El legado de José Gregorio Hernández, conocido afectuosamente como «el médico de los pobres«, es una inspiración perdurable para la nación venezolana. Su vida, un testimonio de servicio y bondad, marcó un antes y un después en la historia de la medicina del país, sentando las bases de una práctica humanitaria y científicamente avanzada.
Después de graduarse como médico en 1888, José Gregorio Hernández regresó a su natal Isnotú, en el corazón de los Andes, para ejercer su profesión. A pesar de enfrentar la resistencia de creencias populares, su compromiso inquebrantable lo llevó a atender a sus pacientes con una dedicación y un respeto ejemplares. Su búsqueda constante de conocimiento lo motivó a viajar a Francia con una beca, donde absorbió los avances científicos de la época y adquirió una visión moderna para la medicina.
Al regresar a Venezuela, José Gregorio Hernández se convirtió en un pilar de la educación médica. Fundó cátedras cruciales como «Histología Normal y Patológica«, «Fisiología Experimental» y «Bacteriología», e impulsó la creación del primer Laboratorio de Fisiología Experimental en el país. Su liderazgo se extendió al Hospital Vargas, donde dirigió uno de los centros de salud más importantes de la nación.
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En 1891, estableció su consulta en Caracas, donde su fama de compasión se extendió rápidamente. Su jornada diaria reflejaba su profunda fe y su compromiso social: asistía a la misa de la iglesia de La Pastora, luego visitaba a los enfermos más graves llevando consigo solo lo esencial: un termómetro, un reloj y un pañuelo de seda para auscultar. Posteriormente, recibía a pacientes en su hogar, aceptando el pago que cada persona podía ofrecer e incluso costeando los medicamentos de su propio bolsillo.
Más allá de su erudición y sus logros académicos, lo que distinguió a José Gregorio Hernández fue su humanidad. Atendía a todos por igual, sin importar su estatus social o económico, un principio que lo inmortalizó como «el médico de todos«. La siembra de su legado, sanar con el corazón, sigue siendo un faro de bondad y servicio para las futuras generaciones de médicos en Venezuela.