#OPINIÓN El trastorno sádico del coronel psicópata #8Jun

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«La soberbia no es grandeza sino hinchazón;
y lo que está hinchado parece grande pero no está sano».
Agustín de Hipona

El pervertido coronel psicópata pretende disfrazar de corrección y de disciplina la materialización en sus víctimas de su trastorno sádico de la personalidad, cuando sus métodos son desproporcionados y dejan en evidencia sus trastornos psiquiátricos. Además que se los aplica a los usuarios, es osado en subterfugios para hacerlo en contra de los funcionarios que se niegan a ingresar a las filas de sus monos voladores, a la tropa de los necios. Por ejemplo disfruta el sufrimiento que genera aplicando el Gaslighting. En el despliegue de su maldad y sadismo el coronel psicópata se complace y disfruta en ver sufrir a sus víctimas. Se deleita insana, criminal y maléficamente.

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El coronel psicópata, narcisista, licántropo, voyerista e idiota moral, en la comisión de delitos por su trastorno sádico de la personalidad mantiene relaciones crueles, humillantes y agresivas en contra de quienes detecta como presas y ve como más débiles que él, arremetiendo despiadadamente en contra de inocentes víctimas. Los expertos definen el sadismo como «una tendencia a involucrarse en comportamientos crueles, degradantes o agresivos en busca de placer o dominación». En el lenguaje común, ser sádico es disfrutar causándole sufrimientos a los otros.

Sabemos que éste coronel psicópata, es un cóctel siniestro de síndromes diversos, pero de igual modo posee distintos trastornos y en este caso puntualizaré el trastorno sádico de la personalidad de este felón narcisista, que es un cajón de sastre.

En una ocasión dice el funcionario, pude ser testigo de excepción de cómo este anormal coronel, este psicópata narcisista, infligía sadismo a un joven pasante. Claro, siempre escudado cobardemente en la parafernalia de su contexto. Me tomó de sorpresa porque jamás pude imaginar que este «señor», blandiera un falso carisma de bonachón embaucador, que se comporta como un tipejo cobarde con las ínfulas de quien se siente impune de sus actos arbitrarios, grita cual energúmeno a un joven usuario que además creyó en la institución, pero se tropieza con un psicópata que le hiere la autoestima y le irrespeta con sadismo verbal y psicológico, para reducirlo violando sus derechos humanos. Ambos, el pasante y yo, explica el funcionario, nos miramos y nos preguntamos cómo puede alguien con una mente así de violenta y morbosa, ocupar un cargo de esa magnitud. Fue un espectáculo escalofriante, realmente bochornoso, donde poco faltó para que el coronel pateara al joven y lo escupiera, porque el felón expulsaba saliva con los dientes pelados en lo que parecía realmente un perro atacando a un ser humano. No olvidemos que el coronel sufre además del síndrome psiquiátrico alucinante de licantropía. Él se cree un perro con mal de rabia, un Licaón y cuando se pone incómodo da riendas sueltas a su espectáculo.

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Se le nota al coronel la satisfacción morbosa por vapulear el espíritu de aquel joven, lo que hace a diario contra muchos, bajo el argumento de todo psicópata de “es que lo obligan a uno a ser grosero”, porque para los psicópatas los culpables de sus conductas desadaptativas son los demás, la culpa siempre es de los otros. El joven muchacho experimentó lo que conocemos en psicología como inmovilidad tónica. Por lo que no crea el coronel psicópata que se ha ganado el respeto de nadie, sino que es una respuesta involuntaria de autoprotección, que cumple la función de reducir las probabilidades de daño ante el ataque de un predador y este coronel es un depredador social. Este maldito coronel se cree con el derecho de aplastar a otros seres humanos y se cree grande cuando asalta la tranquilidad espiritual de los demás en la que constituye la bajeza más ruin de su podrido espíritu. Este felón hace suyo y practica el pensamiento del Marqués de Sade: «La naturaleza nos ha dotado a cada uno de nosotros con una capacidad de sentimientos amables: no los malgastemos con los demás». ¡Vaya perversión!

Sin embargo, no había cometido aquel joven pasante ninguna trasgresión, mientras fue objeto maniático por parte del coronel psicópata de una violencia verbal perversa espontánea e inusitada. Hubo de arrepentirse el joven pasante de haberse encontrado aquella mañana bajo las escaleras con el coronel psicópata segundos después de que el jefe narcisista se bajó del vehículo que en peculado doloso usa para otras actividades que no son institucionales y de las que felizmente se guarda registro para en su oportunidad exigir las responsabilidades penales y que ese vehículo no pernocta en la empresa. Ya del coronel psicópata le habían advertido que es un disfraz de persona y de quien ante tan despreciable actuación corroboró que bajo esa falsa imagen de hombre carismático, se encuentra un patán, un individuo que por su patrón de comportamiento debió por lo menos de niño ser objeto de abusos físicos y psicológicos como para que ahora muestre saciedad enfermiza al maltratar a otros y someterlos a su sadismo. Pero esta es solo una anécdota de las enésimas violaciones de los derechos humanos por parte del coronel psicópata que en ejercicio de su sadismo se tiene registro.

