El triunfo de Chávez deja dos apéndices vitales.
El primero es que la ventaja histórica del presidente reelecto se ha reducido vertiginosamente a tan solo un millón trescientos mil votos, extrayendo casi la misma cantidad de sufragios que lo llevó al poder en el 2006, sin embargo, sus detractores se incrementaron en 2 millones de venezolanos más, lo que debería generar en las catacumbas oficiales una honda reflexión, en cuanto no es imposible mantener al país en esa visceral división, se cerrarán las puertas a la gobernabilidad y al desarrollo integral nacional.
Es imperioso que el presidente comprenda que la Venezuela que no lo quiere es casi tan grande como la Venezuela que sí, por lo que indefectiblemente debe corregir muchas de sus políticas, principalmente las orientadas al apoyo del sector productivo privado, la inseguridad y la prestación de los servicios públicos. El presidente mantiene cautiva a una gran parte del país, los pobres, y es allí la segunda observación. Chávez vio su triunfo en los estratos D y F quienes para los expertos constituyen aproximadamente el 70% de la población, es decir, somos un país principalmente pobre, pobreza que se refugia en él a través de las políticas sociales entre las que juegan rol protagónico las misiones. Habrá quienes traten de juzgar a los pobres por el triunfo de Chávez, señalando que un gobierno que exhibe cifras tan adversas en los planos de la inseguridad, inflación y servicios públicos caotizados no merece seguir en el poder, pero ¿cómo condenar a esas personas cuya principal fuente de sostenimiento de vida son las ayudas oficiales?
En estas condiciones la gran pregunta es ¿le convendrá al gobierno acabar con la pobreza o mantenerla para sacarle provecho electoral? Hoy día la pobreza debe comprenderse como la dependencia de ciertos estratos poblacionales a las políticas sociales del gobierno, cuya principal desventaja es que no permiten el ahorro, ni la superación a través del esfuerzo propio, sino que las vidas de los beneficiarios depende exclusivamente de lo que el gobierno pueda dar o quitar. Mientras tanto, existe una Venezuela que se siente amenazada, aquella que no depende (directamente) del gobierno, la juventud al margen de la educación “bolivariana”, la clase media profesional, pequeños y medianos productores y empresarios, entre otros, ésta población se ve afectada en cuanto no son prioridad en las políticas gubernamentales y ven sus intereses mermar. Así esta Venezuela, sedienta de metas comunes.
#opinión: ¡Pobrementazón! por: Leandro Rodríguez Linarez
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