Fernando Botero, lo popular de un pintor universal #18Sep

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Catalogar al pintor y escultor colombiano Fernando Botero de popular tiene su razón de ser en diversos hechos durante su prolija existencia de artista y hombre. 

No guarda ninguna relación con la condición de popular por la falta de estudios formales del arte, lo que caracteriza a los pintores ingenuos o también a los cultores del  folclore. 

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El colombiano por el contrario es un vehemente estudioso entre cuyas fases figuran los dos años que pasó en Florencia, Italia, dedicado al estudio y  la investigación en la Academia de San Marcos. 

Eso lo avala en este exigente terreno de la teoría que lo hace un humanista que se quema las pestañas por hacerse de conocimientos de historia, arte y cultura humana

Lo autóctono

Es el pintor que coloca a Colombia en el mapa universal de las artes al igual que lo hizo Gabriel García Márquez en la literatura con Cien Años de Soledad. Y lo logra con un original estilo que se erige en marca en los diversos confines de la plástica figurativa y surrealista a veces. 

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Botero en su evolución artística marcha por la vía contraria, diferente a lo ocurrido en Venezuela con sus mayores artistas plásticos contemporáneos. Estos se han realizado por medio de la  corriente del  abstraccionismo, entre otros Jesús Soto y Carlos Cruz Diez.

Éste más bien se adentra por los caminos de lo autóctono y nacional al pintar.  De esa manera  rompe con las influencias plásticas europeas, entre éstas Pablo Picasso, y mexicanas al emprender sus obras sin dejar de ser universal. 

Lo hace sin ceder a los extremos del populismo o un nacionalismo xenófobo. En ese sentido, es toda moderación cuando desarrolla el motivo en el cuadro. 

La realidad colombiana lo acompaña siempre en su obra figurativa con unos motivos que rayan en el surrealismo   pero que se enmarca en la originalidad  de la cultura y filosofía latinoamericanas. 

Es a partir de esas figuras exageradas que crea su propio lenguaje plástico que conforman el estilo que lo ha hecho famoso, hasta el extremo de ser el pintor latinoamericano más reconocido en el mundo.

Los hechos

Botero asciende muy alto en las esferas del arte pictórico para convertirse en una personalidad de la cultura de su país. Pero, es capaz de descender con increíble humildad a los estadios de la cotidianidad sin la petulancia de los que se creen en el limbo  de las bellas artes.

Son varios los hechos que lo hacen un pintor y escultor de aire popular que nos asaltan la mente con motivo de su reciente fallecimiento.

Esas obras figurativas de dimensiones voluminosas o robustas en contraposición a lo estilizado en que refleja su concepción de la estética cercana a lo feo que nos recuerda al venezolano Armando Reverón, quien sostenía que “hay belleza hasta en la basura”. También a los muralistas mexicanos con sus cuadros de gran formato y dibujos de pronunciadas formas.

El antioqueño, nacido en 1932, en ningún momento fue indiferente al conflicto armado en que ha estado hundida Colombia desde 1948. Esa fratricida violencia siempre le preocupó para reflejar en su arte. Sus obras dedicadas a las palomas de la paz así lo confirman. 

Se ha asomado la tesis de que en sus obras reinterpretan la violencia que, por más  de 70 años entre liberales y conservadores, ha atravesado a Colombia. Al igual que las figuras estrambóticas de mujeres y hombres  contrapuesto a la estereotipada noción de la belleza impuesta por el establecimiento.

Su interés por las fiestas de los pueblos con sus carnavales creando una serie de veinte cuadros que lo identifican y compenetran con las formas de divertirse de la gente de a pie. No son los carnavales de Brasil a los que otros se dedican afanosamente por su valor comercial. Otro vínculo   con lo popular de su patria. 

La donación de gran parte de su obra a instituciones culturales colombianas. En esa decisión tal vez tiene peso su concepción hedonista del arte que entendía como placer, pero que en señal de desprendimiento decide compartir con  la gente del común de su país. El arte al alcance de los de abajo. Le hacía feliz que sus compatriotas disfrutaran del mismo. 

Su conexión con los habitantes de su país, pues solía visitar los sitios de exposición para cerciorarse de las reacciones de éstos ante sus creaciones. El día de su fallecimiento los colombianos se volcaron a los lugares de muestra de sus producciones para contemplarlas.  Se trata de un artista sumergido en el colectivo desde la instancia del arte. 

Su filosofía del pacifismo que clamaba por el fin de la violencia en Colombia, lo cual le costó la destrucción de una de sus obras alusiva al tema por la pseudo guerrilla que opera en Colombia. Igual hizo en  la serie El dolor de Colombia que dona al Museo Nacional de Colombia.

Esos hechos son el mejor testimonio de un hombre dotado de una inmensa calidad humana.

Fernando Botero, el pintor y escultor exaltador de la identidad colombiana que se afirma con un estilo único labrado lentamente con sus altos y bajos en su búsqueda; porque los conocimientos no caen del cielo ni por casualidad. 

Con su partida física, el viernes 15 de septiembre, no se cierra un ciclo sino que queda su pertinente legado de un artista popular.

Freddy Torrealba Z.

Twitter: @freddytorreal11

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