#OPINIÓN Solos y desgastados #18Ene

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Los niveles de hambre en Venezuela están al extremo. Los habitantes se están muriendo de anhelo. Se agotó el pan nuestro de cada día. 

Entramos al 2023 solos y desgastados. Desventurados. Cansados. Nadie dice nada. Nadie reclama. Nadie protesta, a la voluntad de un gobierno que hace de nosotros lo que le da la gana. 

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La traducción a las calles es pobreza y desnutrición, un problema cotidiano que marca y atenaza más que nunca a la población.

Ya no valen marchas, tomas de calle, quemas de cauchos,   cacerolazos, mesas de diálogo; fracasaron el paro petrolero, huelgas de hambre, intervención de los estudiantes, entrega de papelitos en organismos nacionales e internacionales y seguimos fracasando ahora con la fractura de la oposición y la salida de Juan Guaidó como Presidente interino. La dictadura de Nicolás Maduro ha tomado fuerza y nos ha sometido a aceptar su voluntad, como esta infernal inflación. 

Dosis de revolución, socialismo y comunismo ya anunciadas que enloquecen a las familias haciendo cualquier cosa para conseguir comida.

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Rebeca Jiménez, Psiquiatra especialista en Neuroinmunología y Medicina Cuántica, ha dicho que al venezolano lo han desmontado emocionalmente.

“En poco más de un año el venezolano modificó su estado emocional. De la rabia que en 2017 desató la convicción de que la crisis le arrebataba su capacidad de administrar sus ingresos y su futuro, pasó a la resignación, al estado burnout o síndrome de estar quemado, generado por el estrés y que implica cansancio y rendición no solo ante la crisis económica, sino también ante los deteriorados servicios públicos. Un cambio patológico que el gobierno ha causado”, asegura la autora del libro “La distorsión del amor”.

La especialista afirma que gran parte de los ciudadanos está en el estado burnout, en el “¡ya no puedo más!”, por lo que recomienda a los venezolanos mantenerse activos a punta de solidaridad. “A los ciudadanos nos han desmontado emocionalmente como lo hicieron con el Estado, y no nos hemos dado cuenta”.

Ante el silencio de la población advierte que hay un proceso de despersonalización, descalificación e impotencia del venezolano que está en un jaque mate psicológico, social, económico, al que han llevado progresivamente y solo busca sobrevivir. 

Se perdieron todas las cosas que se tenían como normales: el agua, la luz, el teléfono, el gas, la gasolina, el transporte, etcétera, caos de su vida cotidiana”. 

 “Es un problema de autoestima manejado absolutamente por un gobierno populista con un plan de sometimiento. Esto no es nada casual, está planificado fríamente. Desde el primer momento, hace más de 20 años se comenzó a menoscabar la autoestima del venezolano.

Subraya que el venezolano perdió los mecanismos de defensa; el objetivo es sobrevivir y no enfrentar al gobierno. O te mueres de hambre y de tristeza, o buscas las fuerzas que te quedan para sobrevivir. 

Fueron quitándole todas las herramientas para que se autogestionara y ahora está atrapado porque ni tiene con qué, ni se consigue, y lo más grave, cree que no puede.

Con el autoritarismo que lo identifica, Nicolás Maduro acaba de decir despóticamente en medio de su memoria y cuenta: “Duélale a quién le duela, estoy ante el poder legítimo de la Asamblea Nacional, chille quien chille”. ¿Y qué?, le faltó preguntar. 

Opositores y el pueblo criticaron que, durante la presentación de su memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional, en medio de sus bravuconadas guardó silencio sobre las exigencias salariales que han hecho trabajadores del sector público el año pasado y que retomaron la pasada semana.

No presentó alternativas a los maestros, trabajadores de la salud, empleados de la administración pública y pensionados que iniciaron el año 2023 “en la calle” para exigir un incremento del salario y las pensiones, cuyo monto mínimo es de unos 6,7 dólares.

