Cuando el alma y el corazón del hombre son grandes, en sus obras se evidencia la riqueza de su condición humana.
Al finalizar el periodo del gran fracaso económico,de la gran crisis moral, volverá el espíritu a sembrar semillas de piedad y reconciliación en el hermoso campo de la vida. Cuando se acaben los odios y no encuentren los perros de la guerra qué devorar, llegará la unión, la libertad, el respeto, el amor y la paz a todos los rincones del mundo.
Hoy como ayer en tiempos de Poncio Pilatos, los jueces no aplican justicia; en sus juicios predomina su ideología política de los que no están conmigo están contra mí.La intolerancia y fanatismo político y religioso producen odios capaces de perseguir a sangre y fuego a quien cree y piensa diferente. La ausencia de tolerancia religiosa y política, la de libertad de ideas, de culto y pluralismo no solo llegan al extremo de perseguir sin compasión a sus semejantes, también destruyen históricos patrimonios y valiosas figuras de arte. Los que creemos en un Padre justo, misericordioso, sabemos que Dios es amor y paz, nunca un terrorista. La soberbia y odios del hombre lo llevan a perder sus propias batallas.
Así como está saturado el mundo de cobardes y malvados seres, en buena cantidad hubo y hay hombres de almas grandes y generosas, dispuestos a luchar por sus pueblos, sus familias, su honra, su patria, su libertad y sus derechos.
La misericordia de Jesús no tuvo límites, favoreció al malo como al bueno. A aquellos que se creían puros, limpios y cumplidores de sus deberes, les obligó a mirarse dentro sus almas ruines acostumbradas a abusar de los débiles y a retarlos a lanzar la primera piedra a la pecadora, aquel que no hubiera pecado. Fue justo entre los justos. Fue tan grande su amor y sacrificio por la humanidad que poetas como Adolfo León Gómez le hicieron bellezas como esta: “…Y cuando el populacho enfurecido colmó al mártir de escarnios y salivas, el sol horrorizado cerró sus ojos y enlutó sus galas. Las aves compasivas en torno al moribundo revoloteando, de sus sienes divinas sacaban con sus picos las espinas y enjugaban la sangre con sus alas”
Gandhi liberó a su país que vivió doscientos años bajo el yugo de la colonia británica. Enseñó a su pueblo entre otras a luchar pacíficamente por sus derechos y libertades, por la coexistencia pacífica de las diferentes comunidades religiosas. Teresa de Calcuta fue un ser humano fuera de serie, de alma y corazón gigantes en amor hacia los demás. Atendió a los más pobres, a los más necesitados, a los ignorantes, enfermos, viejos y execrados de la sociedad. Paradigma es ella de la alegría de amar, fiel testimonio de la dignidad, de la humildad, del valor de las cosas pequeñas, testimonio fiel del valor incomparable de su gran amistad con Dios.Al Papa Francisco como a ningún otro lo caracterizan su humildad, su sencillez, su vocación de servicio, su gran inteligencia, alegría y respeto hacia las creencias de los demás. Los cambios que realiza en el seno de la iglesia son semillas que van retoñando en el mundo creyente. Su liderazgo es ético, su llamado va dirigido prioritariamente a las ovejas alejadas del rebaño.
La resurrección llega en momentos en que el pueblo espera recibir del mártir del calvario consuelo y esperanzas, como dice el poeta Adolfo León, que llegue y calme el sufrimiento de este pueblo y cual bandada fugaz de golondrinas le arranque del alma todas las espinas.