Se sabe del coronel psicópata que somete a la juventud a castigos infamantes a medio sol, colocándoles incluso sobre sus brazos y hombros el peso de neumáticos de vehículos, de muebles u objetos de muchos kilos mientras deben caminar grandes distancias por largas horas con ellos encima, de obligarlos a mirar al sol fijamente con la intención de cegarlos y adicional a esos castigos corporales además les aplica castigos verbales, los insulta y los denigra mientras se sacia sádicamente al verlos sufrir, imponiendo miedo para ser respetado, en lo que es el ejercicio del pensamiento de Maquiavelo que “es mejor ser temido que ser amado”. Gracias a Dios los delitos derivados de la violación a los derechos humanos son imprescriptibles. Este coronel se comporta como lo que es, un violador que además de cometer agresión sexual sobre una dama, la insulta, la veja, la humilla verbalmente mientras la sodomiza y las fornica. Hay un asunto sobre la violación y muerte de una Sargento en extrañas circunstancias.

Las torturas son degradantes y realmente violatorias de los derechos humanos, pero el maldito coronel estila esgrimir *«es que lo obligan a uno a ser sádico», «es que lo hacen explotar a uno». *Se tienen las pruebas fílmicas. De modo que el narcisista felón que nunca llegó a General, justifica su sadismo en que la culpa es de la víctima, la culpa es de la presa que él depreda y no de él. Mientras estos sadismos deben ser soportados por los usuarios, el coronel psicópata experimenta una satisfacción enfermiza al saber que logra que otros sufran cualquier tipo de descalabro físico o psicológico, de desvalorización como seres humanos, bajo el pretexto de que es el dueño del lugar. El coronel psicópata ha meado la institución y ha marcado territorio como todo depredador y hace y comete enésimos crímenes y violaciones a los derechos humanos bajo la mirada cómplice de muchos y con la ayuda de sus monos voladores. Se ha aprovisionado el coronel psicópata, este idiota moral, de un grupo de malhechores, de tenientes jalabolas conocidos como sus monos voladores, colaboracionistas en mantener la gestión del terror y de la extorsión. Colaboracionistas y autores en la violación de los derechos humanos. Y ni se diga de lo que pasa en el burdelillo, allá en el piso solitario, en donde se perpetran sadismo corporal, violaciones carnales y muchos perversos etcéteras.

Cuánta bajeza. El trastorno sádico de la personalidad es un tipo de trastorno en el que un individuo afectado, en este caso el coronel psicópata con sus monos voladores, inflige a los demás un comportamiento sádico, cruel, manipulador, agresivo y denigrante. La violencia y el abuso son las marcas distintivas de las relaciones sociales de un sádico. El sádico al igual que el psicópata carece de empatía y de preocupación por otras personas y obtienen placer al lastimar o humillar a otros. Y este coronel es ambas y otras perversiones, es un psicópata con otros trastornos además del trastorno sádico de la personalidad.

Tengamos presente que el coronel psicópata además es voyerista, le gusta obtener placer sexual observando, ejerciendo de mirón; he allí la conexión entre el trastorno sádico de la personalidad y el sadismo sexual, donde el coronel psicópata deriva la satisfacción sexual y la excitación a través de actos sádicos como golpear y / o humillar a otros.

«El trastorno sádico de la personalidad se caracteriza por un patrón de crueldad gratuita, agresión y conductas denigrantes que indican la existencia de profundo desprecio hacia otras personas. Algunos sádicos como el coronel psicópata, son «utilitarios»: aprovechan su violencia explosiva, en su caso el trastorno explosivo intermitente, para establecer una posición de dominio. El psicópata, además usa la fuerza física en la comisión de crímenes y su agresividad se expresa en entornos sociales, como la familia o el lugar de trabajo».

«El término sadismo hace alusión a una determinada clase de conducta sexual que implicaría infligir sufrimiento físico o psicológico a otra persona bajo la finalidad de obtener placer sexual o dominación. Dicho concepto, aunque muchos no lo sepan, tuvo sus orígenes con el Marqués de Sade, conocido como el maldito, un filósofo y escritor francés que incurrió en las prácticas sádicas y que no dudó en trasladarlas de la manera más cruda y desbocada a su obra literaria». El Marqués de Sade describe extremadamente gráfica distintas perversiones sexuales consumadas con un grupo de adolescentes esclavizados. En criminalidad, sadismo, maldad y perversión, el coronel psicópata demuestra ser un adelantado discípulo del Marqués de Sade.

Es importante señalar que, dentro de la psicología clínica, el sadismo es considerado como una parafilia en la cual se obtiene excitación y placer sexual al causar dolor o humillación a una persona, y es posible ubicarlo como trastorno de sadismo sexual en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales…

«El sadismo implica disfrutar de la humillación y el dolor de otra persona. En ejercicio de su crueldad, los sádicos deshumanizan a las personas, las víctimas potenciales son etiquetadas como perros, piojos o cucarachas, lo que facilita al trastornado sádico lastimar a los demás». El sadismo es una enfermedad psiquiátrica que hace que sus afectados sólo obtengan placer cuando infligen daño, sufrimiento o humillación a los demás».

En la institución la realidad de las perversiones y el sadismo, supera a los rumores.

«El crimen es el alma de la lujuria.
¿Qué sería el placer si no fuera acompañado por el crimen?
No es el objeto del libertinaje lo que nos emociona, sino la idea del mal».
El Marqués de Sade

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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