Juan Antonio Fuentes: Locomía es irrepetible #4Mar

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El rubio cantante de la formación de los 90s, Locomia, nos adelantó sobre la película biográfica, a estrenarse en mayo de este año y, de cómo a pesar de los años, esta banda sigue vigente

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En 2022, una afamada empresa telefónica española, lanzó en streaming una miniserie biográfica, la cual era contada en primera persona por los integrantes de Locomía. Demandas legales, traiciones, amores imposibles y hasta el hecho de saber que también hubo una integrante mujer, dejó al público impactado y llevó de nuevo a la palestra a los integrantes de esta agrupación, que tuvo varias conformaciones en diferentes décadas, desde su creación en la isla de Ibiza, España, durante los alocados 80’s

En Venezuela conocimos la versión de los 90 ‘s, que nos hicieron bailar con temas como “Loco Vox”, “Rumba, Samba, Mambo” y por supuesto: “Locomía”. Impactando por su ambigüedad, belleza física, grandes abanicos y vestuario barrocos, estos muchachos se presentaron un par de veces en “Sábado Sensacional”. Pero una vez más son noticia, porque la historia del grupo será llevada a la pantalla grande. Este es el motivo por el cual El Impulso conversó con uno de sus integrantes, José Antonio Fuentes, el rubio de la agrupación, que recordó su presentación en Caracas, en el desaparecido estudio “Mata de Coco”, y de cómo el sabor de una arepa rellena de Reina Pepiada, lo marcó para siempre con Venezuela.

¿Cómo llegaste a formar parte de Locomía? ¿Por casting o por recomendación?

Yo conocí a Locomia en unas vacaciones en Ibiza, en el año 1988. Los vi actuando y me encantó lo que hacían. Entonces me convertí en el típico “pesado”, que estaba todo el tiempo insistiendoles que me dieran el abanico. En ese momento, bailaban en la discoteca “KU”, tenían una tienda, una peluquería y hasta un bar, y yo era un fan. Cuando regresé a mi ciudad, comencé a bailar con abanicos por mi cuenta y, como tenía contacto con ellos, me mandaban abanicos, zapatos y yo bailaba en discotecas. Cuando ellos llegan a Madrid para grabar su primer disco, Luis Font  -el hermano de Javier- tomó la decisión de no seguir en la agrupación, y entonces me llaman. Llegué, me quedé, grabé el disco y empezó la vorágine de Locomía. 

Con el lanzamiento de su primer álbum titulado “Taiyo”, Locomia se convirtió en la primera agrupación en nuestro idioma en popularizar la música “Dance” en los países de habla hispana, incluyendo a Venezuela. Esto también hizo que ustedes fueran muy populares en todo el mundo y trabajaron con agenda llena. ¿Qué añoras de esa época?

Aún recuerdo cuando nos presentamos en Caracas, en la sala “Mata de Coco”. ¿Qué añoro? Pues, subir a un escenario, tener el público adelante y sentir su calor, su cariño, así como la fuerza y la energía que todo eso te da, porque todo aquello es muy especial, es algo mágico. Aunque detrás había un trabajo muy duro de ensayos, de viajes, de entrevistas en medios, mil horas de actividades, pero que en el fondo, la compensación que te da el público con su afecto, te hace olvidar todo el esfuerzo para conseguir eso y es lo que realmente más añoro, de verdad. ¡También añoro las arepas de reina pepiada que nos comimos en Caracas, específicamente en Las Mercedes! (Risas). 

¿Y lo que más desprecias de esa época?

Quizás lo que menos me gustaba era el no tener vida privada, de no ser tú mismo. Era complicado, porque al final el personaje de Locomía, el que uno crea para los escenarios, te persigue las 24 horas al día. Incluso sientes que tus amigos y familiares te comienzan a ver de otra manera y eso es lo que menos me gustaba realmente, el no saber dónde estaba Juan Antonio, el de antes del grupo, tristemente ese Juan Antonio no tenía su espacio, no tenía su lugar, y eso era quizás lo que menos me gustaba. 

¿Toda esta presión social, así como la autocrítica, fueron estas las razones que lo llevó a retirarse de Locomía? 

He leído y escuchado mil versiones sobre mi retirada del grupo, que me fui por amor, por esto o por lo otro. Realmente me fui por lo que acabo de comentarte, porque necesitaba volver a ser yo. Llegó un momento en que el personaje me consumió o no super asimilarlo, también era muy joven. Con el tiempo, lo veo de otra manera, lo llevo muy tranquilo y también tengo una vida muy tranquila. Sigo siendo el chico que cantaba el Locomia, pero a la vez vuelvo a ser Juan Antonio. Lógicamente, otro Juan Antonio, porque uno evoluciona con los años. Pero el motivo principal era volver a ser yo, comportarme como yo quería y lo conseguí. 

¿Qué pasó después de su retiro de Locomía? ¿A qué se dedicó? Ya que hasta se especuló que iba a iniciar su carrera musical como solista. 

Estuve tres años sin hacer nada, sin trabajar, porque era difícil quitarse la etiqueta del “chico de Locomía”. Grabé un disco en solitario, que nunca se lanzó porque lo que hacía era Pop Rock y todas las compañías discográficas decían que, no iba a ser creíble por haber cambiado de estilo musical. También estuve estudiando arte dramático en Madrid, pero al final decidí salir el ámbito artístico y comencé a trabajar en una línea aérea de azafato. Después me redireccioné a la hostelería y hasta hoy, vivo de ello. Ahora estoy en Cuba montando mi propio negocio, mi propio club y estoy contento del camino que tomé, porque ha sido satisfactorio. 

