En el domingo de Resurrección, en medio de los conflictos que viven los países y las dificultades que llevan a las personas a sentirse preocupadas, angustiadas y desesperadas, Jesucristo es la esperanza en el mundo deshumanizado de hoy en el que el relativismo de que todo se puede hacer, pero no lo podemos permitir.
Así lo expresa, al ser entrevistado por El Impulso, el padre Badoglio Durán, presbítero de la catedral de Barquisimeto desde hace casi cuatro años y quien es uno de los sacerdotes más respetado, admirado y carismático de la Iglesia Católica, cuyas palabras siempre son escuchadas con atención porque donde quiera que ha estado sirviendo, la feligresía le acompaña.
Lea también: Entrevista Dominical | Arzobispo Polito Rodríguez Méndez: Estos son días de reflexión, oración y acercamiento a Dios
En estos momentos –le decimos — de conflictos en todo el mundo, de tanta maldad que para cometer un asalto llegan a atar a sacerdotes que acompañaban a unos feligreses a un retiro espiritual, que están atacando a piedra y palos a católicos en Siria y que en Venezuela existe altos niveles de frustración y depresión por la situación que se está viviendo, ¿qué esperanza representa la resurrección de Jesucristo para los católicos?
La resurrección del Señor nos da una esperanza sustentable e importante. Están todas esas situaciones que usted ha mencionado: conflictos comerciales, países enemistados, violencia y desafueros por doquier. Hoy el relativismo está galopando: todo es relativo. Nada es malo, sino todo lo contrario. Todo es permitido; pero, eso no puede ser. Yo no puedo permitir que alguien se robe mi carro, esa es una violación a mis derechos privados. Lo que está sucediendo con los católicos en Siria me llena de tristeza, porque en los países del Medio Oriente no han visto esas crueldades en su magnitud deshumanizante. Yo aquí, en la parroquia, siempre lo digo: Ha habido asesinatos de católicos en Egipto, Nigeria, Afganistán, Siria, donde existen permanentes persecuciones contra ellos por ser católicos. Es muy triste que todo esto esté ocurriendo. Por eso vino Jesús a la humanidad para decirnos que Él es el amor y quiere darnos la esperanza. Este es el año de la esperanza en la Iglesia Católica. Estamos en el jubileo de la esperanza. Yo pienso que fue inspiración de Dios sobre el Papa, para que nos pusiera este jubileo, porque de verdad si algo grande le falta a la humanidad es, precisamente, la esperanza. Parece que todo se perdió, que nada se va a recuperar. En Venezuela, los venezolanos nos encontramos preocupados, angustiados, desesperados, pensando en crisis, y son muchísimos los que sufren de paranoia. Indudablemente, hace falta la esperanza. La esperanza no se puede perder. Y esa es una de las virtudes que tenemos que pedirle mucho al Señor. Y yo pienso que la resurrección de Cristo nos hace ver eso. En un mundo tan deshumanizado, porque vemos que el mundo está deshumanizado, Dios viene a decirnos que creamos en nosotros. Dios nos está diciendo: Yo creo en ustedes. Ojalá que muchas personas en este momento, incluyendo gobernantes, reflexionen y entiendan que Jesús es el camino, la verdad y la divina.
La tecnología se ha hecho dominante en el mundo y usted ya se ha referido al dominio que ejerce sobre niños, jóvenes y adultos el celular, el cual impide que haya comunicación cara a cara, incluso en las fiestas, reuniones familiares y hasta en la cena familiar, ese dispositivo es tan predominante que nadie habla con quien está a su lado sino que está pendiente de la pantalla y manipulando las teclas del aparato. Usted decía que así como la gente debía dejar de comer para aprovechar el tiempo en la reflexión, también debería dejar de usar los celulares y pensar en Dios. Aunque es necesario ese sistema de comunicación
¿Cree usted que su uso se ha exagerado en todas partes?
