#OPINIÓN La masacre de Guyana y los desaparecidos en La Grita #7Sep

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El 18 de noviembre se cumplen 44 años del mayor suicidio colectivo de la historia, en el que más de 900 personas perdieron la vida en la tragedia de Jonestown en 1978, en Guyana, llevado al cine en varias oportunidades.
«Acabemos con esto ya. Acabemos con esta agonía». Esas fueron las palabras textuales de Jim Jones, un pastor evangélico que se dedicaba a predicar sobre la igualdad social y racial, el líder de la masacre.

Según Laura Johnston Kohl, ex miembro del grupo, «no fue un suicidio masivo. La gente no dijo “quiero hacerlo”. Fue un asesinato en masa». Laura Johnston Kohl fue una de las sobrevivientes de la masacre y para ella se trató de un crimen mucho más grave.

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Nos viene a la mente el caso, a propósito de la desaparición de al menos 40 integrantes de 2 familias de La Grita, Estado Táchira hace 15 días, comparación odiosa, cuando presuntamente se disponían a participar desde el 18 de agosto en culto religioso en una zona montañosa del referido sector. El hecho se ha manejado con mucho hermetismo, calificado como misterioso.

Allegados a las familias sospechan que, esto podría estar relacionado con “una secta” religiosa que posiblemente funcione en la referida zona.

La versión indica que, el grupo habría sido convencido a retirarse a las montañas, para “prepararse para el fin del mundo”.

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En principio se habló de 9 personas desaparecidas, entre ellos varios niños, uno de ellos con 27 días de nacido, pero a la fecha el número se puede elevar a 35 o 40 individuos, entre adolescentes y adultos, además.

Es un hecho muy extraño. Se habla desde sectas, hasta extraviados en las montañas.

Las personas se movilizan en 2 camionetas entre las serranías del municipio Jáuregui y Uribante en Pregonero, Estado Táchira.

Hay muchas versiones y con el paso de las horas se despejan algunas dudas. Ya no es tan misterioso.

La tesis que cobra fuerza es que participan en prácticas religiosas que, según fuentes de la iglesia católica, están desvinculadas a la religión y la fe.
Los Cuerpos de Seguridad competentes se mantienen en la búsqueda y adelantan la investigación.

Varios hechos apuntan a que la supuesta desaparición fue decisión de los vecinos, unos de La Grita y otros de la aldea Santa Ana, en la vía al parque Angostura, cerca de El Cobre.

Las investigaciones de los efectivos de los cuerpos de seguridad señalan a una mujer, presunta líder espiritual a quienes conocen como Rosa.

Ella, según declaraciones de algunos vecinos, visitaba la comunidad donde durante varias semanas insistió ser protagonista de una revelación de la Virgen, quien le habría advertido que el mundo se acabaría a mediados de septiembre.

De esta revelación no hay más detalles, señala la periodista Bleima Márquez, en una de sus notas en el diario “La Nación” digital, de quien tomamos gran parte de los detalles aquí expuestos.

Rosa formó parte de grupos carismáticos de La Grita. Quienes la conocen la definen como una persona creyente en Dios, muy activa en los grupos magnánimos de la Iglesia.

A este grupo, que inicialmente eran 9 integrantes, se le han sumado más miembros de otras familias. La cifra podría oscilar entre 20 y 40, personas, según datos conocidos de manera oficial.

Todo apunta a que se unieron, de manera voluntaria, para asistir a un retiro relacionado con sus creencias religiosas. Eso no es delito.

Con precisión los lugareños hablan de 2 familias: la primera, Luna Roa, residentes en la aldea Santa Ana del Valle, municipio Jáuregui, ubicada en la vía que conduce a El Cobre, poco después del sector La Quinta.
La segunda familia es de apellidos Peña García, habitantes del sector Las Piedritas de La Grita.

Aseguran que se trata de una familia que ha demostrado ser extremadamente católica y creyente. “A diario uno los ve en la iglesia”, comentaron.

Las pesquisas policiales indican que los integrantes de las 2 familias y demás personas que fueron reportadas como desaparecidas no están perdidas.

Con precisión aseguran se trata de un grupo comprometido con el mundo religioso.

De acuerdo a las investigaciones, Rosa, desde hace aproximadamente 4 años aseguraba que tenía revelaciones de la Virgen y poder para “sacar espíritus”. Entre sus revelaciones anunció que a mediados de noviembre próximo se acabaría el mundo.

Todo indica que esta mujer organizaba concentraciones de oración católica, donde los asistentes rezan el rosario 3 veces al día y reiteran el poder de Dios sobre la tierra.

De alguna forma convenció a los integrantes de las familias reportadas como desaparecidas.

En medio de las supuestas revelaciones, comenzó a decir que el uso de la televisión era malo, los teléfonos celulares dañinos. Decía que el mundo pronto se acabaría.

A esta señora se le congregaba un productor de la zona de apellido Peña, con fallas visuales, quien a última hora desistió del viaje, lo que deja una inmensa interrogante sobre lo que le pudo haber revelado Rosa en sus intenciones.

De acuerdo con fuentes policiales, varios familiares de los hoy buscados, saben que sus seres queridos estaban congregados y que planificaron asistir a un retiro espiritual en Valle Plateado, un parque en la zona montañosa.

Las averiguaciones también determinaron que las personas concentradas en el llamado retiro espiritual están bien alimentadas. Se calcula que compraron mucha comida no perecedera, invirtiendo una alta suma de dinero. Andan en 2 vehículos, y habían alquilado una casa, que sería la finca a donde llegaron inicialmente.

