#OPINIÓN Ahora lo anuncia una tachirense: Otra vez esperando el fin del mundo #10Sep

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El fin del mundo siempre ha sido un tema que ha consternado a la humanidad. Cualquier cultura, por antigua que sea, ha intentado presagiar el Apocalipsis, aunque por ahora sin mucho acierto.

El cambio de siglo del año 2000, el 21 de diciembre de 2012 según los mayas, las lunas de sangre de 2014 y 2015 o el cambio en los polos de la Tierra son algunos de los últimos ejemplos fallidos. 

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El “fake” más reciente apuntaba al 21 de diciembre de 2021, fecha supuestamente señalada por el rabino Matityahu Glazerson, quien aseguraba haber descifrado un código secreto en la Torá. 

Un hallazgo que le había permitido saber cuándo llegaría el final: el 21 de diciembre de 2021. Sin embargo aquí seguimos.

El Estado Táchira no se cansa de gritarle al mundo el orgullo que inunda sus corazones por ser una porción del territorio limítrofe con La República de Colombia. Ha estado, está y estará presente por siempre en el acontecer local, nacional e internacional.

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Y como nunca se ha quedado atrás, ahora la protagonista es una campesina del pueblo denominado La Grita, Santuario de Venezuela, cuna del Santo Cristo de esa región donde existe una manifestación religiosa de profundo arraigo en Venezuela.

Ella se llama Rosa Elvira García, de 57 años, muy conocida en el pueblo por su exacerbado fanatismo religioso de unos cuantos años.

Pues ha surgido como la nueva portavoz, esta vez de la Virgen, del nuevo anuncio del fin de la humanidad, quien se llevó a las montañas de esa región andina hace más de 20 días de entre 26 a 40 personas integrantes de varias familias a un culto religioso para prepararse al más allá, que según le reveló la Madre de Dios, se producirá en la primera mitad de noviembre.

A la fecha de escribir esta nota, jueves 8 de septiembre, se daba cuenta de que el grupo apareció sano y salvo orando en el Páramo “La Negra”, entre La Grita y Tovar, pero cierto es que para orgullo de su Estado natal, el nombre de la dama apegada a los principios carismáticos ingresó a la lista de anunciantes quienes han predicho la terminación de la humanidad, entre ellos el adivino Michel de Notre-Dame, también llamado Michel Nostradame, usualmente latinizado como Nostradamus.

El Apocalipsis, el Armageddon, el Ragnarok, el Día del Juicio Final, el Doomsday. Vamos, el dichoso fin del mundo.

Tal evento ha sido una obsesión para casi todas las culturas y religiones sobre La Tierra por lo que muchos lo han profetizado a lo largo de los tiempos.

Han sido unas 21 predicciones del Apocalipsis que, afortunadamente, han caducado y ojalá la de la señora Rosa también.

Videntes, científicos locos, el Anticristo, meteoritos, culturas precolombinas, profetas, el alzamiento de las máquinas, sectas, plagas, iluminados… de todo, como en botica se ha dicho.

Recordamos a Harold Camping, comunicador estadounidense quien declaró que el 21 de mayo de 2011 sería el comienzo del fin del mundo mortificando la vida de muchos cristianos.

Camping había pronosticado que Jesucristo volvería a la tierra el sábado 21 de mayo, y que en esa fecha los verdaderos creyentes serían arrebatados para ser llevados al Cielo.

Según su predicción, los textos bíblicos indicaban que un enorme terremoto iniciaría ese día marcando el inicio de la destrucción del mundo, y que hacia el 21 de octubre todos los seres humanos que hubiesen quedado en la tierra estarían muertos.

No sólo expresó su visión del futuro, sino que además a lo largo y ancho de todo el mundo pagó anuncios en vallas publicitarias proclamando su profecía, y avisando del inminente juicio de Dios.

Sus seguidores, totalmente perplejos, vendieron sus bienes, enloquecieron, una familia decidió no iniciar sus estudios en la facultad de medicina y renunciaron a sus puestos de trabajo trasladándose desde Nueva York a Orlando para pasar lo que se suponía seria su último año en la Tierra leyendo la Biblia, distribuyendo folletos, avisando de la catástrofe a la humanidad y pasando tiempo con su hija de 2 años de edad.

Habían presupuestado todo para el 21 de mayo y como final, no les quedó nada.

El diario estadounidense “The Washington Post” relató que se establecieron líneas telefónicas de prevención de suicidio en caso de que los seguidores de Camping cayeran en depresión luego de que el Apocalipsis no se cumpliera.

Cuando el día del juicio no se materializó, revisó su profecía y dijo que había sido aplazada por 5 meses.

El predicador, quien sufrió un derrame cerebral 3 semanas después que la predicción de mayo fracasó, dijo que se dio cuenta que en lugar del rapto bíblico en el que los fieles se van hasta los Cielos, había sido en su lugar un juicio «espiritual», lo que colocaba al mundo entero bajo el asiento de Cristo, prediciendo el juicio final para el 21 de octubre del mismo año.

Llegó octubre y no ocurrió nada. Camping reconoció que se había equivocado en su profecía apocalíptica y publicó una nota de prensa en el sitio web de su Ministerio, diciendo a sus seguidores que no tenía pruebas de que el mundo se acabaría pronto, y no estaba interesado en la consideración de futuras fechas.

Agregó que se sintió tan mal cuando su profecía no se hizo realidad que salió de su casa y se refugió en un motel con su esposa.

Fue a Harold Camping, un ingeniero civil jubilado a quien se le acabó el mundo. Murió el domingo 15 de diciembre de ese año. Ella dijo que había sido hospitalizado tras haberse caído.

Por el momento solo sabemos que las predicciones apocalípticas de fechas pasadas han sido erróneas, pero, ¿y ahora las de la señora Rosa? 

Todo está claro. Los extraviados de La Grita aparecieron íntegros. Estaban preparándose para la sentencia final, borrándose los negros nubarrones que hacían imaginar un rito satánico o una última etapa, como la masacre de Guyana en 1978.

Sólo que después de este laberinto, ahora nos permanecerá de este lado del mundo el desespero. Dependeremos del mes de noviembre, de acuerdo a la revelación de la “gocha” Rosa. De ser cierta su premonición, sólo nos quedan unos pocos días de vida.

Sin embargo, aquí seguimos.

Ojalá y el fin del mundo no nos “pille” bailando, sino orando, como fueron hallados ellos. 

Si salimos vivos de esta, en lo sucesivo el adagio popular cambiará de: “Andan más perdidos que el hijo de Lindbergh”, a “andan más perdidos que “gochos” en retiro espiritual”.

Orlando Peñaloza

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