#OPINIÓN Política y literatura: Relación complicada #1Nov

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“…La literatura y la política tienen relaciones difíciles, pero ambas no pueden estar demasiado separadas…”

Jorge Puigbó

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La política es consustancial con el ser humano, por lo menos a partir del período Neolítico el ser humano comenzó a organizarse y a crear un sistema de jerarquías en la incipiente sociedad y éste tomó el control del poder. Lo importante, en todo caso, es saber que este concepto, el de política no puede ser separado del ejercicio del poder, cuál sea la naturaleza de éste y quien lo ejerza. Si repasamos, solo el diccionario de la RAE nos trae doce acepciones de esta palabra, de las cuales solo cuatro no se refieren al ejercicio de la misma o a la actuación en su ámbito, sino a la conducta, urbanidad o trato. Nosotros utilizaremos de inicio una definición: la política puede ser concebida como la forma de conducir a la sociedad desde el Estado en el ejercicio del poder delegado por la mayoría. La cuestión no es sencilla por cuanto los individuos y grupos de poder, también la ejercen en sus respectivos escenarios. Las organizaciones que denominamos partidos políticos tienen como objetivo la toma del poder para imponer sus esquemas ideológicos, es lo que comúnmente se denomina política partidista. Max Weber expresaba que la política se podía definir como la búsqueda del poder sobre el Estado y pudiera ser que sumando definiciones, acerca del concepto, fuere en definitiva la forma que nos facilite comprenderlo: “La política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos” o “También puede definirse como una manera de ejercer el poder con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad”, todas son válidas y nos ayudan.

Unido a esto, las personas son propensas a confundir ideología y política, siendo que ésta última es la vía, el instrumento, para tratar de imponer e implementar dentro de un estado, o grupo, las ideas de sus líderes. Esa fue la razón fundamental del nacimiento de los partidos políticos modernos, organizaciones que tratan de reunir a las personas que comulgan con determinados principios o formas de pensar parecidas, o sea, que tienen una ideología común. En un artículo escribí: “…según la RAE serían el ‘Conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.’ Ellas nacen como un fenómeno que, siendo inicialmente individual se estructuran, cuando algunas ideas que se comparten dentro de grupos, sean políticos, religiosos o de otra índole, se transforman en el centro gravitatorio y absorben totalmente la individualidad, convirtiéndose así en referencia absoluta para la conducta de sus miembros, lo cual reafirma la tendencia natural del hombre de ser eminentemente gregario. Compartir, verse arropado por las mismas ideas dentro de un grupo produce una enorme calidez intelectual y una cierta certeza y complacencia cuando lo que uno piensa es compartido por los demás…”. La imposición de ideas es una lucha constante entre los humanos y la utilización de cualquier medio de comunicación viene siendo válida para su difusión y siembra en el otro. La escritura, las imágenes, ahora potenciadas por la Internet, han sido y son, los medios esenciales para su divulgación y por ello son los objetivos principales del control ejercido desde el poder. 

Volviendo a la política, en la práctica, la podemos describir como el conjunto de instrucciones impuestas, impartidas e instrumentadas, ya sea desde el estado o desde cualquier institución u organización de carácter social, pública o privada, con el objeto de que las personas se sometan a ellas y comulguen con el fin que persiguen. Cuando en un chat los administradores establecen normas para los participantes, fijan las “políticas” a las cuales se someterán los contertulios, igualmente sucede cuando aceptamos las condiciones que nos establecen como “políticas”, Whatsapp, Facebook o X (antes Twiter), si no las cumplimos seremos sujetos de sanciones o exclusión.En este artículo nos interesa exponer la relación de la Política con uno de los medios que, desde que se inventó la palabra escrita ha venido sirviendo de difusor por excelencia de las ideas: la Literatura y su medio principal los libros, a tal efecto debemos señalar que existen dos posiciones extremas al respecto, la primera, cuyo abanderado, según algunos es Jorge Luis Borges, que plantea mantener el arte de escribir totalmente separado de la política y la otra que considera que la literatura debe estar comprometida con ella, como lo expresaba Julio Cortázar. En un artículo excelente, “Literatura y Política”, publicado en El Universal el 05/08/2020, Teódulo López Meléndez dijo: “…En América Latina ha sido constante la vinculación entre cambios sociales y cambios estéticos. No estamos hablando de costumbrismo o de realismo social. Lo hacemos de una literatura que experimenta con el lenguaje y la forma. Hay escritores que construyen nación. Tampoco hablamos de lo testimonial…La literatura debe subvertir ahora los estancamientos inducidos y fosilizados por las viejas ideologías y, obviamente, las relaciones de poder. La tarea se cumple adelantándose al hombre como será, porque con ello basta para delinear las formas políticas de su organización social…En otras palabras, un divorcio preventivo de la decadencia y una ubicación anticipativa del futuro…”. Mencionar a nuestros escritores latinoamericanos como ejemplos no expresa, ni conjuga, toda la verdad, solo que pudiera servir para contrastar con autores de otras regiones del mundo. Vargas Llosa mantiene una visión que, pareciera buscar un equilibrio entre literatura y política. En su conferencia del 11 de mayo año 2000 en el Tecnológico de Monterrey de México, “Literatura y Política: dos visiones del mundo”, luego de oírla y habiendo leído varios escritos suyos y de otros autores al respecto, creemos que el escritor definitivamente tiene como función principal distraer, transmitir cultura, relatar hechos, pero asimismo debe reflejar un entorno del cual no puede escapar por completo, así como tampoco de su propia ideología. Vargas Llosa por momentos parece confuso y se debe a que pertenece a una generación que creció totalmente inmersa en la política y sobre todo en la guerra ideológica que por años se ha librado entre las diferentes corrientes, como él mismo concluye al decir: “…que la Literatura no debe ser política, en todo caso, no debe ser sólo política, aunque es imposible para una buena literatura no ser política…”.  El 25 de abril del 2022, en un artículo publicado en La Nación, “Las relaciones siempre difíciles entre literatura y política”, el premio Nobel, argumenta: “…La literatura y la política tienen relaciones difíciles pero ambas no pueden estar demasiado separadas, porque en la realidad están muy cerca una de otra, aunque es importante que ambas guardan cierta independencia, porque no operan en el mismo campo, pese a las continuas y estrechas relaciones que suele haber entre ellas y que nadie ha sido capaz de definir todavía” y agrega: “Un abismo separa a Dostoyevski de Putin y, sin embargo, no están tan alejados: los horrores que uno imaginó en sus novelas los realiza el otro en el mundo de hoy”. Complicada situación que Vargas Llosa describe, pero no aclara, en las siguientes frases dadas con motivo de la publicación de su última novela, “Le dedico mi silencio”, al El Mundo de Madrid el 25/10/2023: “…La construcción de realidades políticas y sociales en el mundo actual debe mucho a las ideologías y con frecuencia el mundo de las ideologías tiene que ver con la ficción. Yo he explorado mucho el tema de la utopía, que es justamente tratar de encajar la realidad dentro de ficciones, es decir de grandes construcciones intelectuales, y eso provoca traumas. Otra cosa es que la literatura explore la realidad política y social, o que tratemos de entenderla…”. Para concluir, unas ideas del citado escritor que extrajimos de su conferencia del 11 de mayo año 2000, arriba nombrada: La literatura nace en la soledad del individuo nunca puede ser colectiva como se trató de hacer en China; los jóvenes ahora se dedican a la literatura “light”; antes estábamos inmersos en la política; la literatura no puede ser solo para distraer como el cine o la televisión; la palabra es acción decía Sartre.

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Jorge Puigbó

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