Fuentes oficiales de la Iglesia Católica del municipio Jáuregui afirmaron que las prácticas religiosas que hacen las personas congregadas en la montaña, probablemente en algún rincón del parque nacional Juan Pablo Peñaloza, entre los estados Táchira y Mérida, están desvinculadas de la religión y la fe.

“No están en comunión con la Iglesia”, aseguran.

A criterio de los representantes de la Iglesia Católica, los supuestos desaparecidos, “llevan a cabo prácticas exageradas y han caído en el fanatismo religioso”.

Ese fanatismo que demostró en la masacre de Jonestown hasta dónde puede llegar la paranoia colectiva.

Ciudad muy religiosa

La Grita es una ciudad situada al occidente de Venezuela, capital del Municipio Jáuregui, Estado Táchira. Se ubica en el puesto 35 de las más grandes y pobladas de Venezuela.

Es considerada la capital suplente del Táchira, por ser un importante centro financiero, económico y religioso. Miles de personas que la visitan los 5 y 6 de agosto de cada año, días centrales del Santo Cristo de La Grita, han llevado a que la ciudad sea declarada la “Jerusalén o ciudad Santuario de Venezuela”.

La devoción al Santo Cristo de la Grita es una manifestación religiosa de profundo arraigo en Venezuela que se celebra en esta población andina, capital del Municipio Jáuregui del Estado Táchira desde el año 1610.

Cada 6 de agosto de todos los años, desde hace más de 4 siglos, miles de peregrinos de diferentes lugares del país acuden a honrar, venerar y cumplir promesas frente al milagroso Santo Cristo en la Basílica del Espíritu Santo y en su nuevo Santuario.

La celebración destaca entre las ferias y fiestas tradicionales de Venezuela, y es una de las manifestaciones religiosas más grandes de toda América.
En la ciudad hay prudencia, silencio y rumores sobre el caso de los desaparecidos. “Vivimos momentos difíciles”, responde una joven. No quiere, aunque dicen no puede, hablar por recomendación de los cuerpos policiales.

“Mucho que aclarar, pero después” con esta frase se disculpa.

Todos esperan que las familias regresen del retiro espiritual como partieron: sanos y salvos.

Los vecinos del sector saben la incertidumbre de quienes no fueron a las montañas. Igual no hablan. La frase “hay mucha especulación” está presente en más de uno.

A Rosa Elvira García, su nombre completo, de 57 años, conocida por todos quienes se fueron y quienes se quedaron, le atribuyen exacerbado fanatismo religioso. No de hace meses, de unos cuantos años.

“Hablaba del fin del mundo, lo mandaba a uno a confesarse. Notamos que algo no estaba bien”, dice alguien que tuvo contacto con ella en el mes de junio.

El otro grupo familiar que partió, al supuesto retiro, los conocen como los García, Peña y Serrano. Habitan en varios sectores de La Grita. En este grupo están varios de los García, familia directa de Rosa Elvira.

El director de Protección Civil Táchira, Yesnardo Canal, informó que 8 funcionarios del equipo de Búsqueda y Salvamento (SAR) partieron este martes a La Grita para ayudar a ubicar a los desaparecidos a través de rastreo aéreo con dron.

La masacre del siglo XX

A lo largo de los años, en el mundo se han dado diversos casos de sectas que dejan la piel helada; sin embargo, el “Templo del Pueblo”, donde murieron cientos de personas en Jonestown, sigue encabezando la lista a casi 44 años de la masacre llevada cabo por el mesiánico Jim Jones.

Lo creó en Indianápolis en 1956 con la idea de amalgamar el ideal socialista de aquellos años con una comunidad donde no existieran fronteras de raza o nacionalidad.

Pero para evitar controles, trasladó su comunidad agrícola a la selva de Guyana, donde vivían mil seguidores fanáticos, con hijos. Casi todos murieron cuando los indujo a beber ponche con cianuro. Fue la mayor masacre de la historia de Estados Unidos.

Se trata de una ex colonia británica ubicada al lado de Venezuela, donde decidió fundar una agrupación de personas en la que se viviera el ideal forjado en el interior de ese Templo.

Un presunto paraíso socialista, igualdad para todos que terminó en estafa, paranoia y crimen.

Cuando su proyecto se vio amenazado, el mesiánico Jones reunió a todos los integrantes de la comunidad y reiteró que las amenazas al paraíso eran reales.

“Hay que hacer una revolución de muerte», les dijo en estado de delirio.

«Por el amor a Dios, ha llegado el momento de terminar con esto», agregó, según se escucha en las grabaciones rescatadas por el FBI, durante la investigación.

Y luego lanzó la frase premonitoria de la muerte: «Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados», sentenció. “Acabemos con esto ya. Acabemos con esta agonía».

Las 918 personas cayeron muertas dentro de un enorme espacio de madera y sus alrededores. Los obligó a beber con hombres armados un ponche al que había agregado cianuro, envenenamiento sumamente doloroso el cual hizo que, al ingerirlo, las víctimas gritaran de dolor.

Sus 2 hijos sobrevivieron porque desobedecieron.

A Jim Jones se le encontró muerto, pero no había sido por el cianuro, sino por el disparo de una escopeta. El culto religioso nacido al calor de los movimientos contraculturales en Estados Unidos había encontrado su fin trágico aquel 18 de noviembre de 1978 en un remoto lugar de Guyana, en el noroeste de América del Sur.

¡Que Dios guarde a los desparecidos en La Grita, Estado Táchira!

Orlando Peñaloza

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