El ayuno es fundamental para destinar un poco de tiempo en reflexionar en torno a los principios de llevar una vida cristiana. De igual forma yo le he venido diciendo a la gente que también se debe ayunar en la utilización del teléfono. Hacerlo parece y suena extraño un acto heroico hoy. Cuesta mucho quitarse el celular un día porque se ha generalizado la nomofobia, que es la costumbre de estar apegado al celular. La tecnología ciertamente nos ha ayudado a hacer las cosas más fáciles, a romper de un tajo las distancias en las comunicaciones personales; pero, lamentablemente, nos ha separado, dividido, apartados. En el hogar ya, prácticamente, las familias no se hablan entre sus integrantes porque cada quien está aferrado a su dispositivo. Uno va a un restaurante con amigos y llega el momento en que todos están utilizando el celular y dejan de hablar. Cuando uno sale con los amigos o con la familia es para disfrutar, hablar, pasar momentos distintos, mirarse a los ojos cuando se dialoga. Definitivamente, la tecnología bien implementada hace mucho bien; pero, al contrario, cuando se deja operar sin ningún tipo de regla es dañina, sumamente dañina. Y lo digo porque yo tengo que atender muchos problemas de niños y jóvenes que ven cosas en el celular, las cuales creen que son verdad y les ocasionan tantas alteraciones que están sufriendo de trastornos mentales, psicosis y hasta perturbaciones demoníacas, Incluso, hay casos de ansiedad por lo que ven en esos dispositivos. Se dan casos increíbles como el de niños que sienten tienen una pelotica en la mano y enseguida van a buscar qué significa eso en el celular. Pero, la situación se agrava mucho más cuando suceden intentos de suicidio.
Padre, en todas partes del mundo han ocurrido casos de ese tipo, incluyendo el de una niña de once años que en Tucacas, estado Falcón, murió por asfixia mecánica cuando su madre le impidió que usara un celular porque tenía que lavar los platos.
Sí, sí, en todas partes. También en los Estados Unidos. Yo pienso que debiera haber un control en el uso de ese tipo de aparato. A los padres y representantes, así como también a los educadores, les corresponde realizar una labor muy grande en el sentido de orientar bien a los niños y jóvenes. Yo diría que también a los mandatarios. Éstos son los primeros que han incurrido en el uso excesivo de esos aparatos, padre. El señor Donald Trump fue el primero en ponerse a gobernar celularmente y producir mensajes tras mensajes, para evitar que le hicieran preguntas. Después todos los gobernantes han colocado como escudo el celular, porque les permite hacer las cosas y darlas a conocer sin consultar a la gente. Sí, pero en este tiempo, ante tantos problemas que se están viviendo, lo que debemos hacer es buscar más a Dios. Yo le he dicho a todo el mundo que cuando yo confieso a mi cruz —crucifijo que lleva en su diestra cuando se realiza esta entrevista en un banco del subterráneo de la catedral— tengo a quien agarrarme, a quien buscar. Porque podemos agarrar en determinado momento a cosas, pero todas éstas caducan.
Usted ha dicho que el mundo está deshumanizado. Pero, antes, a las escuelas públicas iban los sacerdotes a enseñar el catecismo y a preparar a los niños para hacer la primera comunión, para que estos se convirtieran en personas con buenos principios y valores morales,. ¿Por qué esa catequización se acabó?
Ahorita estamos volviendo a implementarla, estamos tomándola. Sí, antes se iba mucho a la escuela. De hecho era frecuente la catequesis. Hoy en día lo estamos haciendo. Siempre que me invitan, voy. A los niños hay que hablarles, incentivarlos, motivarlos. Yo lo veo aquí con los niños que me vienen a dar la salutación de la paz en la misa. Muchos me abrazan, algunos me regalan hojitas de papel en las que me dibujan y yo los veo bonitos porque siento que lo hacen con mucha ternura.
Los humanos que se han hecho más ricos con facilidad son los narcotraficantes y los corruptos, viniendo de la extrema pobreza. Venezuela tiene, según estudios hechos por universidades prestigiosas, el 92 por ciento de pobreza y 2 millones 600 muchachos que están fuera del sistema educativo. ¿Cómo ve usted estos problemas entrelazados de la pobreza, el narcotráfico y la corrupción?
