Eddie Palmieri, el extraordinario inventor y leyenda de la salsa #15Ago

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Los genios nacen de vez en cuando y no todos los días por su condición excepcional y el papel fuera de serie a cumplir en la vida y la sociedad donde  realizan su tiempo histórico. Es el caso del músico puertorriqueño Eddie Palmieri, el creador de la salsa en la década de 1960 en la cosmopolita ciudad de Nueva York.

De origen puertorriqueño forma parte de una familia corsa que emigra a Estados Unidos para asentarse en el mestizo Brown. Es allí donde se desarrolla como oficiante  de la música afrocaribeña a la cual se dedica a investigarla con la seriedad de un místico imbuido en sus raíces.

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De espíritu renovador

En su agenda de vida dominan permanentemente las ideas del cambio, lo nuevo y el estudio. Lo emprende a partir de la década de 1950 cuando se empina ante este convulsionado mundo donde la música es la primera forma de diversión más cercana al hombre con su belleza auditiva. Esa es la clave de su exitosa carrera musical en un ambiente dominado por las expresiones artísticas cubanas asumidas por un puertorriqueño.

Pareciera que está llamado a la realización de lo diferente en su prolífica existencia desde el oficio de músico. Pues el epicentro de su vida durante las 16 horas de las 24 del día las dedica al  trabajo y entretenimiento.

Es su hermano Charlie  quien lo influye en esta opción por el lenguaje universal con quien hace llave en varias ocasiones, pero sin duda será el gran maestro inspirador en su brillante carrera por estos predios de la música afrocaribeña.

Ese primario hallazgo con este arte ocurre con los instrumentos de percusión, entre estos el bongó que lleva  a todas partes, De hecho, decía que él se considera un percusionista frustrado  cuando se refería con admiración a Tito Puente. 

Se empeña en conocer y practicar la amplitud de ritmos de la cuenca del Caribe los cuales  aborda hasta la profundidad de sus raíces. El son cubano y el mozambique figuran entre los géneros abordados. 

El estudioso

No es un empírico negador del estudio. Músico, compositor, arreglista y director de orquesta incursiona en esta variedad de actividades apoyado en el estudio permanente del cual se vanagloriaba. Ello lo hace un sujeto con una práctica científica por recurrir a la teoría sin las limitaciones  y vacíos del practicista sin teoría alguna que lo guíe.  

Es lo que lo impulsa a investigar la diversidad de géneros musicales  de la Cuenca del Caribe partiendo de Cuba que conoce ampliamente y que pasa a ser la materia prima de su rica actividad.

Es el consejo que da a los nuevos músicos cuando lamentaba la falta de preparación de algunos. Es más, expresa que quería  lo recordaran como un estudioso incansable. El estudioso formal e informal. 

El primer eslabón

El primer aporte renovador lo constituye la banda La Perfecta que funda en 1960 en la cual modifica las formas de interpretar  la música caribeña. Con ese conjunto experimenta con la charanga en la que incorpora el trombón junto a las cuerdas del violín. Son los albores de lo que en 1965 sería la salsa. 

Se trata de una banda o conjunto con apenas ocho integrantes que causa sensación en la Gran Manzana cuando se le compara con ese monstruo de la Fania All-Stars surgida en 1971 con más  de quince  músicos, una verdadera orquesta. Su excelencia artística queda demostrada cuando uno de sus miembros, Ismael Quintana, una estrella  de la salsa, es requerido por la misma. 

El momento histórico concreto de este acaecer cultural ocurre cuando estaba en boga la experimentación con nuevos ritmos, entre los cuales tenemos: la pachanga, cha cha cha, mambo, rumba-fox, capucho afro, canción show, conga-fox y el más conocido el boogaloo con Ricardo Ray y Pete Rodríguez, el pianista. Pero todos  no pasan de ser una moda por lo fugaz. Verdaderos híbridos artísticos colocados en el recuerdo del público. 

La sintética salsa

Como lo hemos dicho, antes  de 1965 en la Gran Manzana es el epicentro de diversos experimentos musicales uno de cuyos protagonistas es Palmieri.

