Desde hace un par de meses comenzó la construcción del estacionamiento del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga, así como otras obras que amerita este centro de salud.
La intención, indudablemente, es muy buena y desde esta vitrina saludamos ese tipo de propuestas que favorecen al sector público.
Sin embargo, no han sido tomadas en cuenta las medidas para que madres y los más pequeños no sufran ninguna consecuencia.
En las afueras del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga no sólo está la maquinaria y los trabajadores encargados de construir, también hay representantes -en su mayoría mujeres- con sus hijos esperando a ser atendidos.
Falta una sala de espera para este emblemático hospital, en la cual esos menores no se contaminen con la tierra que continuamente se dispersa en el lugar.
Quienes van a consultas, tienen que esperar afuera porque dentro el espacio es pequeño.
De la misma manera ocurre con aquellas personas que van por vez primera.
Si los niños perciben toda esta contaminación, las madres tendrán que volver a este centro asistencial de salud, pues necesitarán ser tratados por otras enfermedades.
Alergias, infecciones respiratorias, resfriados, asfixias, enfermedades de la piel, entre otras pueden perjudicar a estos pequeños. Las consecuencias son terribles y sus organismos son vulnerables a todas estas situaciones de riesgo.
La contaminación seguirá hasta la culminación del estacionamiento, entre otras obras que están previstas para el Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga.
Sin embargo, el exhorto es a las autoridades para que busquen alternativas y propuestas que optimicen las condiciones de estadía de los ciudadanos en este recinto, mientras estas labores siguen y, por supuesto, finalizan.
Una sala de espera, donde las madres puedan estar tranquilas con sus hijos, mientras las áreas internas del hospital se descongestionan, sería un excelente regalo para este centro de salud que está de aniversario.
Fotos: Dedwison Álvarez