Es un tema muy actual. Está en el tapete tanto aquí como en México, Colombia y en otros países. Pienso que no se salva nadie, porque lamentablemente las drogas son atractivos alucinógenos y quienes las buscan son para evadir las circunstancias de la vida real, para pasar un momento de relax, pero eso lleva a la autodestrucción de los seres humanos de cualquier edad. Vivimos en un mundo en el cual la pobreza está extendida y profundizada en los sectores sociales más vulnerables, donde es más fácil que las personas busquen la forma más fácil de ganar dinero como robar, vender drogas y cometer cualquier tipo de delito. Muchos de los que se fueron de Venezuela como migrantes han tenido que aprender a hacer trabajos duros y se dan cuenta al decir “yo no hacía nada en casa.” Se ha generalizado la idea de que todo se puede conseguir fácilmente y una de las razones ha sido la falta de orientación en el hogar. Hay que enseñar a ganarnos el dinero con trabajo. Mi papá y mi mamá sí nos orientaron tempranamente a saber cómo hay que hacer las cosas. Y así lo hacen los padres que quieren que sus hijos vayan por buen camino. Es por ello que los padres están hoy obligados a conducir a sus hijos para evitar que éstos incurran en delitos, porque el futuro que les espera es cruel. En este sentido tenemos que reconocer que actividades como el narcotráfico son complejas y hay que luchar contra ese delito, por cuanto es una tarea fundamental de la sociedad. Yo lo digo mucho en las misas. Las drogas están presentes en Barquisimeto y parece que quienes tienen la responsabilidad de combatir ese mal, no se dan cuenta. Nadie ante ese problema se puede hacer el loco, el indiferente. Recientemente una personas se me acercó muy preocupada porque había consumido cocaína y eso le causó casi la ruptura de su matrimonio en el cual tuvo unos hijos bellísimos. Es un asunto difícil y la Iglesia tiene una tarea muy bonita, como es evangelizar, hablar un poquito más de las consecuencia del mal, convencidos como estamos de que el mal jamás puede vencer. Nunca va a triunfar.
Padre, ya en el primer trimestre de este año se ha proyectado que 2025 es distinto, bonito y trascendente porque por vez primera Venezuela tiene dos santos: el doctor José Gregorio Hernández y la madre Carmen Rendiles. ¿Ha influido este significativo hecho en fomentar las vocaciones?
Sí. Ahorita en el Seminario hay 50 muchachos haciendo una convivencia vocacional para entrar en el primer año. Pienso que tiene una gran influencia en la juventud venezolana. Para mi es una alegría. Yo quiero mucho a José Gregorio Hernández. Mi papá lo amaba y mi mamá también. Estoy súper feliz. Cristo es el rey de reyes, el Señor es el Señor, yo no niego eso, yo soy cristocéntrico. Cristo es el rey de mi vida y mi salvador. Pero tenemos que tomar en cuenta que los santos fueron personas que intentaron vivir el cristianismo, la vida cristiana es auténtica, ser reales y veraces con su fe. José Gregorio Hernández, obviamente, porque en su época siendo médico, científico, que trajo a Venezuela el microscopio y dio pasos muy adelantados en la medicina, buscaba la santidad. Nos demostró que sí se puede ser santo. No es que uno se la pase todo el día en el techo, sino que ser santo es haciendo lo correcto todo. Como médico ser honesto, como profesional hacerlo bien, orar todos los días. Antes que fuese canonizado ya sabíamos que era santo. Y con la hermana Carmen Rendiles, igual, porque Dios es tan maravilloso que usa lo pequeño, así como usó a los pastorcitos de Fátima o a Bernadette Siviere en Lourdes, que era una niña con neumonía, el Señor usa lo que pareciera que no es grande para hacer grandes cosas. Tenemos a Carmen Rendiles, otro modelo, al igual que María de San José y la hermana Candelaria de San José. Tenemos para la gloria de Dios los dos primeros santos venezolanos y quizás sean canonizados juntos. Yo lo voy a decir con todo el corazón: Yo creo que ese día voy a llorar mucho de la felicidad, porque ver a José Gregorio ya decir que es santo sin ningún tapujo, es bonito. Y repito, obviamente, eso no le quita la gloria a Dios. No estamos poniéndonos por encima de Dios. Ellos son siervos de Dios, son servidores del Señor, que supieron serle fieles. Eso es lo más importante.