Volviendo al tema de Locomía, ¿qué era lo más incómodo de la agrupación: la ropa, los zapatos, la presión social que vivían algunos de sus integrantes por esconder su sexualidad o la pelea entre José Luis y Xavier? 

La ropa no era incómoda, lo incómodo era hacer las maletas, con la cantidad de vestuarios con hombreras, metros de telas y con las botas de punta larga. A la vez también era divertido, sobre todo en los aeropuertos, porque en las aduanas abrían las maletas para el control y no te puedo explicar el caos entre tantos trapos (risas). En cuanto a José Luis (el productor musical) y Xavier (el creador de la banda), yo no percibí peleas en ese momento. Las he visto con el tiempo y con los años.  La verdad que me mantuve al margen de todo, que hay muchas cosas de las que yo me he enterado en el documental. Sobre la sexualidad, era complicado para la época, no era el hecho de esconderla, sino el no poder hablar de la misma, que era bastante incómodo. Aunque creo que precisamente este secretismo fue la clave del éxito del grupo, el querer saber quiénes eran esos chicos, de dónde venían, cuál era su sexualidad. Ese misterio era parte de la seducción y la magia de Locomía. 

Locomia siempre estuvo rodeado de rumores, uno de ellos aseguraba que ustedes no sabían cantar y que sus discos fueron grabados por otros vocalistas. Pero en la presentación que hicieron en Viña del Mar, todos ustedes realmente usaron sus voces. ¿Qué hay de falso o de real en este rumor?

Tanto en el documental, como en la película, se hace referencia a esos rumores de una manera muy divertida. Ninguno de nosotros era cantante. Estuvimos tomando clases de canto diariamente, para poder mejorar nuestra manera de cantar, porque ninguno sabía hacerlo. Cuando fuimos a grabar el primer disco, teníamos muchos problemas, porque no teníamos experiencia en el canto. Entonces, en el estudio se metió mucha más gente a grabar las canciones. El problema fue cuando tuvimos que cantar en directo, allí si no estaban todos los demás que participaron en la grabación, solo nosotros. Para el segundo disco, titulado “Loco Vox”, ahí si mejoramos y si se nota el cambio. Si escuchas el disco con auriculares, te darás cuenta que se escuchan más claras nuestras voces. En la presentación de Viña del Mar, llegamos con un mejor nivel de voz, que no era el mismo que al inicio. No hay nada de que avergonzarse al respecto, porque la verdad es la verdad. 

La serie documental volvió a colocar a Locomia en la palestra y removió la nostalgia de la década de los noventas. ¿Nunca llegaron a plantearse una reunión con los integrantes originales?

En el año 1999 nos reunimos de nuevo y estrenamos un tema nuevo. Pero al regresar a España, cada quien retomó su vida y hasta llegó todo. Nos gustaría reunirnos de nuevo, para por lo menos despedirnos de nuestro público, ir a ver a todos esos fans que nos siguen en las Redes, que nos siguen apoyando y queriéndonos a través de los años. Sería bonito reunirnos los que estamos, me gustaría que ocurriera y puede ocurrir.

Se viene una película biográfica sobre Locomia, ¿lo contactaron para preguntarle aspectos de su vida e incluirlos en el filme?

La película se estrenará en los cines de España, el próximo 17 de mayo, y en pocos meses estará en Netflix. Me contactaron para poder ceder mi nombre legalmente. Ellos se documentaron muy bien para poder hacer cada personaje. La película es de corte biográfico, pero también tiene muchas cosas artísticas que no son reales, pero que son necesarias para que el largometraje tenga una trama y un interés más comercial.  

¿Sigues en contacto con tus excompañeros de Locomía?

¡Por supuesto que seguimos en contacto! Nos la llevamos muy bien y, separados estamos pero solo por distancia ¡Nada más! Carlos vive en Tenerife, Manolo vive en Barcelona y yo vivo en La Habana, pero estamos en contacto constantemente. A veces hacemos videollamadas, donde conversamos los tres, nos reímos, nos contamos nuestras cosas, estamos unidos siempre.

Hay una nueva formación de Locomía, ¿qué opinión le merece?

Nosotros no éramos irremplazables, pero sí somos irrepetibles.  Si te digo la verdad, no he visto prácticamente nada. No he tenido la oportunidad de escuchar lo que cantan, ni verlos en ningún concierto, por eso no puedo opinar desde el desconocimiento. No sé lo que hacen, pero yo les deseo lo mejor y que luchen por lo les gusta hacer. 

¿Qué tiene Locomía que nunca pasa de moda?

Locomia creó un concepto nuevo. También ayudó a mucha gente, por los mensajes que recibo, que te comentan que fuiste importante en su vida, que la banda les hizo reaccionar y se dieron cuenta que podían ser diferentes, que no hay que ser como todo el mundo. Siempre que respetes al prójimo, se puede ser uno mismo, y creo que eso es lo que ha hecho que Locomia perdure en el tiempo. Pero no considero a la banda como una leyenda, porque para mí esa palabra me suena “octogenaria” (risas). 

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