#OPINIÓN Palabras del Dr. Luis Eduardo Cortés Riera #28Ago

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Palabras del Dr. Luis Eduardo Cortés Riera, Cronista del Municipio G. D. Pedro León Torres, en ocasión de conmemorarse el Centenario del Natalicio de su padre, el profesor y ecologista Expedito Cortés (1923-2023). Cámara Municipal del Municipio General de División Pedro León Torres, Carora, Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela, viernes 28 de julio de 2023.

Muy buenos días a todos los presentes, al representante del Gobernador del Estado Lara, Alcalde del Municipio Licenciado Javier Oropeza, presidenta de la Cámara Municipal profesora Mg. Sc. Naillit Álvarez, concejales en pleno. Señoras y señores.

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Si hay algo que define a Expedito Cortés ha sido su indeclinable vocación de servicio, comportarse como un auténtico animador de la cultura, un apasionado ambientalista, un enamorado del folklore, memorialista, pedagogo competente, amigo de las causas buenas, un defensor de la patria de Bolívar. Una auténtica pedagogía la acción.

Nació como humilde muchacho, hijo natural que apenas conoce a su progenitor, en el hermoso poblado andino de Sanare, Estado Lara, en 1923, año que he llamado, siguiendo al filósofo alemán  Karl Jaspers, “eje de la cultura” en Carora, pues ese mismo año nacieron los paladines de la cultura que serán el prolífico compositor Valentín Carucí, el poeta Alí Lameda, traductor de Rimbaud, Valéry  y Baudelaire, los inmensos guitarristas de fama planetaria Rodrigo Riera y Alirio Díaz, hombres sin los cuales la cultura en estas tierras sería oquedad y oscuridad.

En el remoto caserío andino La Escalera realiza mi padre un verdadero prodigio: reforestar con sus alumnos una quebrada en 1947. El licenciado Orlando Álvarez Crespo ha dicho que Expedito hizo labor ecológica antes que existiera la palabra ecología.  En el pueblo de Cubiro fue docente de sexto grado y fue apresado por oponerse a la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. Llegado a Humocaro Alto logra mi progenitor que Rómulo Betancourt ordene desde El Tocuyo se construya la sede de la Escuela Nacional Guayaúta. “Presidente, le dijo enfáticamente mi padre al primer mandatario, tengo a los alumnos en la calle.”

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Llegamos, en palabras de Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, a este “vasto erial caroreño”, en septiembre de 1960 para asumir mi padre la dirección del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza, lugar donde pronto se hizo referencia en la ciudad y el Distrito Torres, un prodigioso intermediario cultural, según la expresión de Michel Vovelle, que actuaba con eficacia en los sectores humildes y entre los llamados patricios caroreños. En 1964 cofundará con el Dr. Pablo Álvarez Yépez el Rotary Club de Carora, y al año siguiente, 1965, junto al caraqueño Dr. Juan Martínez Herrera la Casa de la Cultura de Carora, cede el auditorio del Grupo Ramón Pompilio para los ensayos y presentaciones del Orfeón Carora; en 1967 funge como Secretario Ejecutivo del Retorno a Carora y funda el partido del Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, el Movimiento Electoral del Pueblo; cofundador de la Escuela Municipal Normalista Cecilio Zubillaga Perera; presidió la Federación Venezolana de Maestros, sub seccional Torres, el Centro Lara, corporación social donde realiza unas jornadas culturales que iniciara en su momento Chío Zubillaga; junto a Piyuye Rojas y el Dr. Domingo Perera redescubre al músico popular  Don Pío Rafael Alvarado;  en las aulas del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza otea el talento pictórico de Macario Colombo; construye la sede de la Casa del Educador; con Livio Martinengo y Hernán Torres creará el Cuerpo de Bomberos de Carora,  y con otros educadores funda el Instituto de Previsión Social del Ministerio de Educación (IPASME); docente del Liceo Egidio Montesinos y de la Unidad Educativa Dr. en Agronomía Rafael Tobías Marquís Oropeza de Río Tocuyo; anima Expedito la creación de la Escuela de Especialidades Femeninas Petra C. de Aldazoro. El desaparecido Festival Folclórico del Estado Lara contaba con la participación del Distrito Torres liderada por el profesor Cortés y su emblemática camioneta Wagoneer.

