parte de una ola «rosada» en la región, en un intento de distinguirles de regímenes abiertamente autoritarios como el de Cuba. En este sentido, tanto Contreras Arriechi como Arellano creen que la OEA pudiera verse afectada si siguen proliferando gobiernos autoritarios que podrían seguir torpedeando la defensa de la democracia a través de la aplicación de mecanismos como la Carta Democrática Interamericana.

«Si esos liderazgos llegan a asumir gobiernos podrían desvirtuar la Carta Democrática, que es un instrumento muy preciso, concreto, que habla de lo que debe ser la democracia, que no es solo hacer elecciones sino las condiciones en las que se hacen las mismas, porque en Cuba, por ejemplo, se hacen elecciones de un solo candidato y un solo partido donde la gente está obligada a votar por ese candidato y ese partido, y eso no es democrático», sostuvo Contreras Arriechi.

Hizo énfasis al decir que la Carta Democrática ha sido uno de los triunfos más importantes de la diplomacia regional y que se logró en circunstancias ideales para le región, con la actuación de gobiernos que entendieron la importancia de la democracia.

Por ello, cree que se impone revisar el sistema de votación del organismo porque, en su opinión, no tiene sentido que cada país tenga un voto, porque hay países que son más pequeños que el municipio Boconó de Venezuela y resulta que tienen el mismo peso específico que países como EE. UU., Canadá, Brasil o México.

Abundó en el tema planteando que el sistema debe acercarse a lo que hace la Unión Europea donde se toma en cuenta la importancia del país, su población e instituciones.

Para Félix Arellano, debe insistirse en la posibilidad de que la sociedad civil juegue un papel más protagónico en el organismo, con la posibilidad de que haga denuncias y participe de las investigaciones, ya que los gobiernos siempre buscarán defenderse a sí mismos.

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