Lo único que vimos fue una retórica trasnochada, gastada. Pareciera que el dueño del régimen se quedó sin propuestas, sin presentarle alternativas a los venezolanos, aunque pudiera ser de que antes que el mundo se le venga encima por la agudización de protestas de calle, previo a la publicación de este artículo, haya hecho un anuncio de mejoras paupérrimas en los salarios de trabajadores de educación y otros similares.

Tampoco presentó un plan de trabajo para reducir la inflación ni para evitar que se siga devaluando la moneda local que se ha depreciado un 8,9 por ciento en los primeros días del año.

La psiquiatra Jiménez analiza que “solo Dios sabe qué va a pasar, pero cree que “la sociedad buscará un mecanismo para sobrevivir, la vida es un valor supremo”.

En la historia de la humanidad ha habido muchos ciclos de muerte y la humanidad siempre ha logrado sobrevivir. Una vía para superar estos estados mentales es acudir a la solidaridad, ayudar a otros para   sobrevivir. ¿Qué pasará en Venezuela?, no lo sé, pero la fuerza de la vida es indetenible”, sostiene.

Para muchos analistas y políticos teóricos auxiliados por la historia, el juego está trancado y lo destrancará un suceso, aparentemente fútil, previsible y esperado como el “Caracazo, que precipitaría los acontecimientos. Eso se lee en la mano de Venezuela.

Muchos compatriotas confiesan no tener idea donde están ni para donde van. Quienes están fuera de nuestro terruño perdieron referencias para ubicarse en Venezuela. Han desaparecido. Es como volar en la niebla sin radio y sin instrumentos.  Hoy no reconocen su Patria. No la encuentran. Los extranjeros son ellos.

Nos cambiaron la comida, los olores de nuestra tierra, los recuerdos, los sonidos, las costumbres sociales, los nombres de las cosas, los horarios, nuestras palabras, nuestras caras y expresiones, nuestros chistes, nuestra forma de vivir el amor, los negocios, la parranda, o la amistad.

Hoy Venezuela agoniza en algún exilio, pero no en un exilio geográfico. No, Venezuela se extingue aceleradamente en un exilio de antimateria, sin tiempo ni espacio.

El país desapareció de la memoria de las cosas universales; no existen unidades o instrumentos capaces de medir su extraña ausencia.

El 29 de septiembre de 1959 profetizó Nikita Khrushchev, en la sede de las Naciones Unidas el caos que padecemos hoy día los ingenuos Estados Latinoamericanos. En ese momento, solo se temía a la palabra “comunismo” en el mundo occidental y se ignoraba que el socialismo conducía al comunismo.

“…Los hijos de tus hijos, profetizó, vivirán bajo el comunismo. Ustedes los occidentales son tan ingenuos que no aceptarán el comunismo en forma directa, pero seguiremos alimentándoles con pequeñas dosis de socialismo hasta que finalmente despertarán y descubrirán que ya tienen comunismo para siempre. No tendremos que pelear con ustedes. Debilitaremos tanto sus economías hasta que caigan como fruta madura en nuestras manos. La democracia dejará de existir cuando les quiten a los que están dispuestos a trabajar y se lo den a aquellos que no”.

Lamentablemente a Venezuela ya llegó eso. El famoso socialismo del siglo XXI nos aplastó.

¿Es la gente ciega que no puede ver lo que está pasando? 

Muy sencillo, nos tienen a todos alienados y anestesiados, sin percibirlo, a la gente más joven.

Así mismo, muchos están amordazados sin quererlo, y otros extraviados sin saberlo.

Tiene razón la psiquiatra Rebeca Jiménez: estamos terminando por aceptar que la resignación es el único camino, concluye. 

Quién elige un gobierno es su propia ciudadanía, y quién lo mantiene también, pero peor aún, lo que legitima, reivindica y respalda es toda aquella acción que no se realiza para frenarlo.

Sobre todo lo dicho, reflexionamos y parafraseamos la ideología de tres magnánimos pensadores:

“Por más poderoso que sea un dictador, sólo es un hombre. No tengáis miedo”.

Juan Pablo II

Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.

Víktor Frankl

“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el Poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. 

Simón Bolívar

Orlando Peñaloza

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