A pesar de ser una de las principales zonas residenciales del municipio Palavecino y albergar una reconocida universidad que diariamente recibe a cientos de estudiantes, la urbanización La Mora, en Cabudare, parece haber quedado fuera del radar de las autoridades responsables del mantenimiento urbano y la prestación eficiente de servicios públicos.
Quienes residen en esta comunidad, que combina viviendas unifamiliares con bloques de apartamentos, coinciden en un mismo reclamo: el abandono institucional ha convertido su cotidianidad en una lucha constante por condiciones mínimas de habitabilidad.
Calles deterioradas
Uno de los problemas más evidentes es el estado de las vías. Las calles de La Mora están llenas de huecos y tramos deteriorados que no solo afectan el tránsito vehicular, sino que obligan a conductores a desviarse o incluso circular en sentido contrario para evitar daños a sus vehículos.
Las imágenes reflejan una vialidad que ha dejado de ser transitable con normalidad.
Más servicios públicos en abandono
Pero la situación no termina ahí. A la deficiente infraestructura vial se suman severas fallas en los servicios básicos. La oscuridad se ha adueñado de muchas calles por la falta de alumbrado público. Mientras tanto, los cortes eléctricos se han vuelto una rutina.
“Se va la luz hasta por cuatro horas, sobre todo al mediodía o en la noche, y no hay explicación oficial”, señala Maritza Peña, vecina del sector.
El suministro de agua potable es otro drama. Los habitantes denuncian que el servicio solo está disponible una vez a la semana, generalmente los viernes o sábados. No obstante, en muchas ocasiones este cronograma no se cumple.
“Hemos pasado hasta 20 días sin agua. Hay familias con niños, adultos mayores, enfermos, ¿cómo se supone que vivamos así?”, cuestiona indignada otra residente.
Pese a la importancia estratégica y demográfica de La Mora, los reclamos de sus habitantes han sido ignorados, por lo que exigen al municipio atender las necesidades de una comunidad que ha formulado estas denuncias durante varios años sin ser escuchados.
La comunidad pide atención urgente por parte de los entes responsables, recordando que la calidad de vida no debe ser un privilegio, sino un derecho garantizado. Mientras tanto, en La Mora, la esperanza sigue encendida, aunque muchas veces sin luz.


