Hace unos años, entre fanfarrias y vítores, el difunto Presidente nos habló de las tres erres de la revolución: revisión, rectificación y reimpulso. Sin que ninguna de las tres haya dado señales de vida. Hoy, cuando Nicolás Maduro tiene dos años en el puesto de comando, la triple R sería Repetición, Retraso, Retroceso.
Repetición: No hay una sola idea nueva. Se conforman con repetir lo que se viene haciendo, aunque no funcione, y lo que se viene diciendo aunque no se haga. El gobierno es un disco rayado. Ya ni siquiera es capaz de inventar insultos nuevos: fascistas, reaccionarios, lacayos del imperio, se han dicho tanto que van perdiendo impacto hasta volverse palabras lánguidas, gastadas, huecas.
Retraso: Nada progresa. Ni la industria ni el comercio, ni la agricultura ni la minería. Nos vamos quedando atrás en el mundo y en América Latina. Los demás países latinoamericanos crecen económicamente, nosotros no. Los demás controlan la inflación, nosotros no. Los demás reciben cuantiosas inversiones extranjeras, nosotros no. Y no hablo de los grandes cuyos avances son conocidos, como Brasil y México, o como Colombia, Chile, Perú y Uruguay que hace rato nos dejaron atrás. Aún los más afines, hermanos del ALBA, afines en el discurso ideológico. Ecuador tiene economía dolarizada y recibe grandes inversiones extranjeras. Bolivia tiene una inflación bastante controlada. Cuba se entiende con Estados Unidos. Nosotros, todo lo contrario.
Retroceso: No es que nos quedamos parados, sino que echamos para atrás. La industria petrolera es un ejemplo dramático.
Antes Pdvsa era noticia internacional por su productividad, por su profesionalismo, por su peso en el mercado mundial. Hoy lo es por el escándalo de la Banca Privada de Andorra. Producimos menos, exportamos menos, el mantenimiento está peor, la comercialización es decadente.
Pero, ah mundo fuera solo Pdvsa, por más que nos duela. De la educación a las carreteras, de la seguridad de vida y bienes a los servicios aéreos, de la salud a la energía eléctrica, del servicio de agua a la diplomacia.
Mírelo por donde quiera. Y no quiero que algún basilisco demande a este escribidor o a este periódico, pero, ¿Se imaginan a Prieto Figueroa o Pérez Díaz, por no decir a Briceño Iragorry o Andrés Eloy en primeras páginas mundiales por esos temas? El retroceso es patético.