Esas innovativas búsquedas se habían iniciado en la década de 1930 en Cuba. Uno de sus impulsores es el músico Arcenio Rodríguez, el pionero del jazz latino quien luego se instala en Nueva York. Palmieri así lo ha reconocido al atribuirle ese mérito. 

Su salsa es la primaria gestada en Nueva York en un momento concreto a la que se le ha denominado dura o brava con la singularidad de exhibir rasgos  del son montuno y descarga por lo prolongado. Lo que viene después es un producto decantado con la fuerza del mercado. 

Ensaya con la amplitud  de los géneros caribeños con las manifestaciones afrocaribeñas a la cabeza hasta lograr el vibrante sonido de la salsa.

En esa prueba tiene tres ideas geniales. El punto de partida es la utilización del son cubano que definirá el nuevo ritmo. Ello más la incorporación del trombón con su sonido ronco que sobresale en todo momento. Más unos arreglos muy dinámicos concebidos para bailar a tono con la industria  cultural. El resto es la calle con la gente imbuida por ese espíritu rumboso. 

Pero el toque distintivo de este invento se lo da el instrumento del trombón. Proceso en el que es determinante la intervención de Palmieri dado siempre  a lo nuevo. Es gracias a su genialidad que este instrumento le da identidad a esta renovadora música cuyas raíces se encuentran en la cuenca del caribe y principalmente en cuba con el son.

Este le imprime ese sello singular por la fuerza y ronco a lo largo del desarrollo del motivo. Su sonoridad penetra  en el espectador con tal poder que lo incita de inmediato a escuchar y bailar. Es más, creemos, que este ritmo sin ese recurso instrumental no es salsa, pese a lo que sostienen lo contrario. Un género de síntesis por su propiedad de  asumir otros como el tema Caballo Viejo de Simón Díaz en pasaje. 

En 1965 presenta el tema Azúcar con el sello del son montuno y la descarga en el que se pasea por ese abanico  de la música americana a manera de secciones con el trombón líder. Un viaje por lo típico y moderno. Un tema con el alto honor de ser seleccionado por la Biblioteca de Washington para ocupar sus espacios sonoros. 

Una composición en la que los instrumentos cobran protagonismo al elevarse a solistas. Algo similar ocurre con el piano al que también le arranca un sonido pesado creyendo algunos al principio que lo hacía con la boca.

Azúcar es catalogado como el himno de la salsa. Constituye además el principio de esta música popular que en Venezuela el locutor Phidias Danilo Escalona, por mera casualidad,   bautiza como salsa durante un almuerzo. 

Crisis en la salsa 

A partir de la segunda década de este tercer milenio, Palmieri ha insistido en señalar que se registra una crisis en la salsa tras su decaimiento en la década de 1980 cuando arremete el merengue dominicano.

Sus críticas han sido muy ácidas. Afirma que han desaparecido los buenos soneros dados a improvisar, uno de los componentes del género que consagró a Ismael “Maelo” Rivera, Héctor Lavoe al igual que nuestro Oscar de León.

A su juicio lo que hoy existen son vocalistas sin los atributos que los caracterizaron en los años sesenta y setenta. Aquellos solistas tipo showman que estremecían, divertían y movían al público.   

Es que para interpretar salsa se requiere dominio del soneo, sincopa, rítmica y fraseo en el escenario para entretener al espectador.

No obstante, para conocer y entender  los orígenes de esta corriente musical es necesario referirse a su persona por ser su principal propulsor, Ello cuando el mundo vivía la euforia  de la banda de rock Los Beatles, el influjo de la Revolución Cubana  y el impacto de la Guerra Fría luego de 1945 con el enfrentamiento entre EEUU y la URSS. 

Eddie Palmieri (1936-2025) el músico que reinventó las formas y contenidos de los ritmos afrocaribeños para brindarnos alegría y ponernos a bailar con la salsa, otra expresión del folclore universal. La avanzada manera de ejecutar ese abanico de ritmos que le atrae y apasiona toda la vida hasta practicar una variedad de mutaciones.

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