Mientras tanto el Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza se va erigiendo como un auténtico vergel que dota de un refrescante micro clima que ventea de manera refrescante las aulas de clases. Ardillas juguetonas y coloridos pájaros, abejas, hacen nidos y madrigueras en ese hermoso bosque donde ensaya mi papá el riego por goteo. El profesor Jerónimo Becerra lo bautiza Bosque de Israel, para disgusto de la numerosa colonia árabe de Carora. Antes que los estadounidenses aplica el Síndrome de las Ventanas Rotas, pues, pensaba él, que dejar quebrados los vidrios de la Escuela a su cargo animaba aún más la dejadez y la delincuencia.

En ocasión del Cuatricentenario de la Ciudad San Juan Bautista del Portillo, coordinará mi padre un libro excepcional que se consulta hoy con insistencia, dedicado a la ciudad: Consejo de Directores del Distrito Escolar N° 5 (Carora) Contribución al Estudio del Distrito Torres y Carora Cuatricentenaria. Homenaje del Magisterio Torrense a Carora en su IV Centenario. Imprenta Namur de Barquisimeto. Recuerdo su camioneta cargada de 2.000 ejemplares de esa magistral obra colectiva que debió sortear las 365 curvas y 45 puentes de la vieja carretera para llegar a su ansioso y expectante destino.

Aún recuerdan los exalumnos de ese magnífico plantel los recesos escolares animados con música de Alirio Díaz, Rodrigo Riera y los valses vieneses que oyeron por los altoparlantes. En su auditorio nacieron las Jornadas Ecológicas que convocaban a los muchachos de El Tocuyo, Quíbor, Carora y Barquisimeto, Caracas; en 1975 convoca allí el Dr. Juan Martínez Herrera una reunión para constituir la Orquesta Infantil y Juvenil de Carora con la presencia del profesor chileno Pedro Miranda, docente aventado a estas tierras por el artero golpe de estado contra el presidente Dr. Salvador Allende hace ya medio siglo.

La inmensa preocupación de Expedito era el inestimable y escaso recurso agua. En tiempos de los recordados Pozos de La Miel que surtían la sedienta urbe del semiárido, decía en la iglesia de San Juan que la sed de Carora era un pecado, una falta de diligencia, incuria. Por esos ya lejanos años 1960 visitábamos los centros educativos para animar a docentes y alumnos en la defensa de la Guayana Esequiba venezolana. Con la colaboración de los padres y representantes, rifas y proyección de películas, logra pintar de amarillo la hermosísima estructura neocolonial del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza, obra que sale de la sublime inspiración del arquitecto Carlos Raúl Villanueva. En 1969, en tiempos de la presidencia del doctor Rafael Caldera,  coordina la primera huelga magisterial por salarios dignos.

No se apoltrona Expedito tras su merecida jubilación en 1981 después de 39 años de servicio de la educación. No se desvincula de su amada Carora. En 1989, cuando cae el Muro de Berlín,  nace la luminosa idea de crear el Parque Nacional Cerro Saroche, que alberga al cardenalito y a una orquídea endémica del lugar (Schoromburquia humboldtiana), iniciativa donde le acompañan la socióloga Mirla Coronado, Dr. Pedro Ramos Arjona, Otto Chávez, Joel Meléndez, doctor Edilberto Ferrer Véliz, Carmen Carrasco, Reina   Mejías, Robert Smith.

En Barquisimeto creará en 1987 el Frente Ecológico Regional, organización que defenderá con ahínco al llamado por Lisandro Alvarado “Nilo de Centro Occidente”, el Río Tocuyo.  Una de sus más destacadas actividades ambientalistas de mi padre se concentró en la creación del Parque Nacional Dinira en 1988, Sierra de Barbacoas, Municipio Morán, al que siempre exaltaba por el significado de su nombre indígena: “leche, amamanto, alimento, sustento”. Allí descubre una tradición oral antiquísima en la diosa Uniminarro, a la que en sus últimos años de su fecunda vida le dedicara bellas orfebrerías. Protegió con pasión el cardenalito (Carduelis cucullata), ave endémica del semiárido y que según los entendidos existen más ejemplares en Bélgica que en el semiárido larense venezolano. Trató de difundir el consumo de la nueza, una planta que era alimento primordial de los indígenas de los páramos larenses. En las reuniones ecologistas era como obligado iniciarlas cantando el hoy olvidado Himno al árbol, inspiración del magnífico tachirense Manuel Felipe Rugeles.  

Amigo declarado de los animales, defendió al único plantígrado de los Andes venezolanos, el bello y sin igual oso frontino (Tremarctos ornatus).  Cuando las ominosas aguas de la Represa Cuatricentenaria de Atarigua amenazaban ahogar diversas especies animales, sale presto Expedito como su nombre a salvar con ayuda de muchachos y muchachas, en canoas improvisadas, arriesgando sus integridades, las iguanas, rabopelados, tortugas, serpientes y cachicamos, refugiados temerosos y aislados a punto de morir en islotes aislados. Fue también y como si fuera poco, introductor del árbol de Nim (Azadirachta indica) a estas tierras en donde se ha aclimatado soberbiamente, con lo cual se han suavizado los inclementes rayos de Sol que castigan este “vasto erial” caroreño, tal como dijo el gran Cecilio Zubillaga Perera.

 A costa de su salud, deteriorada por la helicobater pilory, bacteria que le horadó lentamente su resistente estómago campesino,seguía Expedito su incansable labor en defensa de nuestro hábitat. Madrugaba y emprendía en soledad largos viajes en su vieja camioneta azul, contentiva de diversas especies vegetales que con sus propias manos plantó en las áridas tierras del Estado Lara. Una como resignación franciscana que le llegó a convencerse de que la muerte es también creación divina. 

Tres institutos educativos llevan su preclaro nombre: la Unidad Educativa Nacional Expedito Cortés, en la Urbanización Calicanto, Carora, iniciativa estimulada por el profesor Jesús Figueroa; la Unidad Educativa Estadal Expedito Cortés de Los Pocitos, al oeste de Barquisimeto, idea del profesor Francisco Cañizalez Lomelli; y una institución educativa particular con perfil ecológico, ubicada también en la “ciudad de las cinco vocales”, tal como felizmente la llamó el humanista caroreño Luis Beltrán Guerrero.

Estuvo Expedito a punto de perder la existencia a los 41 años de edad en el trágico accidente del puente de La Llovizna en 1964, cuando más de 40 educadores venezolanos cayeron a las procelosas aguas del gigantesco Río Caroní y murieron ahogados o golpeados por las rocas. Lo salva milagrosamente su proverbial premura.

La tragedia nos acompañó de igual manera cuando en 1981 fallece en fatal accidente vehicular mi hermano Arnoldo Cortés con apenas 30 años de vida. Siguiéndole la pista a nuestro padre, mi hermano mayor había fundado en 1979 el Liceo de la localidad de El Paradero, Parroquia Heriberto Arroyo. Sería muy provechoso que el nombre de ese plantel llevara el nombre de mi malogrado hermano Arnoldo de manera oficial, cuando de manera espontánea los habitantes agradecidos así conocen el plantel educacionista. Un acto simbólico de soberanía larense sobre un territorio que nos ha sido arrebatado. La Cámara Municipal de Torres tiene la palabra.

Pero antes de concluir debo destacar un aspecto olvidado de la vida fecunda de mi padre, esto es su compañera de vida, mi madre Claver Riera de Cortés, quien atenta y lúcida vive en Barquisimeto a los 90 años de edad, una mujer que asume la dirección de un hogar de 10 personas y un único salario de educador. Le plancha a papá sus emblemáticos paltós y corbatas que le daban majestad y prestancia a su magisterio, al tiempo que elabora deliciosas tortas para redondear las finanzas familiares. Quiero decir que sin el concurso de ella la gigantesca obra de redención social de Expedito habría sido poco menos que imposible.

Mi mamá Claver me dice que dos lecturas fundamentales animan a mi padre en su incansable periplo vital: la Biblia hebráica y el inmortal Quijote de La Mancha, dos pilares de la cultura de Occidente. Siempre repetía mi papá la sentencia bíblica que dice que “la civilización humana comenzó cuando el hombre cortó el primer árbol y terminará cuando corte el último árbol.”

Para finalizar haré otra proposición relacionada con el grupo cultural, aquí presente, que anima y dirige Carlos Chirinios y que lleva el nombre del folklorista Teófilo Escalona. Ellos poseen un terreno propio cedido por la Alcaldía de Torres desde tiempo atrás, pero necesitan recursos para arrancar en la construcción de su sede. Tienen ustedes la palabra, ciudadanos munícipes. Debo anunciar de igual manera con beneplácito que la afamada literaria Revista Carohana, dirigida por los profesores Juan Páez Ávila y Gorquin Camacaro, dedicarán un número especial, agosto venidero de 2023, a la figura múltiple y cordial de Expedito Cortés, mi padre, un buen hombre, sin duda.

Papá Expedito, donde quiera que te encuentres, envíanos cuanto antes agua, porque estamos muy escasos de ella.

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